EL GUARDAESPALDAS Y LA TESTIGO PROTEGIDA
dénticas y los árboles empapados. Hacía días que vivía bajo esta vigilancia constante, un fantasma en su propia vida. Los agentes federales, amables pero
s, una punzada de amargura y una sensación de desilusión que la acompañaba desde hacía años. Cerró los ojos, y la im
abía nadie en la habitación. Su voz sonaba frágil, incluso
rpulento de mirada cansada, la
rindamos es la mejor. Es un piso seguro
temblor en sus manos -Conozco cómo operan los Russo. Sé lo que so
de su padre, los nombres susurrados en los pasillos de su casa cuando era niña, los favores que se pedían y s
cho, la palabra sonando extraña en sus labios -Algui
ente, una mezcla de sorpresa
contactemos con la maf
ndo que necesito a alguien que entienda este mundo. Alguien que pueda anticipar lo qu
exhalado un l
edo hacer. Es una
Miller había regresa
que enviarán a alguien. Un profesional. Discreto. No interferi
promesa de un "profesional" la tranquilizaba. No podía evitar la esper
almar los nervios. El tiempo se estiraba, pesado y elástico. Cada ruido en la calle la
a entre ellos ya era insalvable. Había sido una tarde de otoño, el aire fresco y cargado de la promesa del invierno
sus manos temblorosas -¿
o su mirada, su
ocupes por
r? Te amo, Lucas. Te amo má
bía, pero algo lo estaba arrastrando lejos de ella. La había visto alejarse, la había
bía dicho ella, la voz que
ista, sus ojos llenos d
ento,
, con el corazón hecho pedazos. Había reconstruido su vida, se había enfocado en su trabajo co
ara a alguien capaz de protegerla. Alguien que se moviera en las sombras, como Lucas se había movido. La ironía era tan cruel que
l corazón de Elena dio un vuelco. Se levantó y se acercó a la ventana, intentando ver al conductor. Las puertas del coche se abrieron, y una figura alta y musculosa emergió,
eve temblor recorrió su espina dorsal. Se acercó un poco más a la ventana, tratando de distinguir los rasgos de aquel hombre. Pero él llevaba el rostro cubierto