La amante del jefe de mi esposo
adas con fotografías de su boda y algunos dibujos que Sofía hacía en sus ratos libres. Llevaban seis mes
quiler y cubrir sus necesidades básicas. Sofía, por su parte, había dejado su empleo en una cafetería para concentrarse en un pequeño emprendimien
mesa del comedor, Daniel soltó un suspiro y miró a su
me tres mil dólares. No es mucho, pero nos ayudará a ponernos a
intiendo el peso de la responsabilida
o quiero que te e
ando poco a poco con mi sueldo -respondió él con un
señor Ramírez. El hombre, un empresario de mediana edad con expresión seria per
n los pagos, Daniel. Confío en
-dijo Daniel con firmeza mientras guardaba e
ación de autobuses, sosteniendo con fuerza su chaqueta cerrada sobre el pecho, sintiendo el bulto del dine
tuvo tiempo de reaccionar cuando una de ellas lo empujó con fuerza contra la pared. El golpe
ganos todo lo que tenga
o más importante era salir con vida de allí. Con las manos temblorosa
dinero prestado
sus manos. Antes de huir, el segundo hombre le propinó un golpe en e
El aire frío de la noche le quemaba los pulmones mientras trataba de recuperar la re
l dinero antes de si
logró regresar al apartamento. Al abrir la puerta, encontró a Sofía espe
tás pálido! -exclamó, ac
n. Un nudo se formó en su garganta y, con un hilo
, Sofía... Per
areció no comprender, pero cuando la realidad la golp
uró, sintiendo cómo el suelo
ando los codos sobre las rodillas y
o tampoco podrá crecer, y los intereses del préstamo son altos..
rente a él, tomando
Encontraremos una solución... L
bos sentían que el mund
barse, no cuando Daniel la necesitaba más que nunca. Se sentó a su lado y le acarició e
pero tenemos que pensar en qué hacer.
a, sus ojos enrojec
esfuerzo... Todo lo que planeamos..
saliva y r
Ramírez. No podemos escondernos,
ó una amarg
e asaltaron y me quitaron el dinero que me prestó
-insistió ella-. Y si no..
miró con i
gastos del mes, Sofía. Ahora tenemo
alabras, pero se negó a deja
s, vender más repostería. Tú podr
ás de doce h
-dijo Sofía, aunque s
aferrarse a su pecho. Pero entonces vio la determinación en los
s de esto -admitió-.
a mano y la apr
niel. Lo ha
entendieron que mientras se tuvieran el un