EL MAL DE LOS BUENOS
mo que robo? ¡Jamás he
us palabras, per
información, esto es un secuestro! ¿Qu
asta que lleguemos -gruñó el novato, rec
or central y se encontró con
pintó aquellos ojos y pudo verlos más claros. Inmediatamente
por el viaje que daba hacia un futuro incierto. Aún con la respiración acelerada y los nervios de punta, llevaba un
preocupaba todo, quién lo buscaría, hasta qué hora podrían esperar las cuidadoras mientras ella resolvía salir de ese embrollo, si es q
se estacionó frente al gran edificio, tampo
ordearon la conocida edificación y bajaron por un est
pegara su cuerpo al asiento. Todas las
liera. La carencia de ruido, de gente y el eco que producían los movimientos la llenó de ansiedad, por lo que op
es pegados al suelo, ojos afilados-. ¿Se encue
ellos, caminó hacia una pequeña puerta de
entrando por aquí y no por la
bía quién auspiciaba todo eso y ahora, viendo la respuesta de ella ante lo que sucedía, comenzaba a entender que la mujer estaba metida en un gran aprieto y no lo merecía. Él esperó encontrarse con una altanera, quizás con una m
za, muy nerviosa y a la vez muy segura de lo que defendía. Su i
dose todo lo que pudo sin que pareciera acosador. El es
añero no se percatara de ese quiebre en el protocolo policial-. Míreme bien y no se atreva a me
rriente en el tono de su voz, percatándose que aquel ofic
No quería expresar demasiado, pero
l Cliff -le aclaró él
nó pálido, tan pálido com
dió él mismo, apre
al escuchar ese nombre, le c
e? -susurró ella
e y por qué la ha d
os no tan lejanos que trajeron a colación ese nombre y
idea del porqué é
re ella, además del nombre y lugar de trabajo. La identificó justo al entrar al café, pero puso en duda toda la misión cuando la tuvo cerca. La mujer de la
ca y su rostro de porcelana parecían brillar, a pesar de los nervios, el desconcierto y la rabia. Sus ojos claros como el caramelo, sus labios carnosos, rojizos también. Mirándola de cerca, se p
reer que aquel sujeto que llevaba más de un año sin ver le estuviese haci
eguro? -indagó ella con los dientes
de lo conoce y
icial, ya me ha dado la respue
así. Además, el oficial L. Vos, como lo indicaba su pequeña insignia del lado izquierdo del pecho, parecía tener razones para ro
s? ¿Leonardo? Su mentón era un tanto cuadrado, pero conservaba un rostro de niño. Parecía ser muy joven, pero su anatomía mus
s, los cuales parecían estar llenos de expectativa y preocupación, además de g
idió contestar, sintiendo su estómag
Li
o se tor
s nuestro p