DOCTOR CEO
r mucho y mañana podré aprovechar mi día
mis adentros, ya molesto por haber sido despertado así. No soy madrugador. Pedro volvió a tocar la puerta, haciéndome querer apretarle la cara con tanta fuerza que se le derretiría el cerebro. - ¡¡¡Ya va!!! Él sonrió cuando abrí la puerta. Pero su sonrisa pronto murió cuando su mirada se posó en mi ropa. - ¿Sucedió algo? - bostecé. - No - lo miré - vine a examinarte y ver cómo estás. Miré el reloj, sorprendida de que sean las siete de la mañana y él esté levantado. - ¿Tan temprano? Me miró atónito. - Normalmente voy temprano al hospital, pero anoche cuando salí de aquí necesitaba ver a un paciente. Abre más la puerta para que entre. - No te quedes ahí, pasa. - Le di paso. - Licencia. - Entró y se dirigió directamente a la sala. Cerré la puerta y me volví hacia él, sorprendiéndolo mirando mi pijama nuevamente. - Estoy bien, doctor, sólo que a veces siento que me palpita la cabeza. - Es por el golpe, te golpeaste muy fuerte en la cabeza y terminaste con una leve hinchazón. - Eso explica por qué todavía duele. - Me quejé. - Sí - se acercó a mí - pero fuera de eso, ¿cómo estás? ¿Sentiste algo más? Dije que no. - Estoy bien, aparte de los dolores de cabeza. - Por eso Alejandro te dio un certificado de una semana, es el momento perfecto para que baje la hinchazón y descanses. Sonrío torpemente. - Puedes estar seguro de que lo haré - Señalé mi cama - Estuve descansando hasta ahora. Caminé hacia el armario, buscando un vaso, pero cuando me di la vuelta, me sorprendí cuando lo sorprendí mirando mi pijama con algo de atención nuevamente. - Puedes estar tranquilo, prometo mejorarme pronto. Sus ojos se encontraron con los míos. - Traje esto - me entregó una bolsa y la colocó sobre el mostrador, el olor a comida fresca llenó el lugar. - ¿Qué es? - Sostuve la bolsa con fuerza, mirándolo. - Tu almuerzo y desayuno. Abriendo la bolsa con cuidado, descubriendo lo que había traído para mí. - Vaya, aquí hay mucha comida. - Lo miré - Durará todo el día. - Esa es la intención - Se centró en su reloj por unos segundos, antes de mirarme - ¿Puedo examinarte antes de ir a trabajar? Dejé caer la bolsa de inmediato. -Por supuesto, lo siento. -¿Porqué te estás disculpando? - se aproximó. - Me sorprende encontrarte aquí, olvidé que hoy tenías turno. Él sonrió. - No podría trabajar sin saber de ti. Sentí mis mejillas calentarse. Caminé hacia la cama y le subí la manga del pijama para ayudarlo a hacer su trabajo más rápido. No quería quitarte demasiado tiempo. - Licencia. - preguntó tocándome