Novia del Señor Millonario
Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
El dulce premio del caudillo
Los Mellizos del CEO
El réquiem de un corazón roto
Yo soy tuya y tú eres mío
El gran regreso de la heredera despechada
El rugido de las detonaciones del arma resonaba en la sala de disparos de la casa de Demian Morgan, un espacio que habían mandado a diseñar en los planos de la nueva casa que ordeno a construir. Pensó habilitar un sitio donde todos pudieran practicar para entrenar o bien sea para aliviar el estrés. Esa tarde Violeta Morgan mantenía sujeta un arma la cual descargaba en segundos sobre la figura de un hombre de papel.
Ese día la joven se sentía frustrada ya que su adorado profesor no había ido a clases, ¡Era un idiota! Pensaba mientras disparaba repetidas veces el arma entre sus delicadas manos. Se preguntaba ¿Porque demonios no había ido a dar clases ese día? Era tanta su molestia que cuando supo que el tipo faltaría se saltó las demás materias, no le interesaba asistir a ninguna más si Dylan no estaría en la universidad.
El cartucho se vacío, lo que la llevo a recargar nuevamente el arma para apuntar sobre su objetivo nuevamente. Estaba furiosa, hasta llego a pensar que el beso que le había robado el día anterior tenía mucho que ver con su ausencia ese día. De solo pensar que a Dylan le causaba incomodidad o molestia que ella lo besara la enfurecía, frunció el ceño cuando la sangre comenzó a hervirle… descargo el cartucho del arma una vez más hasta que la misma comenzó a expulsar humo por el caño.
—¡Que idiota! ¿Cómo se le ocurre hacerme ese desplante?—Exclamaba mientras recargaba velozmente el arma—.Ya vera que conmigo no se juega, ni mucho menos me hacen una insolencia como esa.
Refunfuñaba, al levantar la mirada se da cuenta que la figura masculina de papel estaba completamente destruida es más estaba cayéndose en pedazos… de pronto el sonido del aparato que mueve las imágenes se mueve acercándola hasta ella para cambiarla, la joven mira de reojo, la imponente figura de su padre quien había presionado el botón para cambiar la figura de papel. Su padre se acercaba a ella hasta quedar a su lado.
—Lo has destrozado por completo, ¿Acaso estas enojada, Violeta?
—Hola padre, ¿Qué estás haciendo aquí?
—Esa pregunta debería hacértela yo, si no me equivoco a esta hora deberías estar en clases y en vez de eso aquí estas destruyendo todas estas figuras ¿Puedo saber el motivo?—Pregunta de forma impasible mirando al frente.
—No es nada papá, sabes que no me gusta que me estés espiando.
—Es mi deber saber el paradero de todos mis hijos y nietos.
—Eres muy controlador, ¿Mamá nunca te lo ha dicho?—A Demian se le escapa una leve sonrisa.
—¡Desde el día que me conoció!
La joven a su lado niega mientras cambia la figura de puntería. Realmente el papel estaba hecho trizas. Vuelve a mirar a su padre a su lado provocándole un poco de incomodidad, no era usual en él estar muy cerca de ella, por lo general siempre le daba su espacio. Pero desde que comenzó las clases parecía muy intenso.
—¿Por qué te has metido en el baño de hombres el día de ayer, Violeta? —Por supuesto, eso era toda la intimidación de su padre, los idiotas guardias le habían ido con los chismes ¡Malditos guardias! Siempre estaban metidos en todo, masculla para sus adentros.
—No quiero que me pongas guardias, son molestos.
—Eso no responde mi pregunta, y por tu bien será mejor que la respondas con sinceridad. De sobra sabes que siempre descubro las cosas.
¡Demonios! su padre era abrumador, no podía hacer nada fuera de lo normal porque todos sus movimientos estaban siendo vigilados. Como si no tuviera más hijos a los que atormentar. Niega apretando el botón rojo para alejar la figura de puntería.
—Papá, tienes que dejar el empeño de estar detrás de mí a todas horas. Invades mi privacidad y sabes que eso me irrita.