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El camino oscuro al éxito

El camino oscuro al éxito

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Capítulo 1 Inicio

Palabras:4308    |    Actualizado en: 27/10/2023

ól

o

no te culpo, siendo tú yo también indagaría. Prometo hacer lo posible por aclarar

antes sentido, el viento acariciando mi impoluto semblante, poco tiempo después un frío trazo recorrió mi estructura impecable, la sensación fue sorpresivamente extraordinaria, aquellas finas líneas crearon vida fantástica a su paso. Pude ver el cielo y hasta vestirme de magia, descubriendo a la vez que el milagro no está en las manos ni en el papel, sino en los ojos que lo leen. Lastimosamente toda historia posee su lado umbroso, el de esta es un hombre hecho de rabia, a decir verdad, no es exactamente hombre, n

erdadera intención es el castigo. Como todo ser maligno se regocija en la burla, valiéndose de la decepción promete esperanza a personas llenas de desasosiego. Y aunque

ic

los cielos y la tierra.

, aunque podamos elegir que infierno visitar, seguramente ninguno desearía quedarse para morarlo eternamente. Resulta difícil imaginar lo indispensable de

la vida a ras del suelo sin lograr por lo menos una acción meritoria, haciendo uso continuo del libre albedrio, mientras permanece

mente siempre ocupada apeteciendo saborear las ignotas mieles de la opulencia pasaba por alto los iterativos rugidos estomacales. Siendo un infante la abundancia absoluta fue mi sueño más anhelado y como no serlo si desde qu

he de H

monial de satanismo. Un colectivo que en otrora exhibió los vejámenes de brujas condenadas a la hoguera, décadas después cuidaba con minucia la salvaguarda de los niños que estaban a su potestad. La historia del hospicio era fabulística, antes de ser un hogar de paso para nosotros los huérfanos, fue el centro de un bosque donde su espesura servía de guarida en aquel entonces para mujeres que a través de las artes oscuras

rse mantenimiento. No obstante, a pesar de aquella fisonomía, aquel era el único hogar que muchos niños conocíamos, instalados allí creamos una hermandad ligada a un fuerte vínculo, pese a no estar unidos por lazos sanguíneos, era genuina, nos protegíamos los unos a los otros, porque todos sabíamos de propia mano que se sentía ser tocado p

cera, era lógico, nunca experimentamos llevar encima las ropas de alguien más porque no nos era permitido siquiera hablar al respecto de aquella celebración anual, aunque nuestro interior flameaba por salir a la calle para pedir golosinas con vestimentas escandalosas, divertirnos durante esa noche, pero el acceso a dicha festividad para los residentes del orfanato estaba denegado, ergo, solo podíamos mirar desde la distancia a través del cristal de u

a derredor del edificio, devorando todo a su paso, como un oso hambriento que recién se levanta de su hibernación. Los alaridos no se hicieron esperar, el desespero se apod

rior, solicitaban mediante señales gesticulosas ayuda de los niños que casualmente pasaban por allí; Lorena, Juan, Lucas, José, Pedro, Pablo, Rafael, Ángel y Natasha, estos las miraban desde afuera de la habitación, una

d, todo marchaba conforme a sus expectativas, cuando de repente su estómago empezó a gruñir, lo asoció a la ingesta excesiva de caramelos a la que lo sometió, no era regular tal aperitivo en el orfanato, zafándose de los brazos de aquel joven que la atenazaba, salió corriendo directo al baño, donde notó un grisáceo color inusual en sus mejillas, sin prestarle demasiada atención, fue interrumpida por un chirriante sonido proveniente de su abdomen, había abierto su apetito, quería comer algo diferente, esas ganas insaciables aumentaban en gran medida y una velocidad acelerada, como si jamás hubiera degustado nada en su vida, como si estuviera al punto de la inanición,

o feroz? -pre

de exclamar una sílaba, mientras la sangre caía a borbotones y la loba se atiborraba con el último rastro de carne de la chiquilla, apresurándose culminó

boscosa, refugiándose entre los matorrales, percibió unos

bosque... - core

rena quedó atónita al notar tal situación, paradójicamente padecían algo similar, pero en lo personal no les sorprendía tanto como el hecho de verlo en otros de sus compañeros de hogar, era como s

uieres jugar? -

desparpajo, se lanzaron sobre la loba, inmovilizándola al instante, luego Juan le propi

