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La amante del jefe de mi esposo

La amante del jefe de mi esposo

Autor: soniaccc
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Capítulo 1 Asalto

Palabras:1106    |    Actualizado en: 24/02/2025

adas con fotografías de su boda y algunos dibujos que Sofía hacía en sus ratos libres. Llevaban seis mes

quiler y cubrir sus necesidades básicas. Sofía, por su parte, había dejado su empleo en una cafetería para concentrarse en un pequeño emprendimien

mesa del comedor, Daniel soltó un suspiro y miró a su

me tres mil dólares. No es mucho, pero nos ayudará a ponernos a

intiendo el peso de la responsabilida

o quiero que te e

ando poco a poco con mi sueldo -respondió él con un

señor Ramírez. El hombre, un empresario de mediana edad con expresión seria per

n los pagos, Daniel. Confío en

-dijo Daniel con firmeza mientras guardaba e

ación de autobuses, sosteniendo con fuerza su chaqueta cerrada sobre el pecho, sintiendo el bulto del dine

tuvo tiempo de reaccionar cuando una de ellas lo empujó con fuerza contra la pared. El golpe

ganos todo lo que tenga

o más importante era salir con vida de allí. Con las manos temblorosa

dinero prestado

sus manos. Antes de huir, el segundo hombre le propinó un golpe en e

El aire frío de la noche le quemaba los pulmones mientras trataba de recuperar la re

l dinero antes de si

logró regresar al apartamento. Al abrir la puerta, encontró a Sofía espe

tás pálido! -exclamó, ac

n. Un nudo se formó en su garganta y, con un hilo

, Sofía... Per

areció no comprender, pero cuando la realidad la golp

uró, sintiendo cómo el suelo

ando los codos sobre las rodillas y

o tampoco podrá crecer, y los intereses del préstamo son altos..

rente a él, tomando

Encontraremos una solución... L

bos sentían que el mund

barse, no cuando Daniel la necesitaba más que nunca. Se sentó a su lado y le acarició e

pero tenemos que pensar en qué hacer.

a, sus ojos enrojec

esfuerzo... Todo lo que planeamos..

saliva y r

Ramírez. No podemos escondernos,

ó una amarg

e asaltaron y me quitaron el dinero que me prestó

-insistió ella-. Y si no..

miró con i

gastos del mes, Sofía. Ahora tenemo

alabras, pero se negó a deja

s, vender más repostería. Tú podr

ás de doce h

-dijo Sofía, aunque s

aferrarse a su pecho. Pero entonces vio la determinación en los

s de esto -admitió-.

a mano y la apr

niel. Lo ha

entendieron que mientras se tuvieran el un

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