Atrévete a Amarme
ablero, aunque su mano quedó abierta sobre su seno. Se apartó de inm
con voz tensa, tratando
los ojos muy abiertos, como s
eve y el otro conductor estuvo de acuerdo en no tomar medidas. Aun a
sa
terior en tan poco tiempo. No entendía por qué la siguió después de que Sara le advirtiera so
na chiquilla inmadura jugando a ser mujer. No podía permitir que lo ma
hacer lo que me pi
ente-. Solo quiero estar preparada. No
ta como él? -espetó airado, conociendo
me gusta. Y lo
él -respondió. Se puso en marcha de nuevo, renuente a
enga experiencia. De ti. Y sé que Efraí
o hizo clic en su cabeza y reprimió las ganas de reír: Andrea ni siquiera había da
ba jugand
de a punto de desaparecer en el hor
Así que esto no irá más allá
ón y disfrutando de la turbación en los ojos de Andrea. Se acercó a e
Andrea, quien se arrojó sobre él,
e mucho en tu novia cuando entraste
uc
ra -replicó Javier a la defensiva-. Ese chico te gus
das por un flequillo inocente que no tenía nada que ver con
sus labios. La sintió temblar cuando apoyó las manos frías en su cuello. Sin embargo
ofundo que Javier había enterrado hace años bajo cap
piel de porcelana contra sus dedos mientras deslizaba su cremallera, imaginando no detenerse. El sueño donde el
marcaría su camino de mujer, y lo compartía con él, un hombre ajeno a sus planes. Aunque tam
r no pudo contenerse más y la atrajo hacia él con un brazo firme alrededo
rró con voz ronca, e
n voz temblorosa. Sus dedos enredados en lo
l beso. El olor a jazmines de su cabello, el roce de su lengua tímida contra l
rró-, sigu
disqueó su labio inferior. Ella rodeó su lengua y succion
hiciera un movimiento ondulante contra su centro, p
n adic
manos de Andrea se deslizaron bajo su camisa,
de atrás, arrancarle la ropa y devorarla por completo. Aunque su ma
de esa chica
boca, su aliento entrecortado y se ob
ariciaba su espalda con delicadeza, sintien
labios hinchados. Sus ojos color miel brillaban de excitación, r
e poseerla. Sin embargo, ella se removió contra s
encaje rosa pastel de su sostén y acarició
ndrea sobre su boca, nece
ez, tan peligrosa... , porque él tamb
e sus piernas y maldijo por lo bajo, obligándose a controlar
arrepentimiento, pero solo encontró una mezcla d
r, un gesto que envió una descarg
os ojos-. ¿No desear detenerse hasta...? -Dejó la frase en el
rno la poca moralidad que le quedaba, pero el teléfono de Andrea timb
amó emocionada-. Qu
u casa -gruñó, y se acomodó e
Cuando Andrea abrió la boca intentando decir algo
go. Sabía que era absurdo sentirse así, pero no podía evitarlo. Lo que le provocó ese
el jardín. Por la tensión en el rostro de Andrea y la expresi
al auto y, sin esperar a que Ja
s estado,
para responder, per
guiara por la ciudad para tramitar algunos documentos
as por cuidar de ella. Y tú, a tu habitación. Hablare
irada agradecida antes
para verse en un bar. Agradeció al cielo por ello y se despidió de
aba interesada en él cuando tenía una relación estable
latente de volver a probar los de esa chiquilla que lo atraía como
ra la hermana menor de su amigo y socio, demasiado j
ción con Minerva, en cualquier cosa que no fuera esa