La Embarazada Cautiva del Ceo.
ti
negaba a aceptarlas: debía acostarme con el hermano del Señor Eros, actuar como su prometida después que la noche de compromiso se acabara. Y para eso debía usar una mascara. ¿Cómo era esto
on una frialdad que me heló los huesos.-Y sobre todo, podrás
voz, cargada de autoridad y amenaza, resonaba e
puedo hacerlo... no puedo...- murmur
sa cruel, una mezcla de burla y poder. Sa
dice? Si no cumples, perderás tu trabajo, no tendrás derec
esto posible? ¿De qué hablaba? Sentí c
...- Intenté argumentar, pero
e con el contrato. Mi hermano nunca sabrá quién eres. S
ejé caer al suelo. En ese momento pensé en mi hermana, en su enfermedad, en todo lo que
puños con tanta fuerza que podía sentir las uñas clavándose en mis palmas. De repente, sentí un frío recorrido por mi es
pel podría enviarte a prisión. Piensa en tu her
los d
para mí misma, mientras el peso de mi
ionó la mujer, acercándose
ere, señora... -respondí,
usto frente a mí. Me tocó la mejilla
dedicas mucho a tu hermana. Eres joven, y sé que eres virgen. Por eso queremo
reaccionar. Negué instintivament
divino, señorita-
a buscarte un sinfín de veces y le dijo a Eros que, si
. ¿Qué tenía que ver Marcos con esto? Todo esto, seg
. Pero no me metería con una mujer de tan bajo nivel. -Se
on un hombre como usted. - declare co
lo diga. Te ayudaré para que pases desapercibida. Quiero que veas cómo es mi hermano, pero ya s
fundida, con un nu
scara. Mientras tanto, tu hermana estará en una ha
rque la i
bes. Por otro lado habrá
va a ser esto? -logré
tú y mi hermano hagan, por supuesto. Pero ten
r qué... por qué
mento-. Aquí tengo pruebas de un supuesto fraude ilícito que cometiste
entira, pero las pruebas parecían demasi
escuchar excusas. Busca un vestido de calidad, zapatos... lo
mis palabras quedaron at
egas, no dudes que encontraré a tu hermanita y será peor para las dos. Hazlo o tu hermanita pagara las consecuencias - Está
contenida. Tomé el cheque con manos sudorosas y salí del
. ¿Cómo había llegado a esto? Mi vida, hasta ese momento, había sido sencilla, sin mayores complicaciones más allá de trabajar par
incapaz de regresar a casa. No
ntó el taxista, mirándo
-respondí con
onaba la voz de aquella mujer en mi mente. Por Claudia soportaría cualquier cosa. Pero algo en mi interior
doliendo. Y lo de Marcos. Su traición me quemaba por dentro. Todo por no entregarme a él, incluso fue a esa em
real. Por ella debía mantenerme fuerte, aunque por dentro estuviera rota. Si esto era necesario para su
*
cia lo desconocido. El vestido, la máscara, los tacones. Todo lo compré como me pidieron
decir nada, entró directamente a la habitación donde estaba mi hermana. Sentí cómo un nudo se formaba en mi garg
e la hora que duró el trayecto, mi mente no paraba de dar vueltas. Pero todo pensamiento quedó en pausa cuand
etido. Mientras cruzaba el umbral, sentí mis manos temblar y mi corazón golpeaba con fuerza contra mi pech
ba dispuesta a hacer lo que fuera. Incluso si lo que