Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mi encuentro con un misterioso magnate
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
No me dejes, mi querida mentirosa
"Hoy es un gran día, podemos hacer lo que sea. Nuestros corazones están listos para amar...".
"Ding-dong, ding-dong...".
La alegre canción que Amelia Mo escuchaba en su ipod reflejaba a la perfección su estado de ánimo. De pronto, el timbre sonó y la sacó de su letargo. Con una sonrisa, Amelia caminó hasta la puerta para ver quién era; estaba muy emocionada y su corazón latía con fuerza porque pensaba que era su novio el que estaba del otro lado. ¿Quién más podría ser sino él? Debía estar allí para celebrar su cumpleaños número 25.
El corazón de Amelia saltó de alegría al pensar en que Jasper Gu, su amado novio, había ido a visitarla temprano ese día para hacerla sentir especial en su cumpleaños. Antes de abrir la puerta se aseguró de arreglarse bien la camisa y el pelo para lucir prolija para él. Su rostro se adornó con una sonrisa tierna y dos hoyuelos en sus mejillas. Entonces le quitó el pestillo a la puerta y la abrió. Su felicidad se convirtió en decepción cuando vio a la persona que estaba parada del otro lado, su sonrisa devino en un ceño fruncido cuando preguntó: "¿Qué estás haciendo aquí?".
"Vine a traerte en persona la invitación a mi boda", respondió Yolanda Mo con frialdad mientras miraba con desdén a Amelia. Sus ojos estaban laboriosamente maquillados y unas pestañas postizas revoloteaban de vez en cuando con arrogancia.
"No era necesario que lo hicieras, de todas formas no pensaba ir", arguyó Amelia con la misma indiferencia y frialdad de Yolanda. Dicho eso, se alistó para cerrar la puerta.
Inmediatamente, la mujer afuera se apoyó contra el umbral y tiró con fuerza la tarjeta de invitación roja a través de la rendija antes de que se cerrara. Amelia se quedó pasmada ante semejante gesto invasivo, mientras que, del otro lado, Yolanda esbozaba una sonrisa triunfante. "Asiste, querida, es tiempo de que enfrentes la realidad".
"¿Cuál es tu problema?", inquirió Amelia, mientras abría la puerta y veía cómo la intrusa se daba la vuelta a toda prisa para marcharse. Si Yolanda Mo no hubiese salido despavorida, ella definitivamente se habría liado a golpes con la mujer.
No había nada que pudiera interesarle menos en ese momento que asistir a ese matrimonio.
"Para una chica como ella, acostumbrada a cambiar de novio como cambiar de pantalón, la sola idea del matrimonio suena a chiste. ¡Es ridículo".
Luego de cerrar la puerta, Amelia tiró la invitación y, seguidamente, sus ojos se posaron sobre el gran ramo de lirios que adornaban la mesa. Ante semejante visión, el brillo en sus ojos resplandeció de nuevo y una sonrisa volvió a adornar su rostro. Las palabras de Jasper resonaron en su mente y la pusieron de muy buen humor. Él le había comprado ese ramo de flores por su cumpleaños y le había dicho que su belleza era igual a la de esos lirios; para Amelia nada podía ser más romántico que eso. Entonces agarró el ramo y lo sostuvo contra su pecho, como si pudiera sentir el calor de su amado en ellos.
Pasó una hora, pero nada que Jasper aparecía y la ansiedad en su interior solo crecía más y más. Llegó un momento en el que no pudo seguir soportándolo, así que agarró su teléfono y marcó el número que había memorizado.
Aunque la línea repicó, nadie contestó el teléfono. Ella estaba sorprendida y sintió como si hubiera pasado un siglo. Esperó por largo rato aguantando la respiración pero nada.
"¿Qué estará haciendo? ¿Por qué no me contesta?". Después de un rato de intentos fallidos, Amelia tiró el teléfono con rabia y, accidentalmente, vio la tarjeta de invitación sobre la mesa. Como no tenía nada más que hacer, le echó un vistazo.
Solo la miró muy someramente, revisando los detalles del brocado, los colores y el diseño. No leyó nada porque no le interesaba saber los detalles de dicho evento.
Sin embargo, Amelia no pudo evitar centrar su atención en la foto del novio, la cual estaba junto a la de la novia, ambas enmarcadas con un diseño muy llamativo en la parte izquierda de la tarjeta.
Sus ojos no podían creer lo que veían mientras contemplaba los rostros felices de la futura pareja de esposos, su corazón se desplomó en un segundo.
