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Un Contrato De Protección

Un Contrato De Protección

Elena Rosas

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Capítulo

Arantxa Olivares tenía todo lo que quería: una exitosa carrera como neurocirujana, un esposo que la adoraba y un futuro prometedor. Pero todo se derrumbó el día de su boda, cuando un disparo acabó con la vida del hombre que la rescató. Desde entonces, Arantxa vive atormentada por el miedo, sin saber quién está detrás de los constantes ataques que sufre. Su única esperanza es Leonardo Santamaría, el hombre que apareció como su salvador una noche, él resulta ser su antiguo amor de juventud. El mismo que la abandonó sin darle explicaciones. Leonardo Santamaría es un ex marine convertido en el dueño de una prestigiosa agencia de seguridad privada. Su trabajo es su pasión y su orgullo, y nunca ha fallado en ninguna misión. Pero hay algo que no puede olvidar: el amor que sintió por Arantxa Olivares, la mujer que le robó el corazón y que luego lo destrozó. No esperaba que ella le pidiera que se casara con él como condición para ofrecerle el trabajo de su guarda espaldas. ¿Podrán Arantxa y Leonardo superar el pasado y confiar de nuevo el uno en el otro? ¿Lograrán descubrir quién quiere matar a Arantxa y por qué? ¿Será este el comienzo de una nueva oportunidad para el amor?

Capítulo 1 ¿Tú

Las sombras de la noche

oscura eran su única compañía, el aire gélido hizo que su cuerpo temblara y se

erizara, la calle estaba completamente sola, ni una alma vagaba por esa

avenida, los comercios ya había cerrado sus puertas al público, con el corazón

martillando con fuerza en su pecho camino lo más rápido posible, sabía que no

debía andar por esa calle a esa horas, sin poder evitarlo miró detrás de ella

sintiendo esa mirada penetrante, no era la primera vez que la sentía, y tal vez

tampoco la última; desde que recibió aquella amenaza su vida peligraba.

¿Quién la quería ver muerta?

Y ¿Por qué?

No había sido suficiente con

matarla en vida aquel día que le arrebataron al hombre que rescató su corazón,

que ahora también querían su vida. Aún tenía muy presente aquella noche, la que

debió ser la más feliz de su vida.

Todos por fuera de la iglesia

los felicitaban, los periodistas de la columna de sociales no dejaban de tomar las

mejores fotografías del evento que habían calificado como la boda del año. De

pronto y de la nada el rechinar de unas llantas menguo su felicidad, el grito

de un hombre diciendo su nombre hizo que volteara, de pronto el terror se

apodero de su ser, al ver el arma que apuntaba directamente a ella.

Escucha el disparó y los

gritos de las mujeres que se alejan por miedo a que algún proyectil las dañe,

cierra los ojos esperando sentir como la atraviesan, pero no sucede. De nuevo

escucha el rechinar de las llantas del vehículo que se aleja del lugar, abre

los ojos y la escena que tiene al frente de ella la llena de horror. Las balas perforaron

el cuerpo de su recién esposo, Arantxa cayo junto a Steven al suelo, tratando

de contener la hemorragia.

Su vestido blanco se había

teñido de color carmesí,

—Perdóname, yo tuve la culpa,

nunca debi…— trato de hablar, sin embargo, un coagulo de sangre le impidió

seguir hablando.

—No tengo nada que

perdonarte— beso su frente— además tú vas a vivir, no puedes dejarme sola.

—Te amo Arantxa, todo lo hice

por…— por la perdida de sangre quedó inconsciente.

El sonido de las sirenas de

la ambulancia se escuchó llegar, lo subieron y estabilizaron.

Llegaron muy rápido al

hospital donde ella trabajaba, para su desgracia el médico de guardia había

tenido un problema por lo que no había llegado a cubrir su turno. Ella no podía

dejarlo morir, por lo que fue a su consultorio, saco el uniforme quirúrgico que

guardaba para las emergencias.

La voz se había corrido como

pólvora, la doctora Olivares estaba en el hospital con su esposo y ella estaba

vestida de novia, y pretendía operar, pero en el reglamento del hospital estaba

prohibido.

—Necesito salvarle la vida…—

le decía al director del hospital que había llegado a su consultorio, pero él

no estaba ahí para hacer cumplir el reglamento, tenía una mala noticia que

darle.

—Lo siento doctora, su esposo

acaba de fallecer— un grito desgarrador se escuchó por toda la sala del

hospital, la jefa de enfermería que era su mejor amiga se acercó a abrazarla.

Días después del funeral, no

soportaba la idea de quedarse en el departamento donde compartió tantos

momentos felices con él, cada espacio tenía una parte de él, así que decidió ir

a trabajar, sin descanso, ya no le importaba su salud, lo único que quería era

irse con Steven, el hombre que aprendió a amar.

Esperando a su paciente para

dar una consulta su secretaria entro con una caja envuelta en papel de regalo

en la parte superior se podía ver un gran moño de color blanco, al verlo

frunció el ceño, ¿Quién había podido mandar aquel regalo?

—¿Quién lo manda? — preguntó

a su secretaria que había recibido la caja, escuchando la respuesta buscó

alguna nota que le dijera de parte de quien era ese regalo.

—No lo sé doctora antes que

pudiera preguntar el mensajero ya se había ido— la secretaria la miró con pena.

