Suspiro pesadamente mientras recojo los papeles que se esparcen sobre el escritorio. Esto está cada vez más difícil.
Amo mi trabajo, pero eso no significa que este no me agote por todo el tiempo que invierto en él, además de que siento la presión de no cometer ningún error, algo de los que mis otros compañeros son libres. Mi presión se debe a una persona que lleva nombre y apellido y que justo ahora anda rodeando el lugar como si buscara el más mínimo fallo en lo que hago para ir corriendo a reportarlo.
Sara me mira desde la esquina con mala cara; no la soporto. Solo por ser hija de la jefa cree que es mejor que todo el mundo. Patética.
Sara es la chica hermosa, pero que prefiere invertir el tiempo en molestar a los demás que a su trabajo que es para lo que se supone que está aquí. Nadie en el programa congenia con ella ya que la chica es una narcisista horrible que se cree que camina sobre oro, cuando en buenos periodistas aquí todos le llevamos muchos escalones de diferencia.
Yo me siento muy orgullosa de mi. No estoy en mi puesto gracias a que mi mamá me subió de nivel. No. Fue mi esfuerzo y todo lo que he trabajado hasta ahora.
Odio a las personas como ella. Personas que no se esfuerzan en alcanzar las cosas porque lo tienen todo. Y no obstante a tenerlo todo, juega prácticamente no lo que tiene en manos. Sara no es una mujer que se esfuerce en mantenerse donde está, porque errores enormes que ella comente se pueden ocultar ya que es la hija de la jefa, pero el más pequeño error de uno de nosotros nos cuesta una salida.
Sara desde que llegué al programa de televisión para noticias me odia, desconozco las razones y tampoco me interesa porque ella y yo no hablamos, pero ella usa la mayor parte del tiempo para tratar de menospreciarme. Lástima que no me interesa lo que piensen sobre mí. Solo cumplo con mi trabajo, es de lo que vivo. No vivo de sus comentarios fuera de órbita e indirectas que entiendo perfectamente.
Termino todo lo que tengo que recoger y lo tomo en brazos. Tengo que volver a casa porque ya se está haciendo tarde, solo espero que Anne no haya cometido ninguna idiotez con el novio.
—Ada—el llamado de Laura me hace detenerme y mirarla.
Laura es una compañera de trabajo y con la que mejor me llevo. Es amable, aunque bastante sincera y muy animada. Siempre me pregunto de dónde saca tanta energía. Tiene una linda sonrisa que hace que sus ojos azules claros brillen y el cabello negro le llega hasta los hombros, la tez clara de su piel la hace parecer una muñequita.
—¿Pasa algo?—pregunto con una sonrisa masajeando un poco mi cuello ya que últimamente estoy muy estresada.
—Como hoy es viernes, todos vamos a una disco, ¿te apuntas?—miro el lugar donde se encuentran varios de mis compañeros y muerdo mis labios sin querer.
Un error que nunca cometo, pero que con Jordan sí; acostarme con él.
Jordan Smith es uno de mis compañeros del programa, un día salimos a un bar para celebrar que me habían ascendido. Las cosas se salieron de control y termine con él en un baño del bar. Nada bonito ¿cierto? El problema es que él cree que tenemos una conexión luego de eso y ha intentado de todo para que le acepte una cita. Él es guapo y muy divertido, pero no es el tipo de hombre por el cual enloquezco.
No niego que es guapo y el sexo con él fue bueno. Pero no me gusta ligar el trabajo con mi vida personal, trato de siempre evitarlo por todos los medios. Aunque siempre lo evito Jordan no se da por vencido y por la determinación que sus ojos mantienen sobre mí, me doy cuenta que hoy tampoco piensa ceder a la estúpida idea de él y yo juntos.
—Bueno es…
No encuentro palabras para decirle a Laura que evito a Jordan cuando ella no sabe que él y yo nos enrollamos. De hecho, me alegro de que Jordan nunca lo haya divulgado ya que me gusta mantener mi vida privada de esa manera.
—Anda, están inaugurando ese nuevo sitio, debe de ser genial—le sonrío un poco y asiento ante el entusiasmo que despliega.