Apuesto a que sí. Supuse que querrías soplar, por eso

inamovible, y con el sujetador en su hocico le era imposible proporcionar alguna mordida. Uno de ellos sacó lo que parecía ser un picahielos y sin

mente dulce, pero bueno, más allá del juego de palabras, quizá así acabe esa hambre voraz y no

a pequeña, pero que, para su tamaño reciente, era normal, pues aquella metamorfosis les aminoró la dimensión corporal. Al no encontrar a nadie morando el sitio, se adueñaron de él, comiendo omnívoramente lo que hallaban, hasta que tocaron eufóricamente a la puerta que ellos cerraron al entrar a la vivienda ajena. Los intrusos no dudaron en quitar la cerradura y para

Natasha, la última de los infames que abandonaron a las mujeres que le daban amparo La chica traía un vestido medio quemado y un listón adornaba la ne

siete, me siento fiel émula de mi vestimenta; Blancanieves, realmente es algo especial esta cofradía fortuita.

s a los otros, como jugadores de soccer a

un manuscrito que me elevaría a las verdaderas alturas, y pues debía destruir la maldad en el mundo, los calabozos, que pensándolo bien, eso era nuestro refugio, esa beatas nos mantenían aislados, el señor me hablo a través de esas páginas, me delegó la tarea de parte de los setenta y dos que Salomón en su basta arrogancia coleccionó en un anillo, pero que tiempo después fueron liberados al mundo, algunos como ustedes sin saber quiénes eran en verdad. Debian ma

rándola mientras ella esbozaba una sonrisa. Luego unos mataron a los ot

ta a la

de que uno de mis compañeros, Benjamín; un conocido pirómano prendiera fuego a las figuritas origamis que el mismo había creado, convirtiendo en cenizas aquel edificio que fu

a era analizar la corrección de las acciones y juicios dentro de la esfera determinada de pensamiento personal y global. Mi mocedad la pasé leyendo dentro de las letras de los grandes filósofos griegos como Platón, en cuyos marcos textuales se indagaba de forma incognoscible los márgenes de dicha materia. Siendo fiel a mis pensamientos metafísicos estudié leyes cuando tuve la posibilidad, aportando mi grano de arena en la búsqueda y cumplimiento de la justicia, en mi más devoto intento po

a su puesto como recepcionista del bufete cuando salió a la luz nuestro incipiente romance. Ella indudablemente fue la única mujer en la vida que de

dejó exuberante herencia tras el finiquito de la suya. Enseñándome que el dinero que todo lo compra es el mismo que todo lo gasta. Poco tiempo transcurrió cuando cambié todo, incluso hasta de esposa, la suple

a de A

tate L

esumidas se acurrucan dentro de variedades sensoriales, no obstante, psicofonías ladran en otro punto del plano, quizá dentro o quizá fuera, o tal vez sea solo una ocurrente referencia extraída de portentosa sugestión, aullando vehementes: "No somo

tella, adorábamos la nieve, pero nos aterrorizaba la idea de ser aplastados por la avalancha, y el mar hipnotizante también nos aterraba al no encontrar un suelo al ser adentrado, nos espantaba la idea que las olas abriesen con sevicia sus salobres fauces llevándose consigo hasta el más mínimo de los rastros en un despliegue natural de su poderío. Sin

lu

el pulso, entendiendo que el bombeo sigue su curso, mientras pienso que la única vida de la que en ese momento tengo certeza todavía continúa. Medio abro los ojos para verificar la hora, ocho en punto marca el reloj, es domingo, soy millonario y puedo dormir un rato más, pero la lumbre incesante embiste mi descanso, anexando el ruido del revoloteo de aves me veo obligado a levantarme de mi lecho, pero, ¿Qué está pasando? Este no es mi dormitorio, ¿acaso estoy aún soñando? Me encuentro a la intemperie montesa, ¿será que el festejo de anoche tuvo lugar en la finca que heredé? No, este paisaje se torna desconocido, por muy extensa que sea la locación de aquella propiedad reconocería cada una de sus hectáreas y este terreno desolado y estéril procede cierta atmósfera inquietante a la par que emana un hedor nauseabundo, diminuto pero incómodo a las fosas nasales, decido caminar para ver si familiarizo algo del sitio. Está repleto de abetos, ¡qué raro! es como si hubiesen plantado ese tipo de árboles por toda su longitud, insisto en la extrañeza, a pesar de haber sido abruptamente estimulado por el bullicio avícola no he notado señal de ningún pájaro ni siquiera de otro animal. Transito el desierto ver

ortable, siendo capaz de percibir cualquier sonido por muy pequeño que se origine y la senda infinita simula perseguir esféricamente una línea recta mientras que el viento resopla con descaro sobre los árboles, moviendo sus ramas en una danza perturbadora. Sigo

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