Ahkn
n le recordó un
aci
n duda majestuoso. Los colores dorados y blancos impregnan su alrededor, le parecía estar en una fiesta e
. Una sonrisa se formó en sus labios al dar con él. Hacía muchos año
la mirada de su celular al
En su impulsividad casi tumba a Mark de la silla en que estaba sentado, pero al hombr
estés aquí. -El cariñoso apodo hizo
lamaba s
ame decírtelo, pero te vez más viejo. -Mark
antes castaño, se encontraba ahora veteado por algunas mechas blancas; e
si te dejo en tu habitac
ció un brazo que aceptó gustosamente. Ambos se dirigieron hacía el elevador, poniéndose al
cuando su teléfono sonó interrumpiendo la charla. Al momento que mi
r la llamada. Elizabeth se entretuvo mirando algunas pinturas para darle privacidad. Pasad
encia, ¿Te molestaría instalarte tú sola? Te prometo que mañana pasó
esto con su mano re
cansar. Pero eso sí, mañana vi
lo d
ón de gente. Se dio la vuelta y con paso firme se dirigió al elevador. Había demasiada gente y eso sumado con el calor tan intens
hombre respondió con un
fueron más. No entendía cómo las personas podían subir en aquel aparato; era ciert
l ascensor l
s no estaban muy concurridos, pero era la hora del almuerzo, así que no le di
punto de meter su llave en la puerta para entrar, pero una mano se lo impidió, quizás con
mi alcoba. -inqui
una ceja y lo miró confundida, demasiado para reparar en que sus mano
cuarto. -dijo como quien le explica algo a un
sted es el equivoca
ido la misma idea que ella. Sin esperar para confirmar si su sospecha era cierta se lanzó al picaporte, pero no fu
mí
a... ¡Q
tú qu
r. Si, ella podía dejar las cosas hasta allí y registrarse en otro lugar, pero no quería ceder ante ese bribón, que seg
so. Al parecer el chico también lo escuchó, pues miró por encima de su hombro para av
que la corrieran del hotel por hacer un escándalo. Esperaba
na sonrisa cordial, aunque Elizabeth pensó q
en quedarse con la mía. -dijo chasqueando la lengua, adel
-respondió señalándola. Había dicho la palabra "señorita" con
favor que vengan conmigo para solucionarlo en la entrada. Algunos
ulo. Miró al desconocido y observó con sorpresa que él también se sonrojaba. Aspi
smo tiempo. Se miraron con fastidió, era
e despelote lo más pronto posible. Rogaba que no la echarán del hotel, no tenía
e los tres. Ninguno decía nada, porque en realidad no había nada
ema se había
te. Los compensaremos, tendrán un de
o las fechas de reservación. Si les correspondía a ambos la habitación, sólo que en días diferentes. Por lo tanto,
realizando el papeleo para cambiarse de cuarto y
beth. -la pelinegra le l
ila. -le respondió mordazmente. Sabía que no estaba siendo para nada e
abitación a descansar. Se montó, por segunda vez ese día en el eleva
ía su e
las respuestas que han desesperadamente buscaba. Estaba muy cansada y lo único que q
y corriendo fue en b
no volver a verlo jamás»
cumple y que debía tener cuidado con las palabras que
l celular y mientras se recostaba sobre la cama, se lo llevó a la oreja. Contestó al segundo timbrazo, lo que Elizabeth a
guntó desde
aliera sin titubeos, incluso carraspeo un poco antes de habla
ó esbozando una sonrisa, aunque sabía
o había recibido noticias tuyas. -señaló. A pesar de sus palabras
tan repentino! -explicó la jove
y soltó una carcajada a la que ella se unió inmediatamente; supuso serían los nervi
éntamelo todo! Quiero saber ha
salida en Londres hasta la llegada a Egipto. Su madrina la escuchaba entre divertida y asombrada d
o tanto, en Londres sería incluso más tarde y no quería seguir privando a la mujer de sus precisadas horas de sueño, pues Cristina seguro estaría muy