El camino oscuro al éxito
che al gato y al ratón con un ente o lo que fuese este ser, puede que acabe esta pesadilla si le otorgo la atención que requiere
que emite ternura, se acerca y cabe destacar que por alguna razón el temor que albergaba en mi estómago ha desaparecido, está c
era Orfeo, y yo llamándome Erika tampoco podría ser Eurídice y aquel ser distaba mucho de ser la Proserpina de los romanos. Una curiosa entidad se apiadó del dolor de Marcos, se trataba de un ser quien se hizo llamar Geniol, su cara oculta por una gabardina solo dejaba ver un inusual destello en el fondo de la oscuridad que le recubría el rostro. Antes de cumplir un día de muerta regresó aquella criatura acompañada de otro hombre, un muchacho de menos de treinta años, quien me tocó el lado izquierdo del pecho con su mano diestra, hecho esto volví a la vida, pero nada que traspase el umbral de la muerte regresará completamente vivo. Luego de aquel episodio, se me inculcó el compromiso de jamás permanecer más de diez mil ochenta minutos en un lugar y nunca más podría regresar a sitio alguno antes pisado, esa era la parte de no mirar atrás; el síndrome de Eurídice. Lo hacíamos bien, los primeros años nos mudábamos cada semana, estábamos felices, "vivíamos" a plenitud nuestro sentimiento compartido. Habían transcurrido alrededor de seis años cuando el dinero empezó a escasear y la abundancia venia en el recipiente de problemas, no podíamos permitirnos un trabajo completo debido a la ya conocida situación de nómadas, los ahorros en conjunto hacia rato que nos abandonaron, a pesar que yo no ingería alimentos ni necesitaba saciar mi sed con agua, é
rodar a diestra y siniestra por mis mejillas. Siento pena por ella
n blanco absoluto, mientras el izquierdo se encuentra totalmente ennegrecido. El miedo resurgió. Pero, ¿Qué hace? Se abalanza sobre