Atada al Ceo
dominante, con un físico de infarto y la presencia imponente de un hombre que siempre conseg
reí ingenuamente, también lo estaba de mí. Al principio, lo creí todo. Sus miradas intensas, sus promesas susur
do era
que había soñado con su piel sobre la mía, con perderme entre sus brazos, terminé siendo la esposa d
hace u
vimientos al quitarse la chaqueta. Su camisa estaba desabotonada hasta la mitad, revelando la piel bronceada de su
no lo veía, que ya no me imp
ansias acumuladas durante cinco añ
ié po
o di
dejando en la cama solo el eco de lo que había sido una noche que n
con todo. Tenía los documentos de divorcio listos, y
onces, é
inantes, como si todavía tuviera derecho a llenar el espacio con su presencia. Su traje oscuro estaba impecable, a pesar del leve des
itud y masticé con calma, fingiendo que su presencia no alteraba e
r -espetó, su voz
mpié la comisura de mis labios con una parsimonia de
ada, casi aburrida-. Sabes que no puedo saltarme mis comidas. Oh, c
ro no dijo nada. En cambio, sacó un sobre manila de su por
mines con tus caprichos.
impaciente. Como si le mol
la leve irritación en su expresión. Me tomé mi tiempo para a
ud de d
latió con fuerza, pero mi rostro no lo delató. No
indiferencia, y le dedi
ta decisión? -pregunté con voz neutra
era pétrea. Su mandíbula se contrajo levemente, c
ha divorciado... y está
ero no me inmuté. No parpadeé, ni siquier
an
mejor
nocía mis miedos más íntimos. La mujer que
tener un hijo
i garganta, pero mi v
té con una sonrisa de lado, con
n al instante. La furia
pretando con la fuerza justa para dejar claro que aún p
liente rozando mi mejilla. Su voz er
parpadeé. No temblé. No le di
pero no toqué mi cuello. No iba
aba junto a los documentos. Ni siquiera leí las
la voz firme, mi mirada cortante-. M
redulidad cruz
guntó, incrédulo, como si esperara que m
la mirada.
sto es
la cabeza en alto. Di media
la puerta tras de mí,
s lágrimas que había contenido durante toda la discusión c
dell no
lo s