DE MONJA A ESPOSA
aĂas la mano de su hija, Aurora. Adriana se gira de inmediato hacia su hermana, que estĂĄ pĂĄlida, y temblorosa, pues no solo los ojos de Adriana estĂĄn sobre ella, tambiĂ©n los de Eloise, que la mir
uperar su posiciĂłn econĂłmica. No permitirĂ© que hagan de la vida de Aurora algo que ella no quiere. Si se casa con Ares, le darĂ© estudios, posiciĂłn social, y la posibilidad de divorciarse en 5 años si asĂ lo desea. AĂșn serĂĄ joven, y yo me encargarĂ© de protegerla. Sabes que la quiero como si fuera mi propia hija. HarĂ© de ella una mujer preparada para que no desperdicie su vida en un convento, ni tampoco vuelva a dejarse humillar de mujeres cĂłmo estĂĄ señora. -Mira con desprecio a Eloise que se esconde tras su esposo, mientras Ă©l baja la cabeza, avergonzado por darse cuenta de que no ha protegido a su hija lo suficiente. Convencido de las palabras de Jazmine, accede. -EstĂĄ bien, convencerĂ© a mi querida hija Aurora de que se case con Ares, pero solo con una condiciĂłn. -ÂżCuĂĄl? -Todo aquello que prometiste darnos, incluso esta casa, estarĂĄn a nombre de Aurora. -¿¥Que!? -Se escandaliza Eloise ante la peticiĂłn de su esposo, quien la calla con una mirada frĂa. -DespuĂ©s de todo es ella quien se casarĂĄ con tu hijo. Si decide darnos algo serĂĄ por quĂ© ella asĂ lo quiere. Ares entiende la lecciĂłn que el señor Hermswort le quiere dar a su esposa, y lo admira por eso. -AsĂ serĂĄ IsaĂas... -SonrĂe maquiavĂ©licamente Jazmine, que disfruta la cara de decepciĂłn de Eloise. *** -ÂĄHermana, por favor ĂĄbreme! -Pide sin descanso Aurora afuera de la habitaciĂłn de Adriana que estĂĄ encerrada, llorando desconsolada. -ÂĄPor favor Adriana!, no sĂ© que pretendan Ares y la señora Jazmine, pero yo no planeo casarme con Ă©l. Casi al instante Adriana abre la puerta mostrando su cara manchada de negro por el rĂmel corrido de sus pestañas. -ÂżEn serio? -No lo dudes. Mi intenciĂłn no es casarme con nadie. Y aunque lo fuera, no podrĂa casarme con alguien a quien tĂș amas. Eres mi hermana, antes prefiero tomar los hĂĄbitos. Ante las palabras de Aurora, Adriana la abraza con agradecimiento. -ÂĄGracias! ÂĄGracias hermana! -Tranquila, todo estarĂĄ bien... -ÂĄNo lo creo!... MamĂĄ... ÂżViste su expresiĂłn? -Dice con vergĂŒenza Adriana, que aĂșn no puede creer que su madre prefiera el dinero a su hija. -ÂżY quĂ©?, asĂ me mate, no me casarĂ©. El Ășnico que puede forzarme a aceptar ese matrimonio es mi padre, y estoy segura de que Ă©l jamĂĄs me obligarĂa a nada. -ÂĄEs cierto!, papĂĄ es diferente. Hablan entre sĂ, las dos hermanas que no tienen ni idea del trato que acaba de hacer su padre. ... Un rato despuĂ©s los Walton se van, confiando en la palabra de IsaĂas Hermswort, que es tan vĂĄlida como un contrato fĂsico. Eloise, intenta hablar con su esposo, sobre las decisiones que este ha tomado, pero Ă©l la ignora, despreciando a la mujer ambiciosa que ha usado a sus hijas a su conveniencia, y que no deja, por el quĂ© dirĂĄn. Sube a la habitaciĂłn de Adriana, teniendo claro que lo mĂĄs importante es que ella entienda y acepte el matrimonio de su hermana, para luego poder convencer a Aurora de dicha uniĂłn. Toca la puerta y se prepara para encontrar a una Adriana, triste y afligida, pero le sorprende encontrarla mĂĄs animada, y con una pequeña sonrisa en los labios. -Querida, pensĂ© que... -ÂżQuĂ© papĂĄ? -ÂĄNada!... ÂżPuedo pasar? -ÂĄClaro que sĂ! -Camina hacia el interior de su habitaciĂłn, permitiendo que su padre siga, y cierra la puerta tras de Ă©l. -cariño, me gustarĂa hablar contigo. -ÂżDe quĂ© papĂĄ? -Es sobre lo que pasĂł hoy. Adriana sonrĂe, por quĂ© despuĂ©s de hablar con Aurora, estĂĄ segura de que al ella rechazar la propuesta, Ares no tendrĂĄ mĂĄs remedio que casarse con ella. -Ninguno de nosotros esperamos este cambio tan repentino. -Suspira preocupado por lo que le dirĂĄ a su hija. -Sabes que te amo como a mi propia hija. Yo te crie desde que tenĂas 10 años, y jamĂĄs he hecho diferencias entre tĂș y Aurora. -Lo sĂ© papa, y siempre estarĂ© agradecida por eso. La vida no me pudo regalar un mejor padre que tĂș. Y por lo de Aurora no te preocupes. Ella no aceptarĂĄ. -Ese es el problema. Aurora asĂ no quiera debe casarse con Ares. A eso me comprometĂ. -ÂżAh? -Las ilusiones se derrumban en un santiamĂ©n para Adriana. -Hija mĂa, voy a ser muy sincero contigo, y tal vez no logres entenderme, pero solo espero y en un futuro, cuando seas madre, puedas hacerlo. Esto es un trato meramente comercial, y tĂș estĂĄs enamorada de ese hombre. No puedo permitir que tus sentimientos te dejen tomar una decisiĂłn que rompa tu corazĂłn de por vida. Mientras que con Aurora, Jazmine prometiĂł hacerse cargo, para que en 5 años quede liberada de ese matrimonio. -ÂĄPero a mĂ tambiĂ©n puede ofrecerme ese trato, papĂĄ!, yo sĂ© que si Ares me conoce, puede enamorarse de mĂ. -ÂżY si no? ÂżSoportarĂas mientras tanto sus desprecios? -ÂżEh? Suspira, muy cansado, IsaĂas por esta situaciĂłn. -ÂżQuĂ© clase de vida llevarĂas Adriana? Aurora no siente nada por Ă©l. Y en 5 años tendrĂa aĂșn tiempo para volver al convento si asĂ lo desea. Y la verdad es que tambiĂ©n hago esto porque se lo debo. No es justo lo que tu madre hizo con ella, y lo sabes. TĂș ya eres alguien que puede valerse por sĂ misma, con o sin Ares, pero Aurora no lo es. Y yo ya no tengo los medios econĂłmicos para que siga