GIL Y EL ALFA MALDITO.
debe parar. Tiene que escapar, no puede dejar que la vuelvan a atrapar. Sigue corriendo por medio del bosque, sus pies descalz
apar, su vida d
agarra fuertemente de un tronco que aparece de la nada. Puede escuchar a lo lejos, las voces de quienes la persiguen, se impulsa con sus pies, la corriente la arrastra a gran velocida
rseguidores a los cuales de una manera puede escuchar a la perfección a pesar de que los ha dejado muy atrás. Luego de una brusca caída por una enorme cascada, al salir a la superfi
tumecidas y doloridas no la sostienen. Se cae de nuevo después de hacer varios intentos ante la insistencia de la voz en su cabeza que le dice que no pueden detenerse, tienen que esconderse en el bosqu
da al caer y el viento al soplar llegan ahora a sus nublados sentidos. Está por quedarse dormida cuando comienza a percibir unos pasos que le parecen de lobo que se acercan veloces, trata de ponerse de pie, de moverse
uatro enormes peludas patas negras están a su lado. Alza su mirada, no puede creer lo que ven sus ojos. Un enorme lobo jadeante con su roja lengua fuera babeando, los enormes colmillos listos para enterrarse en ella, la mira detenidame
ya recobrando su propio calor. Al ver que él sigue allí tranquilo, sin hacer nada, solo calentándola, se mete entre sus patas, y lo abraza emocionada y feliz. No sabe por qué el lobo hace eso, ni quién puede ser, pero está muy claro que no la atacará y la defenderá de los que las persiguen. Su
ue nevó muy fuerte en la noche, si no llega a ser por el lobo de seguro estuviera congelada, ¿dónde está? ¿Sería cierto o no? Observa a su alrededor, y no ve ninguna s
mento se quedan mirándose fijamente a los ojos. Piensa que es uno de sus perseguidores, pero el modo en que él le mueve la cola le dice que no. No sabe por qué, se para con mucha dificultad, le hace cas
leno de heridas. El frío es una tortura como si fueran puñales clavándose en su piel. Llora en silencio en lo que avanza con gran trabajo detrás de ese enorme lobo
ue haya una cabaña
dedor buscando a alguien, pero no ve a nadie. Avanza decidida hasta estar delante del fuego. Unas mantas en frente de la chimenea, atraen su atención. Las toma y se envuelve en ellas.
nas que la raptaron de la escuela? ¿Dónde estarán sus padres? ¿Por qué
ió. ¿Para qué alguien querría apoderarse de ella? Es solo la hija de unos pobres trabajadores de una dulcería, que de seguro deben estar muy desesperados
omo este con animales salvajes. Porque esos que la perseguían eran muy extraños, unas veces estaban en cuatro patas y otras
que le indicaba todo lo que debía de hacer que sería? ¿Y por qué de pronto podía oír y
agradable calor del fuego que crepita en la chimenea, sin percatarse que dos ojos