BUSCANDO A MI ALMA GEMELA
Punto
ando la colección de mi madre y eligiendo el adecuado para la gala, pero se esperaba que me pusiera a disposición de las gemelas y, al parecer, necesitaban toda
tuviera un momento libre. No podía decirles que me marchaba en ese instante, después de lo que había pasad
conformarme con cepillarme la melena, sin poder controlar los rizos que se formaban con la humedad. Pero eso no fue lo peor que hicieron. La noche anterior, se l
de llevarme a la gala. Querían demostrarme que si iba
mi blusa. Corrí al baño llorando, pero no dejé que me vieran. Eran lágrimas de rabia y de impotencia porque, si q
, no tenía ningún seguro para cubrir los gastos. Le agradecí que me cuidara y supuse que, cuando las cosas se arreglaran, podría hacer mi vida y continuar con mi carre
habían aumentado de valor después de su muerte. Solo esp
bía. Prometió que me introduciría en los círculos correctos y, aunque todavía guardaba algun
or azul -dijo Sadie, arrojand
Smith, puso los ojos
do la paciencia y no podía culparlo. Había traído varias
ores con los dedos, se sentó en el sofá y miró
e sujetó los pechos y se ob
ero que vayamos vestidas igual,
o negro. -Sadie puso las manos en
uiero vestir
hombre comenzó a buscar entre las m
por encima de la ropa y lo abrazó muy alegre, hasta que
s sea impermeable -dijo Mariel con ironía y despué
eas cuando lleguemos a casa.
las dos no me hubieran acosado un instantes antes. No le importaba que Perry hu
me miró co
s un vestido? -al preguntar, ar
aba la impresión de que tenía algo atraves
. Ya tengo a
llevar con algunas joyas de mi madre que ahora formaban parte de mi colección personal. Por
y Sadie sacudió la cabeza, pero
iempre destacó por su belleza en las galas. Tenía mucho estilo y e
las? -Desconocía qu
mo si comprobara su calidad-. Entonces eras solo una niña, pero íbamos casi todos los años. Los diseños de tu madre le abrieron muchas puertas
as, qui
uestra del que Morris le haría uno en negro y
. -Sus ojos se encontraron con los míos en el espejo-. Helen, querida, estoy segura
ía cuando me puso
ortaría tener que prestar
todo lo demás: mi casa y el dinero que iba a ser mi herencia. No soportaría que le pasar
r. -Carmen endureció la expresión y
familia, hizo t
a que justificara mi nega
todo lo que
d, no querrás decir que no te fías de prestarnos unas cuantas piezas que seguramente te devol
-La miró con dureza-. Si tanta confianza tienes en tus hijas, deberías prestarles tus propias p
apretaba la mandíbula, pero enseguida
sto, perdón
l res
, cuando el mejor diseñador de la ciud
a, vislumbré una mueca maliciosa. Era la mirada de una víbora dispuesta para atacar y s
ariel me defendiera; sobre todo, porque ya nadie habló durante un tiempo y