Amelia agarró con fuerza la invitación y parpadeó un par de veces para ver con claridad.
Finalmente, se atrevió a leer el contenido de la tarjeta para corroborar la información. A pesar de que había sido Yolanda quien había ido en persona hasta su casa para entregarle la invitación a su boda, la foto que aparecía en la tarjeta y el nombre mencionado en ella era el de su novio, Jasper Gu.
Amelia se sintió caer en un trance terrible, ese era el día de su cumpleaños y ella solo estaba esperando que su novio llegara para pasar un día maravilloso y lleno de amor con él.
¿Cómo era posible que ocurriera algo así? La noche anterior, Jasper le había prometido que el pediría matrimonio en su cumpleaños, ¿cómo es que ahora estaba comprometido con Yolanda Mo? Todavía con la tarjeta en la mano, su visión empezó a empañarse por las lágrimas y su corazón empezó a doler como si estuviera siendo pinchado por cientos de agujas. De pronto, Amelia se incorporó y respiró hondo. Necesitaba que alguien le diera una explicación, ¡debía haber un error, eso no podía ser cierto!
Entonces volvió a marcar el número de Jasper, pero él no respondió. Frustrada, siguió llamando y llamando hasta que la dulce voz de la operadora dijo: "Lo siento, pero el número que está marcando se encuentra fuera de servicio".
Completamente desolada, Amelia se dio la vuelta y miró los lirios que estaban sobre la mesa, los ojos le ardían. En un arrebato, agarró su cartera rápidamente y salió corriendo.
Cualquiera que fuese la verdad, ella debía descubrirla con sus propios ojos.
¿Qué rayos significaba esa invitación? A Yolanda siempre le había gustado jugarle bromas pesadas, así que trató de calmarse mientras caminaba hacia la parada de autobús. La gélida brisa invernal la hizo temblar tan pronto como salió de la casa.
Amelia se sentía agotada y se tapó la boca con las manos frías para bostezar. Cuando se montó en el autobús, su teléfono empezó a sonar y ella inmediatamente supuso que era Jasper, así que respondió sin siquiera ver la pantalla: "Querido". No obstante, su voz entusiasmada chocó con una risita del otro lado de la línea. "Oh, Amelia, no tienes que decir esas cosas, parece que estás tan obsesionada con tu enamorado que no revisas antes de contestar, pero no soy tu novio. ¡Solo te llamaba para desearte un feliz cumpleaños!".
"¡Oh! Eres tú, Courtney", respondió Amelia, sin poder ocultar su decepción. "¡Gracias!".
"¿Qué pasa?", preguntó Courtney Lin con preocupación al sentir el dolor en la voz de su amiga.
"Oye, lo siento pero tengo prisa ahora, mejor hablamos luego, ¿vale?". En ese momento, ella estaba a un par de metros de su destino, así que, después de colgar, salió corriendo del bus y caminó directo a la casa de su novio.
Jasper vivía en una lujosa urbanización al oeste de Ciudad A. Como Amelia solía ir a limpiar su casa de vez en cuando, el vigilante del conjunto la reconoció, pero esta vez no la saludó con una sonrisa como solía hacerlo. En vez de eso, se le acercó con una expresión extraña y la interrogó sobre sus motivos para estar allí hoy. Como ella no estaba de humor para dar explicaciones, simplemente calló y entró a la mansión de Jasper.
En ese mismo instante, dentro de la lujosa mansión, una pareja retozaba sobre una gran cama con sábanas de seda. El hombre rugía abajo y ella gemía de placer arriba, ambas voces se entrelazaban mientras sus cuerpos hacían lo mismo.
Amelia supuso que Jasper no estaba en casa, pero cuando llegó a su habitación vio que la puerta estaba entreabierta. Tuvo que respirar hondo para tratar de calmarse, se dijo a sí misma que debía enfrentar la verdad como fuese para no caer de nuevo en las intimidaciones de Yolanda o de lo contrario sería a gran perdedora de nuevo.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz coqueta que emergió del interior del cuarto: "¡Vamos, Jasper! ¡Ya estoy adolorida!".
'¿Jasper? ¿Que está adolorida? ¿Qué demonios está pasando allí dentro?'.
"¿No te gusta esta posición? ¿Ya te cansaste o quieres que me venga ya? ¡Me vas a amar por siempre, estoy seguro!", gruñó Jasper conteniendo la voz, aunque se podía entender claramente el tono juguetón en sus palabras. Las mejillas de Amelia se sonrojaron al instante.
"¡Cállate!", respondió la mujer entre risas coquetas y jadeos.