Niñera del Millonario Heroico
d y el edificio estaba bien vigilado, pero
estuviera protegiendo. Dios, la aterrorizaba. No sabía si era por
na mala experiencia. Respiré hondo y dije suavemente: ̶ Susa
a. ̶ Siento que casi... Agitó la mano en dirección a mi cara. ̶ Es un lugar nuevo, y estoy un poco nerviosa
a las escaleras. Me estremecí cuando la pu
frotándome un punto
rtó mi curiosidad. Un par de cucharas se habían salido de su sitio cuando Susan
agradecido de que Susan fuera lo bastante precavida como para preocuparse por quién entraba en casa, ¿pero coger una sartén en defensa propia? Eso era exagerar. Excepto que quizá alguien la había herido antes... Giré hacia la escalera de caracol como si hubie
reguntar a la gente que sabía. Tal vez eso explicaría sus acciones de esta noche. No necesitaba a una mujer prob
rabajar aquí. Fuera lo que fuese lo que la había llevado a sentirse tan incómoda, debía de ser realmente aterrador. Empecé a levantar la mano para llamar, pero me detuve
llegar a mi dormitorio. Sacudí la cab
SA
r de alegría. El viernes por la mañana, los niños se despidieron de él con un abrazo y yo le dije adiós con la mano. No me dedicó más que una mirada de reojo, pero no importaba. Se había ido, y yo
simple regalo para la vista. El hombre manejaba mi fuerza cargada de adrenalina como si no tuviera importancia. Me había abalanzado sobre él con toda mi energ
ver! llamó Amar
incliné detrás del sofá donde
ndo , chilló el
yo te dejo , repli
rante diez minutos hasta
Se subió a la silla e hiz
juego al que Amaro podía jugar y, desde entonces, la
mando en otra silla y cruz
l perdedor. Dolorido
debajo de los brazos y lo coloqué en el suelo. ̶ Pórtate bien, Amaro
. Cameron
l , dij
anqueques hoy y horne
e unieron a mí en el sofá cuando terminaron. Cameron se sent
se inclinó y miró la cara dormid
té a los niños y les ayudé a subir a sus habitaciones. Una vez acostados, bajé las escaleras, me ase
otro lado del pasillo. Yo era responsable de ellos. Muchos y si... se r
pués de una taza de café, me sentí un poco mejor. Nuestro itinerario fue similar al del día anterior, pero hoy salimos. Paseamos por el parque y los n
pero le vi sonreír agradablemente mientras
regué la tarjeta negra al cajero, se lo pensó dos veces. Sus ojos se posaron en los chicos que estaban a mi lado, luego levantó
n a jugar. La cena de esta noche era un poco más complicada y
días había estado tan preocupada por los niños que apenas le había prestado atención. Ahora, sin embargo, estaba feliz
erca. Era de un número no registrado, pero el tono y e
en voz alta, esperando equivocarme, pero sonaba
ro no, sólo su promesa de verme pronto. ¿Qué significaba eso? Me paseé por la cocina con el corazón latiéndome en el pecho. No sólo
ro. Probablemente me estaba tomando el pelo. No tenía ni idea de dónde estaba. Había tenido cuidado y borrado to
el fregadero. Tenía la cabeza hecha un lío. Me apoyé en el fregadero durante un largo minuto, respirando hondo. Hab
o se vio muy afectado. Amaro me preguntó una vez por qué estaba triste y yo forcé una sonrisa por e
uedé helada, muerta de miedo, y luego recordé que Nico debía estar en casa. Además, Eric no tenía ni idea de dónde
mbro. Se arrodilló y abrazó a los chicos, alborotándoles el pelo. ̶ Yo tam
, inflando el pecho.
zanahoria! Amaro
los, ansiosos por contarle todo lo que habíamos hecho. Nico miró entre ellos, expresando su i
hayas divertido . Lu
azules se habían oscurecido. Respiré lenta y pausadamente y sonreí. ̶ Bienvenido a ca
beza, sin sonrisa. ̶ Gracia