La amante del jefe de mi esposo
os tensos por la presión de la deuda. Sofía lo despidió con un beso en la mejilla y le dedic
un escalofrío recorrerle la e
cuando tres golpes resonaron en
saliva ant
esta
a hacía sentir indefensa. Vestía su traje impecable y tenía las manos metid
ó con una leve inclinación
a d
que sea n
una ceja, con u
a que tus vecinos escuc
a, él insistiría, y al final, no tenía sentido alarga
a casa con aire de superiorid
sin pagarme. Yo no soy un hombre paciente, pero también sé qu
en silencio, es
un pequeño sobre del bolsillo de su saco-. Le da
un nudo en
cond
e sobre la mesa y se
go. Si no tienes el dinero, bueno.
escalofrío recor
ntentando conse
cilmente. Así que no me hagas perder el tiempo, Sofía. Si
ada, sintiendo el
tarjeta y la desl
ecidir. Pero ten en cuenta algo... cad
io, luchando contra el
puerta con la misma calma con la que había llegado.
. Espero que para entonces
ándola sola con el peso d
a mesa, sintiendo que su mund
iba a
como si en cualquier momento fuera a desaparecer. Pero no lo hizo. Seguía ahí
ado. Su mente giraba sin control, buscando desesperadamente una salida, un
esión de angustia que en los últimos días. Se dejó c
in garantías. Ya ni siquiera me reciben e
tragó
z vino
cabeza de golpe, c
é qu
ón le martilleaba el pecho. No podía decirle la verdad. No po
que nos dará un poco más de tiempo, per
la mandíbula y
iere que hagamos? ¿Que sa
respondió
ar de un lado a otro,
, Sofía. No podemos seguir así. N
esas palabras. Si él supiera lo
de sonar tranquila-. Tal vez pueda conseguir más cliente
on tristeza y ne
, Sofía. Yo fui el que tomó el
un nudo en
sto -susurró, y él l
ojos con fuerza, tratando de ignorar el
a, pero Sofía ya sentía q
re ella y Daniel, aunque él intentaba mantenerse fuerte. Había salido desde tempran
sabía que
egado a l
on en la puerta. Sofía sintió su cuerpo estremecerse. Tragó sal
e impecable y esa sonrisa de ca
n un tono casi ama
entamente y se
re y miró alrededor, como si inspecciona
-dijo sin rodeos-
ó el estóma
onseguido nada. Está busc
a risa baja y ne
vez, Sofía? Sabías que l
ó las mano
esitamos
ro de falsa paciencia-. Ya les di una semana
ajó la
ercó un
te haré la misma oferta. No hay dinero... pero es
que la piel
ono del bolsillo y lo
go, Sofía... No me gusta que me hagan perder el tiemp
habitación se
rnas temblaban, pero se
tenimiento antes de incli
Sofía. El tiempo