Solo pido un día más |Libro 1|
mero», hasta ese momento. Nunca sintieron que
ev
No tenemos asegurada la vida, per
ejamos en el aire aquellas que lastiman. También vivimos cada día sin pensar que pu
mos tenid
un "vuelve aquí", un "hablemos" y ahora se ahogaba con esas palabras. Vestía un vestido negro de mangas cortas que llegaba hasta sus rodillas, unas zapatillas del mismo color y el cabello recogido, un
rder la nariz y doler la cabeza. Estaba tratando de ser fuerte, pero el anillo en su
ia vuelta, encontrándose con su madre. También vestía de negro, por s
riño -habló Anna-. Nos
abeza, fingiendo una sonrisa. Se miró por última vez en el espejo, tomó sus gafas de sol y un par
lista -
jaba su padre. Observó el camino, recostando la cabeza del asiento y suspiró, sintiendo una opresión e
a su madre de copiloto y a su hermana, Amanda, en la otra ventana. No había nadie tan ce
er negro que tenía sobre su ropa negra, te
olocándose el suéte
aleza, tan llena de vida, le brindaba. Su hermana le tomó la mano con fuerza y se encaminaron hasta la zona donde sería el entierro, observando las láp
a obra de arte fún
aúd. El cura empezó a despedir con un emotivo discurso a
su cuerpo inerte dentro, odió con cada fibra de su ser que lo consiguiera. ¡No era el momento! Incluso él lo sabía. No era
seguía en la tierra. ¿Iría al cielo? ¿Dónde está la luz que lo guía has
s pasaría c
as que decía el cura, frases que no llegaban a sus oídos porque solo lograba percibir a su prometida. Parecía ida, co
culpa» pens
Observó a sus padres, quienes se abrazaban entre ellos para darse consuelo, a Leonard quien se acercó a Samant
l lugar. Se dejó caer de rodillas y Leonard se acuclilló junto a ella, pidiéndole que se calmara. Ella
r una mascota (o varias) y tal vez dos bebés, una casa nueva, un fu
n pronto. En su cabeza se repetía que no debió dejarlo ir, furioso y herido, que debió ha
o de s
ó más. Las lágrimas bajaban por sus mejillas como una casc
icó―. ¡No lo hag
lá porque sabían que si se lo permitían se lanzaría a la fosa con su prometido. Gritó con to
upación de sus padres o del dolor en la de sus suegros.―. O llévenme
iento muchísimo» pensó ella, apretando sus párpad
rla, aunque por dentro se encontraba tan destrozado como ella. Acarició su
Recorrió con su mirada su cuerpo tembloroso a causa de los sollozos y cerró por un segundo los ojos al notar el anillo de
o de su novia. Notó los vellos de Samantha erizarse y ella inhaló co
estoy, no me he ido ―sus
l rostro de Samantha y aspiró hondo. Observó a su alrededor c
? » la duda flo
an? ―p
do su mano. Notó como Samantha miraba su mano
e, Sam? ―pre
y que me escuches o me veas es mi castigo. Pero al menos puedes sentirme y espero que nada ni nadie pueda quitarme esería afectarle más de lo que ya lo había hecho y se alejó. Notó como ne
ilantes hacia adelante―. ¡Dylan, no te vayas!
» se preguntó é
volvió a posar sus ojos sobre ella y se fijó en su resplandor, porque eso era Samantha: un ser de luz. En donde ella es
a demasiado pesado y lo acercó a su corazón
Dyl ―rogó, haciendo que una lágrima recor