Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
El regreso de la heredera adorada
Vuelve conmigo, amor mío
La segunda oportunidad en el amor
Enamorarme de ella después del divorcio
Tener hijo con mi mejor amigo
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Atraído por mi mujer de mil caras
Hotel Península Internacional
Ya mismo, la fiesta de cumpleaños de 22 años estaba a punto de concluir. Lola estaba un poco borracha y andaba bamboleándose. Su cara estaba más roja que antes, como si se hubiera maquillado con el colorete.
El ascensor llegó al octavo piso y Rosa mantenía empuñadas las manos de Lola con fuerza. Después de pensar un rato, decidió que nunca iba a dejar que Lola y Miguel durmieran juntos.
Ella tomó una decisión y llevó a Lola a la parte más profunda del pasillo. Las dos no se detuvieron hasta la última habitación, donde el camarero del hotel acababa de terminar de repartir la comida y todavía no cerraba la puerta de la habitación.
"Hola, la persona que está dentro es mi amigo, voy a saludarle, no hace falta que cierres la puerta". Sin sospechar de ella, el camarero se marchó empujando el carrito de comida.
A través de la rendija de la puerta, Rosa vio una sombra gigante, llevando puesto el camisón del hotel, debe acabar de ducharse.
"Mientras sea un hombre no me importa", dijo Rosa.
Sin pensar más, Rosa metió a Lola en la habitación con toda su fuerza, y cerró la puerta rápidamente.
Mientras lo hacía, levantó la mirada para ver la cámara de seguridad. Afortunadamente, esta habitación se situaba en un punto ciego, fuera del alcance de la cámara.
Después de ordenar su cabello, se marchó hacia otra habitación como si no hubiera pasado nada.
Lola fue arrojada a una habitación. Bajo la penumbra del farol, vio a un hombre que la estaba mirando seriamente.
Ella dio un respingo...
Las miradas frías...
Estar borracha no le hizo pensar más de la cuenta, se levantó difícilmente y se acercó al hombre. Lola estaba consciente de que necesitaba algo, que era muy importante para ella, pero ahora mismo no sabía qué era lo que necesitaba.
"¡Lárgate!" dijo Jorge después de ver la cara de la mujer.
Su cabello largo oscuro fue diseñado por una estilista profesional, y tanto el vestido blanco como su cuerpo sexy mostraban todas sus virtudes.
La parte inferior del vestido estaba decorada con diamantes brillantes. Su pierna delgada se mostraba por la parte derecha de la falda.
Debido a los tacones de punta roja con 8cm de alto que llevaba, se podía deducir que Lola era una persona alegre, franca y sincera.
En este momento, ella pisaba de forma grosera los tacones de edición limitada. A unos pocos centímetros de distancia, Jorge vio su cara rojiza...
"Me siento mal, ¿me puedes dar un vaso de agua fría?" Lola preguntó mientras intentaba quitarse los tacones, pero por mucho que lo intentaba no era capaz de hacerlo.
Puso el brazo derecho sobre el cuello del hombre, moviendo suavemente su mano izquierda, y finalmente logró sacar el tacón y lo lanzó a unos 3 metros de distancia.
El perfume que llevaba la mujer era de una marca muy reconocida internacionalmente, que no paraba de expulsar un olor floral agradable.
Todo lo que portaba esta mujer mostraba que era una señorita elegante y noble. "¿Es una dama que se equivocó de habitación?". ¿Es posible?
Jorge tiró el esbelto brazo de Lola, y la arrastró hacia la puerta.
Sin embargo, las piernas de la mujer comenzaron a temblar. Cayó a la alfombra blanca del suelo, una mano todavía estaba agarrada por el hombre.
"¡No me lo creo!". Casi se agotó la paciencia de Jorge. Soltó la mano bruscamente y pretendió llamar a la recepción del hotel.
Mientras cogía el teléfono fijo para llamar a la recepción, la mujer se levantó y abrazó suavemente la cintura de Jorge.
"Ayúdame, por favor, me encuentro mal". Su voz temblorosa tenía un encanto especial en esta noche oscura.
Jorge soltó el teléfono, y se fijó en ella seriamente, "¡Dime! ¿Quién te ha dicho que hoy llegaría a esta ciudad? ¿Quién te contrató...? "
Sin terminar las preguntas, Lola se lanzó hacia Jorge con tanta fuerza que los dos se cayeron en el sofá detrás del hombre.
"¡Hey, tú! "Yo... "Me encuentro mal, yo..." "¡Te lo ordeno, sálvame!"
¡¿Ordenarme?!