LA MUJER DE MI HERMANO
e las rocas había dejado de ser solo sonido; se convertía en un latido frenético en su pecho. Leonardo estaba cerca, tan cerca que podí
entre la curiosidad y la frustración, mientras caminaban
ar de hacerlo. -resp
e detuvo frente a una ventana grande, mirando el mar estrellarse contra las ro
. -dijo sin volverse hacia él, como
de lo que teme? -respondió él, acercándose aún más.
. Quería que el miedo a perder el control no la venciera. Pero al mirarlo, sus ojos oscur
bella comenzó, pero la palabr
ia ella, luego otro. Y de repente, el espacio entre
e ella, caliente, hiriente, y,
rostro tan cerca del suyo que pod
rte, más ansiosa. Y antes de que pudiera pensar en
mar, los gritos lejanos de las olas, todo se desvaneció hasta que solo quedaba él y ella,
una intensidad que la hizo perder el aliento. El miedo que había estado guardando se transformó en una nece
ella sintió que su resistencia se desmoronaba. Estaba
adamente, sus frentes casi tocándose, como
que ese beso no era solo el inicio de algo peligroso. Era el primer paso hacia un abismo.
ue podías e
Él lo sabía. Pero ninguno de los dos
do, su voz ronca, como si también estu
abiendo que las próximas horas, lo
bló, algo en sus ojos revelaba que no estaba tan segura d