Los dioses olvidados.
leguas
territorio de abundante flujo comercial entre distintos reinos e imperios; los de Salan prefieren el canje con las regiones más al oeste aunque las
gunas vacías, otras atestadas de diferentes productos, tiradas por enormes y robustos buetares, de macizos cuernos y lustrosa piel oscura, bestia emparentada con el indomable torgo de los manglares. Otro pintoresco grupo formado por cansevos, corretean y ladran tras un carromato que se mueve con dificultad en dirección al molino repleto de dorado
a los lugareños la procedencia de los visitantes. Pronto la esplendorosa figura de cientos de guardianes de Osidy en sus gallardos corceles seducía la vista de los lugareños. No era la primera ocasión en que los veían; pero cada vez que lo hacían quedaban fascinados ante ellos. Los mismos cansevos de antes les ladraban como sa
En la avanzada se encuentran los abanderados y los temidos lanceros quienes portan grandes escudos de color rojo, con la tradicional cruz negra en el centro; de los anchos y dobles cinturones penden largas espadas enfundadas en vainas, las empuñaduras magistralmente diseñadas son descritas como joyas de artesanía; el armamento es rematado por sus armas principales, las largas y afiladas lanzas de metal reluciente, muy temidas por sus enemigos. Detrás están las arqueras, famosas por su increíble puntería, todas bellas mujeres que llevan espadas de un lado de la
e grandes
ha sido tensa y agotadora. Algunos animales escapan al verlos, otros muestran indiferencia. Han perdido a u
sucede; pero Nublar ha acompañado a Lanu en varias ocasiones y sabe que algo preocupa al sabio guía, pronto se percatan de la situación: desde la floresta aparece la formidable y aterradora figura de un kruge que ha dado varios pasos hacia ellos, con las amarillentas pupilas fijas en los humanos. Se mueve zigzagueando, como estudiando a sus adversarios. Está a más de setenta metros, el enorme felino es aterrad
a pareja de kruges la situación sería diferente. La lluvia arrecia y el resplandor de un rayo que cae en la lejanía provoca una fugaz visión y le confirma que no estaba equivocado. El estruendo del relámpago ha hecho salir desde los mismos árboles a otro enorme animal, una hembra acompañada de dos cachorros que se guarecen bajo ella; el macho lanza un rugido espeluznante, anunciando a los humanos que defenderá a cualquier precio. Los guerreros se agrupan aún
eso al
xtraído de plantas y animales. Los prisioneros miedosos miran hacia todos lados, pues tras sus espaldas tienen al foso, y delante doce enormes bestias salvajes: como seis garfogas manchadas, que estremecen el aire con sus habituales y estridentes chillidos cual carcajadas macabras; cuatro harpos de los bosques del este y el resto lo forman una formidable pareja de peligrosos felinos llamados jahuarges, una especie casi en extinción. El horrendo espectáculo está casi listo para iniciar.