Él era un millonario que lo mismo que tenía de atractivo, lo tenía de despiadado, sobre todo en circunstancias desesperadas. Eso me convirtió a mí en la solución perfecta para todos sus problemas. El juego era simple y las reglas estaban claramente establecidas y, aun así, terminé siendo una tonta y equivocándome cuando no lo debía hacer.
Cada vez que miro mi barriga, los remordimientos comienzan a atacarme sin piedad ¿Por qué me entregué a alguien a quien no le importaba en lo más mínimo? ¿Por qué pasé mis noches con alguien que se iría sin pensar en mí en lo absoluto? Y … ¿por qué demonios permití quedarme embarazada de él?
El sonido del timbre en la puerta me sorprende y me saca de mis pensamientos. Por más que no quiero atender a nadie, no soy capaz de hacerlo y la voz sale de mi garganta antes de darme cuenta de ello.
- Espere, ya voy –digo para la persona que está llamando a la puerta sepa que no demoro en abrirla
Cuando abro la puerta y veo de quién se trata me quedo estupefacta. No tengo las palabras necesarias para explicar cómo me siento en estos momentos…
Dos meses antes:
- Entonces ¿estás saliendo con alguien por el momento? –pregunta Hugo
- No, en estos momentos me estoy enfocando en la empresa, creo que es lo mejor. Lo que más quiero es que superemos a Casper Enterprises, ser el segundo no me gusta, nunca me ha gustado. Si quieres hacer algo en la vida, tienes que asegurarte de que vas a ser el mejor en ello
- ¿Y qué pasó con Olivia?
- Eso quedó todo en el pasado
- ¿Y Melissa o Isabella?
Mi padre no cede, no se da cuenta que no me interesa hablar de mujeres con él
- Papá, tienes que parar de presionarme de una vez
- Dejaré de hacerlo cuando tú comiences a pensar en tu propio futuro. Este imperio lo construí yo solo con la idea de pasarlo de generación en generación, pero, por el paso que llevas, todo terminará contigo
- ¿De qué estás hablando papá?
- ¿Acaso no es algo obvio? Si no tienes un hijo al menos, no tendrás a nadie que herede la compañía después de ti
- Siempre podemos cederle la empresa a Adonis –le digo con una sonrisa dibujada en mi rostro- él es como un hijo para ti ¿no?
Evidentemente se dio cuenta de mi malestar. Por mucho que he tratado, nunca he sido capaz de poder ocultar mis expresiones faciales y, la mayoría de las veces, lo que no digo con palabras, lo digo con mi cara y eso no es bueno.
- ¿Qué te pasa?