JUGANDO CON LA MAFIA

hacerlo, así podré salvar

¿todo bien? –pregun

reparo la cena. –dijo y su madre asintió con la cabeza, fue a pre

ños

e me rompió la fuente. –dijo una madre dese

ste embarazada. –exclamo aquel hombre y a regaña

as la mujer estaba en el quirófano, aquel hombre esperaba en la sala de espera, se estaba

. –dijo la mujer, su ropa se veía muy costosa ¿pero que hacia una mujer así de esa talla en un hospital de pobres? Se preguntó aq

roblemas. –hablo en voz baja aquel homb

que quieres? –pregunto el

arle una vida mejor. –dijo aquel hombre, el siempre sabia como mentir y lo hacía a la perfec

osla? –llorand

s para poder despedirme de ella. –hab

edes h

hija que su bebe se quedara en observación y después

la mujer y el hombre asintió, ella saco

a, te daré 20 mil dólares por tu

que la cuiden y le deán

problema

a dado la mujer anciana, llego hasta la s

¿Cómo est

s lo posible por salvar a amb

que me hag

no puedo hac

lares? –Dijo aquel homb

favor n

a mi mujer que un

que usted que es

e traerla y hacerla pasar como la mía y la mía puede

–aquel hombre sonrió

fue llevada a su habi

sito ver a

jo Adán con lágrimas en los ojos, nece

estas asustan

a bebe, nació mu

escuche dos llantos diferentes, por favor dime que

s una bebe. –Dijo Adán

E, NECESITO VERLA. –

o con una bebe y se la dio a Lorena, aquella

e a mi otra bebe. –Dijo

pero cálmese por fav

entrego en la habitación de a

e, mira que hermosa es

45 y se dirigió a la 46, Lorena esta

cálmese por favor. –Dijo aquella e

triste pero lo que estaba pensando era totalmente diferente, quería verse con todo ese d

una, aunque me hubiera gusta

mor. –Di

es, mientras una reía y soñaba en cómo hacer feliz a

EBE, AHORA ERES MI ÁNGEL, MI PEQUEÑA GIANNA, ME HUBIERA GUSTADO VERTE CRECER A

LA QUITASTE. –Lanzo

ER. –Volvió a gritar, ese grito desgarrador se escuchó muy fuert

A MÍ MISMA POR DESMAYARME Y PERDERTE, PERDÓNAME MI AMOR, SOLO ERAS UNA BEBE. –Lorena gritaba y era

Dijo Adán, el solo quería ir

del mundo su pequeña Gianna volvería, solo le quedaba cuidar a su

a. –Dijo aquel hombre, Lorena