Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Enamorarse siempre se ha definido como la fuente de la vida, un sentimiento liberador y hermoso que te hace florecer y catapulta al cielo mientras hace latir tu corazón desenfrenado por aquella persona, sin embargo.
¿Quién habla de las penas?, de los dolores y la incertidumbre, de las lágrimas y esos dolorcitos en el pecho que te dejan sin aire mientras preguntas:
¿Por qué yo?, ¿Acaso no he dado todo de mí?, ¿No soy suficiente?, ¿Por qué no puede amarme?, ¿Es que no quiere que sea feliz?.
Sí, la vida es dura, y el amor aún más, no todos tienen un cuento donde el sol alumbra su rostro y entre besos y caricias se dedican palabras de amor eterno, o viven el sueño de su vida junto a quienes aman.
A muchos nos ha tocado ser la segunda opción, el paño de lágrimas o la persona que está ahí pese a todo el infierno nos han hecho pasar, mientras juzgan y sólo nos dicen: