LA MUJER DE MI HERMANO
a simple comida.
te a los ventanales abiertos al mar. Empresarios, modelos, artistas y figuras de la élite europe
elineaba su figura con elegancia. Nada extravagante. Nada que dijera
o de bienvenida -dijo una voz
nar
sus ojos oscuros, que la recorrían como
menzar las sesiones fotográficas. -respondió Isabella
ersonas o
re cuenta una historia. La
a en la comisura de sus lab
mero, ¿qué histori
Isabella no bajó la mirada. Se había prometido no re
te interese,
nteresa -dijo él
rase vacía. Lo había dicho con esa intensidad calmada que era peo
leados. -replicó ella, disimulando el temblor en s
o su presencia invadía el aire, el espacio, el
nto te vi. Hay tormenta en tus ojos, Isabella. Y sé r
sonando. La gente seguía ri
la ya no es
a. En esa promesa silenciosa
ho tiempo, no sabía si d