Tuya para siempre
o observo a la Nana bajar por las escaleras apresurada y con gestos
Nana? ―pregu
o pasa desapercibida ante mis ojos. Lo que significa que es
argo, noto cierta emoción en el tono de su voz―, hay algo que de
ido día aún no termina. Me paso las manos por el rostro con hastío y fastid
ado―, guíame y muéstrame ese as
escalones hasta el segundo piso, atravesamos el corredor y llegamos a su cuarto. Me mira a los ojos con preocupación antes de girar la perilla y empujar la puerta. Me paralizo en el instante
bes bien que no soporto, que perturben la paz y la tranquilidad de este hogar ―sigo el sollozo de la criatura―. Me gusta disfrutar d
a mí durante casi toda mi miserable vida, pero hay ocasiones en las que colma mi paciencia; motinguna circunstancia. Por supuesto, siempre termino perdiendo mis discusiones con ella. Hace lo que se le da la real gana, porque es la única pe
teléfono ―me explica, pero siento que esto no me va a gustar de ninguna manera, tengo el presentimiento de que ya tomó
l limbo y sin entender cuál es esa cuestión tan delicada e importante a la que se refi
a servidumbre. Ruedo los ojos e inhalo una profunda bocanada de aire. Me encargaré de averiguar a quién de mis empleados le pertenece, para advertir
ros? Lo levanta entre sus brazos y lo acurruca sobre su pecho―, pero no sé si te va a gustar lo
e tomará esta conversación. Mi respuesta es un rotundo y determinado, ¡no
casa, Nana ―le digo en tono decisivo―. No voy a aceptar que la t
to del lenguaje que acab
e apunta con su dedo amenazante―, no creas que, porque eres
rdo la
ase―. Esa pequeña criatura que ves entre mis brazos no es la hija de ninguno de nuestros empleados ―entrecierro los ojos
Sus palabras me impactan directo en la boca del estómago. Me quedo sin
s pasado de la raya ―le suelto en medio de mi desconcierto―. Por mucho que te ame y te agradezc
Me conozco bien y puedo decir palabras de las cuales termine arrepentido. Se aleja de mí sin pronunciar ni una sola palabra más. Trago grueso, no quiero q
e no me gustará de ningún modo lo que voy a encontrar en el interior. Lo abro y saco la hoja que contiene. Siento que
mos; trajo consecuencias inesperadas. Aunque no tuve el valor para deshacerme del embarazo, tampoco tengo la intención de convertirme en una madre en este momento de mi vida. Tengo sueños por cumplir y una vida para disfrutar y, ella, se interpone
documento notariado en el que renuncio a mis
rdas tu tiempo intentando encontrarme. Me iré le
emblan como gelatinas o terminaré cayendo y estrellándome de cara contra el suelo. No entiendo ni una pizca de esta loca historia. Es imposible que sea el padre de esa niña, siempre me he cuidado para
tás
ándola y todas las señales me indican que est
―, pero puedes invitarme un trago y acom
a noche ten
nos las venas con todo el licor ingerido, salimos de allí y e
a desesperada por mis toques. Sus gemidos me ponen a mil y provoca que le arranque sus bragas y las haga pedazos en un santiamén. Abro mi pantalón, alzo su pierna y en un par de segun
nándola con mis fluidos y haciendo que estos se escurran por sus muslos mientras la siento convulsionar entre mis brazos. Sin embargo, la emoción se acaba una vez que la b
donada como si fuera una cualquiera. Nunca imaginé que una noche de placer dese
una maraña de pensamientos confusos. En este preciso instante no puedo
y!, por
o hay nada que pueda decir al respecto. Por ah
indico abrumado―.
re el sillón, agobiado por la súbita e inesperada revelación. Sostengo el vaso lleno en una de mis manos y la botella en la otra. Me bebo el trago de un empujón y vuelvo a llenarlo una y otr