Prisionera
omo si también quisiera entrar a
miendo platos que no saben a nada. No intercambiamos más de dos frases. Una guerra fría servida en
ue aunque Dante duerme en otra cama, su sombra vive en cada rincón. Lo s
ce una pintura oscura. El agua cae con furia, ensuciando los cristales. La mansión enter
eso bastara para detener la
ces lo
edes d
oy v
en la
abello mojado y esa mirada que nunca avisa lo que está
ndo entras
to me pertenece. Incluy
na propie
ntamente-. Pero te comportas como una mujer
ojos. No con lujuria barata. Con rabia. Con duda. Con algo que no alcan
ieres es
uisieras dispararme... y al mismo
íe. Pero s
a de las dos cosa
muy mal,
lo que es respe
tímetros. Puedo sentir su respiración. Puedo oler su perf
? ¿Que no s
omo parte de un trato. Y desde entonces s
levanta la voz por primera vez. Es un grito
estias encerradas
fácil. Devuélv
lencia. Con fuerza. Con necesidad
ro no puedo. No después de lo que mi padre pla
descub
puedas s
tás vig
emp
odio, pero sería otra mentira. Y él ya de
roce que no esperaba. Que no
nces m
ha estado callando ese deseo por días. Por semanas. Como si
devuelvo
e no siento nada cuando está cerca. Porque mi cuerpo lo odia, pero tambi
o suficiente para sentir su pulso descontrolado.
frente apoyada en la mía-. Dí
pu
contra mi boca. Y
ltan. El mundo afuera deja de existir. Y lo que ocurre entre es
ata d
rab
tenido demas
i el silencio hablara por nosotros. Sus labios buscan mi cuello, mi clavícu
hay v
cio, es lo más cercano
os son rítmicos, precisos, oscuros. Mi cuerpo responde como si lo hubiera estado
tra mi piel-. Y yo soy t
mame -respond
o h
Sin pausa.
he. Como dos extraños que se entienden mejor en la oscuridad.
termina, n
ampoco
una declaración. Para