UN CORAZON ROTO
anal de su oficina. La ciudad se extendía a sus pies como un tablero de ajedrez, ordenado, predec
scritorio de madera oscura estaba impecablemente ordenado, salvo por la copa de whisky y unos cuantos documentos apilados. La gran pantalla del computad
puerta abriéndose lo s
Tenemos demasiado trabajo -gruñó
s y bebió otro sorbo
era una inútil asistent
bajo. Los diseños de los autos, la selección de colores para la nueva línea... y me sales con
ada lograba alterarlo , solo la inútiles de sus asistente
taré de soportar lo inútiles que son, pero prometo no desp
a mano por el cabello en un
ejas de joder -murmuró antes de sal
e que cualquier asistente le resultaría inservible. Pero necesitaban a alguien que ag
na. Afuera, la vida seguía su curso. Adentro, él se
ado roto así quedó
er, su mente lo arrastró a
e su mundo s
con el corazón latiendo a mil, con la mirada fija en la puerta de la iglesia. Esperaba verla entrar, radiante, como siempre.
o pasaba y el
uego, los murmullos se convirtieron en miradas
. Sofía no
se agitó, su
eguridad fingida, aferrándose a la id
a tortura. Cada segundo que pasab
o adelante. Tomó su celular con nerviosismo
legó la humil
n la iglesia, con el rostro serio, sin
o, Giacomo... S
do se
isteza y una lágrima que se deslizó por su mejill
lo atravesaron
s ojos de los invitados, sintió la vergüenza
e y la dejó caer al suelo. Luego, sin mirar a nadie, salió de la i
rompió, ya no era aquel soñador enam
el mismo día en que su amor de juventud desapa
que pensaba en un futuro con alguien a su lado... desapareció si
culador. Aprendió a no confiar en n
en un altar -murmuró para sí mismo, a
s. Ahora tenía una empresa que podía seguir creciendo ,
la ingenuidad... todo e
que su vida estaba a pu
podría escapar
ando mucho dinero en seguimientos, en pistas falsas, contac
uelos... todos vivían en el extranjero y habían prometido asistir a la boda. Ese día, él estaba ansioso por conocerlos, especialmente a l
me ventana de su oficina, sosteniendo un vaso de whisky entre los dedos. La ciudad se extendía frente a él, con sus
r que llegara para prometerle amor eterno y luego ser muy felices pero desapareció
r un instante y e
urró, con la voz cargada de veneno y determinaci
un golpe seco. Su mirada, fría y oscura, re
, no iba a
inua