Nacen flores en la Antártida
ucia, desparramando toda la
atrás, golpeando su espalda con una anciana que se quejó y le dio un pequeño empujón. Rápidamen
enta que estaba echada a perder. Volvió la mirada fulminante al hombre que estaba subido en los es
ó más y se escu
Al parecer el chico que intentaba recoger la que evidentemente era su ropa,
raciado!" y "maldito, por tu culpa lo perdí todo". El de la maleta agregaba a sus reclamos fuertes declaraciones y amenazas como: "¡Te haré llorar lágrim
nviándolo al suelo. Las personas que veían el que ya era un espectáculo, co
lético, de al menos un metro con noventa centímetros; cabello castaño oscuro y una piel blanca. Era guapo, lo que hacía más interesante la situación. Y por
cómo una persona pasaba de ser mil
, pero más robusto. Y al parecer no sabía pelear, porque acababa de terminar
r la avenida, las sirenas ahogaron el soni
as al otro hombre. Por un momento logró zafarse e intentó ir a por otra ronda de golpes, pero su contrincante r
zó a dispersar al grupo de perso
rchara, pudo cruzar mirada con el chico de la maleta
lo más profundo de su mente y le cr
as. Eran unos ojos que conocían lo que era perderlo tod
do y le gritó a un policía que p
, bajo su paraguas rojo mientras l
❦
o, aquellos ojos rebosantes de tristeza bajo la lluvia eran imp
n una banca, con un bul
iera que hacer con su vida. Y por momentos a L
apreciarlo. Tragó saliva y se alejó, intentando qu
se sentó frente a su escritorio, tomando
ando aquella mirada rebosante en triste
ez por la ventana. Se cubrió la boca cuando lo vio
e no lograba comprender, empatizaba con su desgracia. Ella lo pudo ver cuando
manos a la cabeza,
n una incómoda banca. Y la gran pregunta retumbab
❦
ura. Seguía usando la misma ropa que llevaba hace tre
apoyados en sus musl
preguntó su hermana mientra
-contestó Lía
bundo -decl
lo
on de su departamento.
seguro y se repondrá -repl
? No tenía sentido, porque... ante todo,
entregarle a su hermana el pocillo de café. Ver a a
ra terminar así? -se pre
l joven que ahora se acomodaba en la banca, recostando su espalda al espaldar de cement
dinero -informó Lía-. O eso me
al contrario? -c
iado enojado, me pa
s si hay de por medio dinero -sentenció Diana y le dio un sorbo
Volvió a mirar al joven de la banca y mordió su labio, intent
ió su herman
, s
amento, Lía caminó en círculos, desesp
y notó que no había
ra con ella? No... eso era
por el
a mirando. Q
terior del a
tencia. Si movía esa ficha, podría acercarse a él como quien no quiere la cosa y ofr
tía in
or las llaves y s
ofrecerle su ayuda. Porque... ¿qué tan raro sería ha
rear la humedad del ambiente cuando g
cruzado de brazos. Se veía como un hombre común, un joven sent
aldiciendo a sus adent
ercado. A fin de cuentas, debía f
❦
er esos días. Pensó en qué podría comprarle para al menos regalarle,
Bueno, con hambre u
primero en lo que pensó fue en que pronto volvería a caer una tormenta
e visto desde que te corrieron de tu departamento, sé que la estás pasando mal, bueno, al menos tienes e
ndo, pero ponía cara como de "¿qué tanto me miras
cómoda sabiendo que él estaba sufriendo. E
dillo por no darse cuenta dónde pisaba por andar mirándolo a él y se tropezó, c
tás b
palpitándole del dolor, intentó levantarse como pudo. Unas manos la tomaron de la cintura
mática para un tropiezo con un bordillo. Y era una pr
en de la banca, la miraba fijamente con aqu
ero rápidamente la apartó al senti
tando ayudarlo y era él q
mira, te traje esto, está todo tirado
comida del suelo, sin embargo, su
a en la bolsa. Lía se limitó a intentar estar de pie, apoyando su pes
dolerle la cabeza y el cuello. Se había pegado dema
el entrecejo. Qué vergüenza, por
ía intentó replicar, pero le dolía tanto el cuerpo qu
r momentos, preguntándole si estaba bien, ella le contestaba que sí, pero n
eño de dos habitaciones, sala, cocina y un espacioso
intió derrotada. La que iba a
extraño verlo ahí, en su territorio, con todo ese sil
ve como un vagabundo (se dijo internamente que no lo era), aunque usara una camisa de mang
tamente se retorció del dolor. No entendía por qué le dolía t
do, como preguntándose si
ien? Porque no parece. Es
como pudo, se acomodó a medio lad
so, el tiempo. Iba a llover. La hume
¿puedo pedi
o preguntara él, que le pidiera ayuda. Ella le extendería la m
iguió diciendo el chico-, pero... ¿podrías permitirm
ncia. Y él dejó salir un largo suspir
informó-, algunos papeles... Te pagaré, te lo prometo
us cosas que su propio bienestar? Ese chico no iba a durar much
te -co
Qu
iempo que necesites, hasta que estés bien. -Miró el