—Dame otra oportunidad —susurra él en mi oído, respirando fuerte queriendo que su aliento descontrolado me haga notar que soy el mayor anhelo de toda su miserable existencia.
Así es como lo define siempre que me trata de esta forma. No puedo más, esta vez no puedo más.
Yo quiero ser más que un anhelo, que un deseo, que una necesidad. Yo quiero que me ame como yo le amo y Thiago Montelli no ama, no sabe hacerlo y no quiere aprender a amarme. Es un hombre que sabe muy bien lo qué quiere, siempre lo ha dejado claro y desgraciadamente no queremos las mismas cosas.
Con solo mirar por los cristales templados de la habitación de su ático, abrazando mi cuerpo por encima de las manos suyas, el azul enternecedor del océano se ve tan grande como se siente mi deseo por volver a rendirme a Thiago. Pero tengo que acallar esas ganas porque me he perdido demasiado y necesito volver a encontrarme, aunque sea sin él. Necesito que sea sin él.
Las lágrimas que se han secado en mis ojos empiezan a formarse en el interior de mis párpados nuevamente porque sabía que lo iba a dejar cuando vine aquí.
Que me iré lejos de su poder y de aquello que él me hace sentir más allá de lo que soy capaz de controlar; pero dejarle es más difícil que plantearme hacerlo.
Él siempre ha confesado su temor a que me vaya un día, a que huya de él; pero en el fondo siempre ha confiado en que no podría. Me ha lastimado demasiado y eso le estaba desgarrando por dentro, lo sé...Le conozco tanto como para saberlo.
Esas certezas apabullantes sobre este hombre que nunca ha amado y aún jura no amarme, en tanto sí necesitarme, son las que me hacen alejarme a pesar de todo lo demás.