—Creo que necesito quitarme le estrés que llevo acumulado—ella levanta el pulgar en señal de que está de acuerdo conmigo y le doy una sonrisa de boca cerrada mientras ambas caminamos hacia el grupo que nos espera.
—Así que la princesa del programa nos acompaña—murmura Jordan sin contener la alegría de que sea así.
—Espero las distancias—comento de manera distraída.
Lástima que no pretendo que su cuerpo me toque de manera sexual ni cariñosa. Él es como la clase de hombres que se pegan como un chicle molesto y por más que tú seas sincero con ellos no aceptan un no. Es un verdadero fastidio.
En el camino evito por todos los medios hasta tener una conversación con él. Miro por la ventana y me doy cuenta que llevo tres meses sin recibir atención masculina. Puede que esta noche me enrolle a un chico guapo que NO sea Jordan.
Al llegar entramos y nos ubicamos en las mesas libres que encontramos uniéndolas para poder estar todos. La pista de baile está impregnada de personas que disfrutan que hoy es viernes y tendrán un fin de semana lejos de estudios y trabajos molestos. A pesar que amo mi trabajo, llega un momento en el que a veces es demasiado fastidioso.
—¡Vamos a beber!—grita feliz Laura siendo como siempre, el alma de la fiesta.
—¡A beber!—gritamos todos con una sonrisa.
Esperamos que traigan las bebidas y luego todos tomamos la copa y bebemos el líquido hasta el fondo. Me doy golpecitos de felicitaciones en la espalda mentalmente ya que no soy el tipo de chica que no aguanta una copa. Beber se me da bien ya no me embriago de inmediato.
Comenzamos una conversación en la cual tenemos que gritar un poco para escucharnos ya que el sonido de la música es alta. Las copas siguen llegando mientras bebemos riéndonos cuando uno de los chicos técnicos del programa hace un chiste buenísimo que casi me hace escupir mi bebía de la boca.
Pierdo la cuenta de cuantas copas llegan a nuestras manos, pero realmente me siento cómoda en este grupo donde lo único molesto es la mirada de cachorro abandonado que tiene Jordan, pero que ignoro muy estratégicamente. Hoy no estoy para hombres que no aceptan que una mujer no cayera por ellos.
Lo cierto es que Jordan no es un mal partido, es guapo, trabajador y muy inteligente, el problema es que no me gusta que me hostiguen y este parece ser el pasatiempo favorito de él.
—Voy a bailar—anuncio cuando ya el alcohol hace efecto en mí.
—Te acompaño—dice Laura un poco chispeante a mi parecer.
Alguien aquí es mala bebedora.
Ambas nos levantamos de la mesa donde los que quedan hacen un ruido de alegría a lo que nosotras hacemos reverencia, luego miro la pista de baile donde las personas saltan enloquecidas.
Nos ubicamos en la pista y movemos nuestros cuerpos de manera sensual. Tengo que admitir que me encanta bailar, el problema con esto es que solo lo hago bien cuando hay alcohol en mi sistema ya que sin una gota parezco un palo queriendo moverse, si, así de fuerte es la cosa.
Laura se ríe mientras se mueve y me anima a bailar, ambas sentimos la música en nuestro cuerpo porque cantamos mientras nos movemos. Me olvido por completo de todos mis problemas y del estrés dándole paso a este momento donde solo me divierto con una amiga luego de un pesado día de trabajo.
Laura me señala un chico y miro, le doy una sonrisa levantando mi pulgar a lo que ella asiente y camina hasta el chico. Le dice algo y luego el chico coloca sus manos en la cintura de mi amiga, ella me muestra el dedo pulgar por lo que le sonrío y continuo bailando sola.
Una mirada pesada cae sobre mí, pero es difícil distinguir de quién es ya que la multitud danza por todos lados. Mis ojos escanean el lugar en buscan del culpable, pero es en vano. Una suave respiración se posa en mi oreja enviando extraños, pero exquisitas corrientes eléctricas por todo mi cuerpo haciendo que se erice en el proceso.
—Sigue bailando—una voz orgásmica se escucha en mi oído y muerdo mis labios. Es esa clase de voz masculina que fácilmente puede volver trizas tus bragas por lo bien que suena, además de que dicha voz viene acompañada de un exquisito perfume que me hace cerrar los ojos para apreciarla.