Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Novia del Señor Millonario
Una esposa para mi hermano
Mi esposo millonario: Felices para siempre
La heredera fantasma: renacer en la sombra
No me dejes, mi pareja
La oscuridad me envuelve, pero no me siento sola. Estoy en ese lugar que ya he visitado tantas veces en mis sueños. Respiro, y el aire se siente pesado, cargado de peligro. De repente, escucho unos gritos. Pequeños lobeznos lloran, sus aullidos son desesperados, llenos de miedo. Mi corazón se estruja al escucharlos. Son como los niños del hogar del padre Santi. Mi pecho arde con una mezcla de furia y compasión. No puedo permitir que les hagan daño.
De mi boca sale un grito poderoso, una palabra que resuena como un trueno en el aire: "¡PHYGETE!"
Los lobos malos, grandes y amenazantes, se detienen en seco. Sus cuerpos tiemblan y, como si fueran niños asustados, salen corriendo mientras gimotean, derrotados. Me siento feliz, aliviada por haberlos protegido. Los pequeños lobeznos están a salvo.
Mis ojos se encuentran con los de una mujer madura pero hermosa, con el rostro marcado por la sabiduría y el tiempo. Su cabello trenzado cae como cascadas oscuras. Hay algo en ella que me resulta familiar, como si siempre hubiera estado ahí, esperando. Le digo con voz firme, aunque llena de ternura:
"ON AGAPO TÉKNA, ECHOMEN ETI ASTHENEIS."
("Amo a los niños, pero aún somos débiles.")
Ella asiente en silencio, sus ojos reflejan comprensión. Pero entonces, como si el mundo empezara a desvanecerse, escucho un sonido lejano. Un golpeteo constante, como un tambor:
Toc toc toc.
El sonido se vuelve más fuerte, más insistente, hasta que me despierto de golpe.
De vuelta a la Realidad
Toc toc toc. Alguien está tocando mi puerta. Mi corazón da un salto, como si aún estuviera en el sueño. Me siento agotada, como si hubiera corrido kilómetros en esa otra realidad.
-¡Dormilona! -grita una voz familiar desde el otro lado de la puerta-. ¡Nos toca irnos! Apúrate, es tu turno de hacer el desayuno el desayuno.
Suspiro profundamente. Estoy tan cansada que siento que no puedo con mi vida. Me levanto con dificultad, dejando atrás el sueño que todavía me persigue. Soy Amara Zaria Luparia Yawar, un nombre común, un apellido común, en mi amada selva. Hace tanto tiempo que la dejé atrás... Familia, amigos... cuánto los extraño.
Toc toc toc.
-¡Sol solecito! -grita él, burlón-. No voy a hacer el desayuno y prometo que me acabaré el agua caliente. Pero en el fondo, ese sueño sigue ahí, como una sombra que no desaparece. ¿Qué significará? ¿Por qué siempre vuelvo a él?