Me di la vuelta en la cama y estiré los brazos para tocar a Theo y nada de él, estaba
frío en Londres, así que fui en busca del calor de mi oso en la cama y no
Encuentralo. Levanté el edredón blanco y vi que estaba completamente desnudo, y
Sonrío al recordar por qué y mi mente recuerda la furia con la que mi
me habían quitado el camisón y las bragas durante la noche.
Theo era insaciable y vivíamos como si estuviéramos en nuestra luna de miel.
Cinco meses viviendo en Londres después de que le dispararan a Theo, y todavía
vivíamos juntos cada momento intensamente como si fuera el primero
es lo ultimo.
Empujé el edredón y tiré mis piernas fuera de la cama, pisoteando mis pies.
chanclas, odiaba pisar el suelo. Me agaché y recogí el camisón negro roto,
Negué con la cabeza, la dejé a un lado sobre la cama y caminé desnudo hacia la
Baño. Me duché y ni rastro de Theodoro, pero el olor a comida
estaba impregnando la casa, y un sentimiento repugnante se apoderó de mi
estómago. Salí de la ducha envuelto en una toalla y con un moño sujetando mi
pelo, y tan pronto como entré en la habitación vi que Theo había puesto una bandeja en el
mesa de la esquina y estaba terminando de arreglarme en el armario, ya me había vestido
pantalones negros y zapatos de vestir.
Me estiré detrás de él, rodeé con mis brazos su fuerte cuerpo y tomé mi
dedos en su pecho y pasé mis dedos por los pocos pelos que
creció. En el espejo vi el círculo en su hombro y comenté:
"¡Es perfecto para ti!" Me gustó.
- ¡Vaya! ¿Quieres decir que puedo llenar mi cuerpo con tatuajes? - me pidío
juguetón.
"¡No, por supuesto que no, cierto!" Solo este es perfecto.
"¡Eres perfecta, cariño!" dijo con deleite.
Theo me tomó de la mano y me colocó frente a él, pegó sus manos a las mías.
cuello y me atrajo hacia él, a sus labios y besándome me dijo:
"¡Soy el hombre más feliz del mundo!"
Sonreí y respondí:
“Eres el hombre más feliz, y caliente también. ¿Qué fue eso durante
¿amanecer? Me destrozaste por completo.
- ¡Lujuria! Ese fue un deseo loco y desenfrenado de follar a mi esposa.
- ¡Mmm! Y yo amaba ese anhelo animal.
- ¿Lo es? – Preguntó con voz ronca y con un tono de voz insinuante.
- ¡ES! Sus manos se pegaron a mi toalla y tan rápido como un parpadeo sentí
tus cálidos dedos en mi cintura empujándome y volviéndome
dirección de la pared.
- Siéntate mi animal, muriendo por volver a comerte. Su espesa barba rozaba el
mi cuello mientras me besaba y frotaba cada vez más en mí.
—¡Teo! Murmuré suavemente. "Vas a llegar tarde.
"¿Y de qué sirve ser el CEO?" - respondió, chupando el lóbulo de mi oreja.