Tuya para siempre
mucho esfuerzo para convertir todos nuestros sueñ
re todas las cosas y lo mejor de todo, es que, estaba segura de que nuestro amor perduraría par
elicado que hay en las paredes de la que será la habitación de nuestra pequeña
sa que resplandece más que el
a de pintura y se acerca a mí para rodearme con sus brazos-, te prometo que algún día te daré tu propio
ra nosotros, ya que cada uno de nuestros logros nos ha costado mucho sudor y lágrimas. Sin embar
que me siento muy afortun
se par de ojos pintados del mismo color de la
una de sus cejas y simula estar recordando las
otazo en el hombro
us labios- y esa es una de las razones p
abrazo hasta donde mi inm
esistible ―sonríe con arrogancia―
nstancias más adversas. Admiro su fortaleza y lo decidido que es cuando hay que hacerle frente a una situac
entamente de su abrazo-, nuestra nena está a punto de exigir que le dé
rás y me detiene, evitando
a exigirte ahora mismo que me des de comer o me pondré más que malcriado. Perderé la
bre su hombro izquierdo, cuando sus manos comienzan a deslizar los tirantes de mi vestido hasta situarlos a la mitad de
desnuda. Se sienta en la silla mecedora y me coloca sobre su regazo. Mete su mano entre nuestros cuerpos ansiosos
de la silla en busca de apoyo y me sostengo sobre la punta de mis pies para coordinar los movimientos de mi cuerpo con los suyos. Dejo caer mi espalda sobre su pecho en el instante en el que s
ves loco cuando absorbes de esa ma
eseo. Provoca que mi cuerpo reaccione con descaro en respuesta a sus caricias. Comienzo a moverme desesperadamente de arriba abajo, luego de un lado al otro y e
entrego en cuerpo y alma. Cada vez que le demuestro lo mucho que lo amo. El final es el previsto para una pareja que se ama con toda el alma y el corazón. Un orgasmo que toma todo de nosotros y
olver una y otra vez a ti. Y, si el destino se empeña en separarnos, no dudes ni por un solo segundo que hallaría la forma de
lemente, porque no soy capaz de imaginar una vida sin él. Prefiero m
abios antes de levantarme de sus piernas. La conversación me puso intranquila―. Nuestra princesa ha comenzado a dar
ro conversar sobre ese tipo de temas, porque me ponen nerviosa. Se levanta de la silla y me gira con lentitud
turbarte con el comentario ―se v
debajo de su cuello para respirar de su delicioso aroma y convencerme, en medio
sensible por el embarazo ―niego con la
o en la punta de los pies y lo beso con suavidad para empaparme de la dulzura
segura,
o más de la cuenta, pero no quiero que una tontería como es
no habría
regunta. Así que le muestro la sonrisa más radiante de todas para convencerlo
sobre mis nalgas―, que ahora tu marido tiene hambre de comida
esta vez una real, que me hace olvidar el nefasto pensamient