Casada con el monstruo
enjamin se asoma en la distancia. Ha pasado todo el día y aún no ha llegado al castillo, ni siquiera para almorzar. ¿Me odia tanto? Es evidente que no desea verm
esito encontrar la manera. No llevamos ni siquiera una semana de casados, y aunqu
estar de acuerdo con ella. Las cosas no serán iguales después de soportar las humillaciones, el de
mientras mis dos manantiales azules permanecen fijos ha
así por el llanto, pero he decidido no llorar más-
a; ella cierra la boca y aclara su garganta-. El señor Charles es
ua de que fuera Benjamin quien estuviera preocupado, al menos p
nerme de pie y pasar junto a ella. Aunque no tenga apetito, de
ga de limpiar mi habitación o atenderme, sino que también siento que me vigila. No sé por qué lo hace ni qu
no y copas, me encuentro con Richard, el tío de Benjamin, y el señor Charles. Mi suegro, al verme, me sonríe cálidamente como siempre, p
o incómodo se instala entre nosotros, solo interrumpido por el tintineo de los cubiertos en la loza. Me pregunto dónde estará mi
el castillo. Mi corazón da un vuelco al saber que es él, pero no lo demuestro. No deber
tando el filete de mi plato, pero sin comerlo. No pue
min entrar con su rostro perfectamente frío, vestido de negro como siempre, luciendo un traje sin corbata, una gabardina larga, guantes y un reloj adorn
n me envía una advertencia in
doler»,
veo completamente el cuerpo de la mujer, me tenso. Es extraordinariamente hermosa: rubia, ojos de color peridoto, piel blanca, labios rosados. Lleva un vestido rojo ceñido a su cuerp
, que no lo s
, mirando su plato como si fuera una bomba a punto de estallar en su cara, lo que
ard me sorprende. El tono que usa con su
delante -declara Benjamin, dejándome sin palab
lo enfrenta con un tono mordaz-. ¿Has perdido
la-. Dime alg
abrumador. ¿Cómo expresar este maldito sentimiento
jer que se esconde detrás de Benjamin como un conejo a punto de ser devorado
ción -interviene el
padre, ni siquiera a mí, que soy su esposa, dando a entender que mi opinión le importa poco-. Calista -llama a m
quien me mira de reojo, una pequeña sonrisa de triunf
r, no lo volveré a hacer, no quiero, no lo merece. Quiero morirme en es
ente y subo las escaleras con rapidez, sintiendo mis pulmones arder, mis párpados te
garganta emitiendo un quejido agudo, como si intentara
cuerpo tiembla por el esfuerzo. Rabia y asco me inundan al ver mi reflejo patético. Golpeo el vidrio con fuerza,
l espejo hasta que ya no puedo ver mi reflejo. Siento como si
bo los muebles, rasgo las sábanas de la cama, lanzo almohadas al suelo con violencia. Destruyo todo a mi paso, lib
ce mi mente se disipa, vuelvo a la re
de Calista, llevo mi puño ensangrentado a mi boca y muerdo con fuerza la piel, expulsando en un silencioso grito
ce, mi ropa está manchada, el suelo por donde caminé también. Cada rincón de mi habitación está impregnado con mi esencia c
or. Cuando un golpe seco y fuerte derriba mi puerta, un Benjamin agitado y con el rostro lleno de susto entra p
irvientes con la mano sobre la boca al ver el desastre que he causado, e i
no quieres s