El Guardián de la Sangre Prohibida
ison Col
engañando. Y no solo con cualquiera sino con Kylie, una de las mejores amigas de mi hermana Brittany. Mi novio, mi compañ
fácil y promesas de lealtad fue quien me apuñaló por la espalda. No le importó que yo fuera la hermana de su mejor amiga ni el daño que est
s an
yo compartíamos risas mientras la música nos envolvía mientras Connor y yo bailábamos, sentí una inquiet
le pregunté a Connor intentando
lar de trabajo-respondió con una sonrisa, sin im
unque no quería admitirlo. Mi intuición esa fuerza silenciosa que nunca me abandonaba, empezó a guiarme sin pensarlo, me excu
as habitaciones privadas con cada latido de mi corazón, la angustia crecía una puerta e
estaban hablando de trabajo; estaban haciendo el amor. Kylie le susurraba que él era s
do el corazón en mil pedazos. Luego me alejé invisible vacía y con la certeza de que esa prueba sería crucial para cuando llegara el momento d
ndo que todo estaba normal mientras la v
ó la tristeza que se
untó Connor sin malicia ajeno a l
que apenas sostenía mientras la ve
a risa, cada mirada compartida entre ellos era una burla descarada a la verdad que yo cargaba como un peso insoportable. Un recordatorio de las mentiras que se escondían bajo la superficie de
able, ardiente y oscura, como el fuego de mil promesas rotas. Pero me negué a ceder no les daría el placer de ve
ncia, la cabeza en alto y mi dignidad sirviendo de
ó tranquila y controlada, fue un arma ca
escarada que casi me h
que eso fuera suficiente Kylie solo me estaba ayudando con unos asuntos d
arga en la gargan
s? -repetí lentamente,
a clínica. Tengo respo
mismo contenía el aliento. Luego, su siguiente fras
nos casamos. Tengo q
que alguna vez creí saber sobre él. Tratando de man
aatacó: -El dueño es m
Kylie soltó su veneno con una
, no esta
o había estado ajeno a lo qu
son! ¿Estás c
se abría bajo mis pies,
me dedique tiempo. Pero claro, su trabajo es más impor
ces había usado para calmarme, para desarmar mis argument
s por nosotros, para que tengamos una l
naron huecas, había escuchado sus mentiras tantas veces que habían perdido su peso... Pero yo ya lo hab
e quiero ir -le pedí, sin
ráramos a Charlotte, pero yo ya había to
unque no sin antes tratar d
e entiendo, pero no te
palabras no dichas y sentimientos ocultos. Cuando lleg
i casa? Podemos ver una
m
ser. Le había creído. Había
che, lo vi
hombre que conocía. O tal