Arantxa con cuidado destapó la caja plateada;

—¿¡Por Dios que es esto!?

Su rostro reflejaba horror

por lo que había visto en la caja, de inmediato la arrojó lejos de ella

logrando que parte de lo que había dentro de la caja saliera, se escuchó el

jadeo de sorpresa y horror de las personas que estaba cerca de ahí, miró a la secretaria,

que tenía la misma mirada de terror.

—Llama al agente Ramson de

inmediato, dile que necesito que venga urgentemente y cancela la consulta por

ahora por favor.

No tardó mucho en llegar el

agente quien era el encargado de investigar el asesinato de Steven. Sin demora

le mostró la caja que se había quedado en la esquina de su consultorio. El

agente fue con toda tranquilidad, sacando unos guantes de látex para revisar el

interior de la caja.

La abrió mirando a detalle lo

que se encontraba, parecía un corazón de algún animal pues estaba pequeño, si

no se equivocaba era de un cerdo, debajo de este se podía notar la fotografía

de ella con Steven, la frente de ella se notaba la leyenda que anunciaba “Tú

debías morirás”.

Desde ese día no había podido

vivir tranquila, pensando cuando cumplirían esa amenaza.

Siguió caminando a paso firme

sujetando con fuerza el maletín con su mano izquierda, miro todos los detalles

que se iba encontrando en su paso, al salir nunca se fijó en el cielo, que no

se percató que no había ninguna estrella, pues estaba cubierto por una densa

nube, que pronto dejó caer una copiosa lluvia, no podía creer en su suerte, su

auto estaba en el taller así que tendría que correr antes que se mojara más y

ningún taxi quisiera subirla y llevarla a su casa, de pronto la silueta de un

hombre apareció enfrente de ella.

Gracias a la lluvia no podía

verlo con claridad, pero su sexto sentido decía que corriera al lado contrario,

sus pies obedecieron dando vuelta en una calle no era el mejor camino, pero

quería alejarse de ese hombre lo más pronto posible.

Sin saber cómo, ni cuando ese

hombre la agarro del hombro y la aventó contra la pared provocando un leve

dolor en su espalda, estaba temblando, pero levanto su vista mostrando coraje,

su padre siempre le había enseñado que nunca debía demostrar su miedo, se

encontró con una fría mirada, gracias a su memoria fotográfica podía guardar el

rostro de ese hombre y más que tenía una horrible cicatriz desde su frente del

lado izquierdo, pasaba en medio de sus ojos y terminaba en la mejilla derecha,

de pronto sintió el filo frio de una navaja sobre su cuello.

—Toma lo que quiera y déjame

ir.

Ordeno pensando que lograría hacer

que cambiara de opinión y la dejara ir, pero no noto ningún movimiento en su

cuerpo, de hecho, sintió como el filo del objeto se clava en su blanca piel,

tal parecía que ese sería su fin, y pronto se reuniría con Steven.

—Voy a sacar mi cartera ahí

están mis tarjetas, te daré las claves, puedes llevarte él dinero, es mucho tal

vez …— presiono más el arma en su garganta, pudo percibir como le recorría una

gota de sangre por su delgado cuello.

La lluvia ya había aminorado,

las grandes gotas ahora eran unas pequeñísimas gotas, pero su ropa y su cabello

estaban empapados, giró su cabeza al escuchar las voces de dos mujeres que

pasaban por la calle por dónde venía, si gritaba ahora tal vez serviría para

que ese sujeto la soltara y saliera corriendo, cuando intento abrir la boca

sintió la mano de su agresor tapándola, tal parecía que podía leer su mente

pues frustró su plan de gritar, regreso su vista a su rostro fijándose en sus

ojos que no cambiaba en nada, era claro que ya estaba acostumbrado a hacer ese

tipo de trabajo, terminar con la vida de las personas sin ningún remordimiento.

—Lo siento primor, pero tu

dinero es insuficiente a comparación de lo que me van a pagar cuando termine

con tu vida— abrió los ojos— aunque me gustaría divertirme un poco contigo—

paso su lengua por su mejilla, nunca antes había sentido ese asco— lo malo es

que no tengo tiempo, seré benevolente contigo y terminare con tu vida

rápidamente para que te reúnas de nuevo con tu esposo.

Cerro los ojos esperando

sentir como el filo de la navaja cortará su arteria yugular, en menos de un

minuto ella perdería la vida…

Sin embargo, no sucedió, la

sorpresa la inundo cuando dejo de sentir la presión del arma sobre su cuello,

al abrir los ojos en la oscuridad de la noche noto dos siluetas peleando, uno

de ellos tomo un objeto contundente que no dudo en golpear al otro y dejarlo

completamente inconsciente.

Respiró, alguien había ido a

ayudarla, y sin saber le había salvado la vida.

—Muchas gracias— se acercó al

hombre que estaba de espaldas a ella— me ha salvado, ¿Cuál es su nombre? — pero

este no volteo a verla, ni se escuchó ninguna palabra que saliera de su boca—

señor, no me va a contestar…— comenzó a caminar dándole la espalda todo el

tiempo.

Arantxa frunció el ceño,

parecía que se iría sin darle la cara, ni su nombre, corrió detrás del

desconocido, al alcanzarlo dio dos zancadas más largas para detener su marcha,

y se detuvo en seco al ver quien la había salvado.

—¿Tú?...

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