Esposo Despiadado.
cuché antes de perder la conciencia fue a Sebastián, decirme que nunca me dejarÃa ir. El sentimiento no se sentÃa tan angus
asà que me levanté de la cama y corrà hacia la puerta de la habi
almente yo no era una persona caprichuda o mal educada con la g
bastián nos ha pedido no dejarla salir, h
omo si todos hubiéramos perdido la c
as para que alguien pudiera escucharme y sacarme de esta casa de locos. Pero sabÃa que mis esfuerzos serÃan nulos, cuando entendà que está
de llaves con cara de pocos amigos. La mujer d
le que hará una videollamad
staba usando ropa muy hermosa para ser de mañana, mientras que mi padre lucÃa saludable. No tenÃa mucho tiempo casada con Sebastián, pero sabÃa que
bre, tienes que llamar a la policÃa o a alguien. –Pero mi padre no parecÃa estar conmovido por mis
esa parecÃa ser más
padres. –¡Llama a la policÃa, padre! –Le grité con f
hablado con Sebastián y hemos llegado a un acuerdo. –¿Un acuerdo? ¿Pero que
s hecho? –Le pr
n el divorcio. No puedes dejar a Sebastián en este momento, en donde está ganando tanto dinero como para poder ser el presidente de Inglaterra. –Mi padre parecÃa vendido p
zaron a caer por mis ojos,
conmigo. –Deje todo lo que amaba por ti, y ahora que te pido que me ayudes a salir de esto en que me metiste, ¿te niegas? –Estaba decepcionada de mi padre. –Pero ahora entie
por un momento me sentà completamente sola, sino fuera p
me vieran llorar, pero solo basto un gesto gentil de su parte, para que pudiera c
r. –Pero detrás de esa arrogancia existe un hombre bondadoso, que ha hecho de todo por salvar a su familia. En este momento usted e
n me habÃa demostrado todo lo contrario. Eva salió de la habitación
ue hice esto, pero d
que la idea del divorciarme se me fuera de la cabeza, pero no lo logarÃa,
ra. –¡Gracias por la comida! –La vieja mujer me regalo una sonrisa c
encerrada en una habitación realmente costosa y llena de lujos, pero no era como estar afuera, respirando el aire de la naturaleza. La mansión se prestaba para
jando entrar la luz del corredor. De inmediato pude reconocer esos pasos pesados,
erme tirada en el suelo, de pronto y de la nada, siento como me levanta entre sus brazos, sosteniéndome cual princesa para llevarme a la cama. Co
a mentirosa? –Dijo burlonamente mie
de encerrar en una habitación? –Murmuré
Y tú lugar es estar conmigo, asà que serás castigada
la habitación, pero yo lo
o de su cuerpo fue como aventarle una roca muy diminuta que golpeo su pecho firme como el hierro. –Te odio con toda mi alma. Nunca pudiste hacerme feliz,
pared, para mirarme con intensidad. Frunció tanto los ojos, que pensé que en cualquier momento me golpearÃa, asà que cerré los ojos esperando lo peor. Las familias italianas aún son muy
ealmente conmocionada,
mÃ, como si fuera el peor hombre de este mundo, cua
uierdo sin avisar. –Las noches en vela que pase esperando por ti, eres un grandÃsimo idiota.
ue te follara, tan duro. –De pronto mi cuerpo empezó a palpitar al escuchar sus palabras altisonantes. –Me montabas una y otra vez, como si quisieras par
y una bofetada que lo hace retroceder un poco, pero él solo s
vez. –Él sonrÃe diabólicame
irlo e ir a otra parte de la gran habitación, pero él me t
a. Yo trataba de respirar profundamente, mientras podÃa ver como pasa su lengua por sus labios, saboreando el sabor de mis pechos. –Eran de color durazno mientras te estremecÃas por el toque de mis dedos. –L
rza y empezando a transpirar. Lentamente se posa tras de mÃ, haciéndome sentir su miembro erecto que estaba espera
stras empresas estaban saliendo de la pobreza para convertirse en empresas de poder. Sebastián se comportar como un verdadero
idió mi marido después
tenÃa que comprar un collar para su madre, pero cuando el collar salió en la subasta no pude dar dinero
omento supe que la fidelidad de mi esposo no era real. Dejé pasar ese incidente porque tenÃa el corazón muy blando y esperaba que solo fuera un mal entendido, pero después Sebastián empezó a abandonarme para ir
cayo y todo se derrumbó para mÃ.
o tenÃa que mentir si querÃa salir con el ego intacto. –Me das asco, todo de ti me da asco. –La mirada de Sebastián cambio por completo, era como si hubier
entes a su mandÃbula. –Eres mi esposa y primero muerto a d
pero antes de retirarse de la habitación co
iene en seco al escuchar tal pregunta. –AdmÃtelo como u
mente, llenando su
igo, y si debo de pagarle much
mesa de café, para aventársela y esperar herirlo con este, pero mi mala punterÃa
para l
de la habitación, par
igo. No querÃa ser parte de su diversión, sabÃa que le atraÃa esta fuerza de odio que tenÃa por el en este momento, pero