A fuego lento |Libro 1|
leta y suspi
, colocando un brazo bajo mi cabeza y m
na de color, de oro, de petróleo, de riquezas. Una nación con las mujeres más hermosas (y no lo digo yo, porque soy venezolana: lo
vivir aquí, pero el día a día te ense
nto futuro. Y, a pesar de ello, los venezolanos siempre buscamos seguir
seria, mejor dicho: a muchos les conviene esta miseria, porque la meritocrac
otro lujo sin tener que mover ni un músculo. Lo peor de todo es que no basta con que ellos quieran estar así,
decidí ser vendedora de equipos tecnológicos en el centro comercial más famoso para ello: el City Market. A pesar de ser un trabajo aburridísimo, explotador y repetitivo, logré reunir dinero para pagar mis estudio
de mi vida, porque una parte de mí se quiere quedar y seguir luchando en su país, uno que amo con todo mi corazón
a mi abuela y a mi maí-ta . Sin embargo, esto lo hago por ellas, para sacar
nta y me levanto para bajar a la
á no me roben el dinero como la otra vez -se quej
ue me ayude con las maletas -le pido y e
Mi vuelo sale en un par de horas, pero debo estar en Maiquetía en
ez no sea el mejor país del mundo, pero me alegra el saber que estar
techo, máximo, hasta que me gradúe ya que planeo llegar buscando trabajo. No
están ofreciendo una mano, ya han hecho
a con maletas en mano, seguido de mi mamá y mi a
rto! Sabrá Dios cuándo te vuelva a ver -me responde, llev
n fin de semana -le recuerdo, colocándome a su altura para darle un
con ustedes, ya lo dije -refunfuña y ya
entana con nostalgia. Abandonar mi casita, después de vivir 26 años en ella, dejar (temporalmente, por supuesto) a
a tomado porque sí, sino porque ya no puedo soportar más la realidad que me rodea.
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razo con fuerzas y le sonrío para brindarle tranquilidad. Sé que
íbeme todos los días, por favor -dice y me coloco a s
a, maíta -le digo-. En ve
taremos mejor. Por ahora, quiero que tú tengas un futuro brillante porque yo tuve la oportunidad de tener
tu vida y que sea la que te mereces. Estaremos bien -concue
do. Hay tantas familias despidiéndose con abrazos y sonrisas
arme a la fila para abordar el avión. Cuando estoy cerca, volteo a ve
rvo por la ventana, cosa que agradezco muchísimo, y me coloco el cinturón. El celular lo pongo en modo avión y suspiro. Es entonces cuando las lág
a ha sido libre como te lo pintan en los libros de historia y que
pecíficamente la de mi ma-dre y mi abuela, también porque no sé cuándo
rdos, los olores, los sabores, los colores. Inclu
abrielita -me digo a mí mis
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y Rafael llevan toda la vida juntos y vi-nieron a este p
edica a la casa, pero hace arreglos de ropa y con eso aporta algo a la misma, mientras Raf
de gran renombre en la ciudad y ha escalado tanto que ahor
tienen una vida mejor y que Fed
rcunstancias fueron otras. Cuatro años después, estoy por finalizar y, además, e
lo que pensaba, el clima es fresco (cosa que agradezco). El lugar donde residen los Herrera es común, una casa de paredes amarillo pastel
po que no sabía que existían, así que ex-pulso una buena g
mpiste un hueso -la regaño y nos echam
dome a levantar-. ¿Cómo estuvo el viaje? Te adelanto que no
mito, abrazándola de nuevo y luego le doy un zap
el almuerzo. El olor llega hasta la habitación y hace que mis tripas
piezas mañana?
ionada-. Ya todos deben ser amigos allí, pero no
ocupes -dice, colocando una mano sobre
. Cuando todo está listo, compartimos la mesa y me acuesto a dormir porque el viaje ha sido ago
na» pienso, sonriendo y caigo