Novia del Señor Millonario
Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
Los Mellizos del CEO
El dulce premio del caudillo
El réquiem de un corazón roto
Yo soy tuya y tú eres mío
El gran regreso de la heredera despechada
Louise
Siempre supe que los hombres eran imprudentes, ellos no querían nada serio en la vida, pero ver como se comportaban siendo unos malditos, me había quitado todas las ilusiones del mundo cuando vi que solo buscaban algo: Sexo.
Claro que yo solo quería su esperma, pero no quería cualquiera, no quería que mi futuro hijo fuera algún potencial asesino, ni nada parecido. Quería que fuera lindo, gordito, lleno de energía y con una vibra dulce.
El último día de noviembre finalmente llegó, y desde la ventana de mi apartamento, observaba los destellos de los fuegos artificiales que iluminaban el cielo nocturno. Con una cerveza en mano, tomaba un momento para reflexionar sobre la decisión de no unirme a mi familia en estas festividades, algo que no había hecho desde que me mudé sola hace tres años.
En este tiempo, he logrado más de lo que imaginé: completé mi carrera, obtuve la oportunidad de trabajar de manera independiente y finalmente, inicié mi propia agencia. Estaba segura de que había recibido mucha ayuda, estaba por el camino correcto que me había comenzado a mí misma cuando cumplí los 20 años y supe qué quería hacer.
—Hija —Es lo primero que escuché a través del celular, mi madre me llamaba totalmente feliz —Siento mucho que no puedas estar aquí con nosotros.
—Lo sé, mamá —Digo mientras alejó la lata de cerveza de mi boca —Tengo mucho trabajo pendiente —Cosa que era verdad, pero no lo haría hoy, mañana sí lo haría porque no tenía más tiempo.
—Lo entiendo, aun así me pone triste que no estés aquí conmigo.
—Los visitaré el 7 de diciembre —Confieso.
—¡Claro! Estaremos encantados de recibirte —Ella me sigue hablando de como mis tías estaban bailando, de como mi abuela también estaba animada, aunque todos me extrañaban, estaban pasándola lo mejor posible.
Tiro mi cabeza hacia atrás mientras la escuchó hablar, reflexionando lo que había hecho estos últimos meses, además de dirigir la agencia, porque yo quería algo, yo de verdad quería conseguir ese sueño, ese loco sueño.
Yo quería ser mamá, deseaba con todas mis fuerzas ser mamá de un bebé, de poder criarlo y darle lo mejor, pero no tenía a nadie, la realidad era que no había tenido a nadie desde los mismos 20 años que supe quería en mi vida.
Apenas cumplí los 25 años, me había instalado todas las aplicaciones de cita posibles, porque tal vez estaba alguno que me gustaría, que me iba a gustar lo suficiente, pero al contrario, solo encontraba personas que no eran posibles potenciales de ser buenos hijos, solo personas que tenían el corazón podrido.
Necesitaba un milagro, un milagro que tal vez navidad me lo iba a traer, yo tenía mucha fe que este mes, sería el mes de hacer a mi bebé, de ser madre.
Cuando mi madre se dio cuenta de que estaba distraída se despidió y me deseo suerte para mis días de trabajo. Mañana sería un día pesado para la agencia, comenzaba todo el trabajo de un montón de empresas que estaban con nosotros, tanto trabajó llegó a nosotros este año que no tendría mucho tiempo libre, pero siempre lo sacaría para cumplir mi sueño.
Al día siguiente fui la primera en ver las cosas pendientes e inmediatamente llegaron los demás, fue asignar tareas mientras su cumplía las mías y ayudaba a los demás. Sin querer uno de los tantos papeles que tenía en el escritorio salió volando y me levanté rápidamente para recogerlo, este documento no lo había visto, ¿qué era? Cuando empecé a leerlo, recordé, ¡era hoy!
—Me tengo que ir —Dice mientras recogía algunas cosas para trabajar desde el lugar.
—¿Qué sucedió? —Preguntaba una de mis compañeras.
—Tenía una reunión para elegir al contador de la agencia, tengo hoy las entrevistas —Le respondí mientras corro al ascensor —Tienen que terminar las cosas para hoy y tomar el 7 libre —Les advierto mientras cierran las puertas.