/0/18237/coverorgin.jpg?v=7a7a7867f58db917a828ba670a428bcf&imageMogr2/format/webp)
La vida, vista desde el piso cuarenta y dos de la Torre Cruz, brillaba con la intensidad de un diamante recién pulido.
Damián Cruz ajustó el nudo de su corbata de seda frente al espejo del ascensor privado. La superficie dorada le devolvió la imagen del éxito: treinta y dos años, fundador de Vanguard Tech, portada de la revista Forbes por segundo año consecutivo y, lo más importante, un hombre perdidamente enamorado. En su bolsillo derecho, una caja de terciopelo azul marino pesaba más que cualquier contrato millonario que hubiera firmado esa semana en Tokio.
-Cinco quilates -murmuró para sí mismo, con una sonrisa estúpida que no podía borrar-. Sofía se va a desmayar.
El ascensor emitió un suave timbre y las puertas se abrieron directamente al ático. Se suponía que él todavía estaba en un vuelo sobre el Pacífico, aterrizando mañana por la mañana. Pero Damián había movido cielo, tierra y dos jets privados para llegar doce horas antes. Era su tercer aniversario. Quería ver la cara de Sofía cuando entrara por la puerta, quería despertar a su lado, quería demostrarle que, a pesar de las reuniones y los viajes, ella seguía siendo el centro de su universo.
El apartamento estaba sumido en una penumbra elegante, iluminado apenas por las luces de la ciudad que se filtraban a través de los ventanales de piso a techo. Había un silencio denso, perfumado con el aroma a nardos frescos que a Sofía le encantaban.
Damián dejó su maletín en la entrada con cuidado, evitando hacer ruido. Caminó sobre la alfombra persa, aflojándose la corbata, sintiendo la adrenalina de la sorpresa.
-¿Sofía? -susurró, pero nadie respondió.
Avanzó hacia la sala principal. Fue entonces cuando vio la primera señal. Una copa de vino tinto, a medio terminar, reposaba sobre la mesa de centro de cristal. Al lado, otra copa. Vacía. Y una botella de Château Margaux del 95, una cosecha que Damián guardaba para una ocasión especial.
Frunció el ceño. Quizás Claudio había pasado a dejar algunos papeles. Claudio Vega no solo era su Director Financiero y mano derecha, era su hermano en todo menos en sangre. Se conocían desde que compartían fideos instantáneos en el dormitorio de la universidad. Si alguien tenía permiso para beberse su vino de tres mil dólares, era Claudio.
Pero había algo más.
Una chaqueta de traje estaba tirada descuidadamente sobre el respaldo del sofá de cuero blanco. Damián se detuvo. Conocía esa chaqueta. Él mismo se la había regalado a Claudio cuando cerraron el trato con los inversores alemanes el mes pasado.
Una extraña sensación de frío le recorrió la nuca, un instinto primitivo que su cerebro racional intentó silenciar de inmediato. «Están celebrando el cierre del trimestre», pensó. «Seguro le están preparando una sorpresa para mi regreso».
Pero el silencio de la casa no se sentía festivo. Se sentía cómplice.
Caminó hacia el pasillo que llevaba al dormitorio principal. A medida que se acercaba, escuchó un sonido. No eran voces discutiendo estrategias de negocio. Era una risa. La risa de Sofía. Una risa suave, gutural, íntima. Esa risa que él creía que solo le pertenecía a él en la oscuridad de la madrugada. Y luego, la voz de un hombre. Grave, segura, dueña de la situación.
El corazón de Damián dejó de latir por un segundo. La caja de terciopelo en su bolsillo de repente se sintió como una piedra ardiendo.
Empujó la puerta de roble entreabierta.
La escena se grabó en su retina con la violencia de un flash fotográfico. Las sábanas de seda egipcia, las que habían comprado juntos en su luna de miel, estaban enredadas en el suelo. Y en la cama, iluminados por la luz ámbar de las lámparas de noche, estaban ellos.
Sofía, con la espalda arqueada, el cabello rubio cayendo en cascada sobre los hombros desnudos. Y Claudio. Su mejor amigo. Su socio. El padrino de su boda. Claudio estaba sobre ella, besando su cuello con una familiaridad que a Damián le revolvió el estómago.
El mundo se inclinó sobre su eje. El ruido en los oídos de Damián fue ensordecedor, como si el cristal de la torre se hubiera roto en mil pedazos.
-¿Qué demonios...? -La voz le salió rota, irreconocible.
El movimiento en la cama se detuvo abruptamente. Sofía soltó un grito ahogado y se cubrió el pecho con la sábana, sus ojos azules muy abiertos, no con arrepentimiento, sino con el terror de haber sido descubierta antes de tiempo. Claudio, sin embargo, no se apresuró. Se giró lentamente, con una calma que heló la sangre de Damián.
-Damián -dijo Claudio, con la respiración aún agitada-. Llegaste temprano. Eso no estaba en el itinerario.
Damián dio un paso atrás, sintiendo que le faltaba el aire. Miró a su esposa, buscando una explicación, una negación, algo.
-¿Sofía? -suplicó.
Ella apartó la mirada. Ese gesto fue más doloroso que si le hubiera clavado un cuchillo en el pecho.
-Damián, por favor, no hagas una escena -dijo ella, con la voz temblorosa pero fría-. Sabías que esto no funcionaba. Siempre estás viajando. Siempre es la empresa. Claudio... Claudio siempre ha estado aquí.
-¿Que no funcionaba? -Damián sintió que la ira comenzaba a hervir bajo el shock-. ¡Te acabo de comprar un jodido diamante en Tokio! ¡He construido todo esto para nosotros!
/0/21426/coverorgin.jpg?v=6d52bee5462e04e210c8d1fb9318c0c5&imageMogr2/format/webp)
/0/12740/coverorgin.jpg?v=a0f9d207273a4ed873ab14f52dec82e4&imageMogr2/format/webp)
/0/2476/coverorgin.jpg?v=b3a6e9f40748927edb39a256732f26db&imageMogr2/format/webp)
/0/13936/coverorgin.jpg?v=ce3b3f3920a257912691ca8875c1229b&imageMogr2/format/webp)
/0/10786/coverorgin.jpg?v=d14df0537a5b0850d4a28969e76282f3&imageMogr2/format/webp)
/0/14878/coverorgin.jpg?v=38c24c7b1ed33577743e52491156d108&imageMogr2/format/webp)
/0/6837/coverorgin.jpg?v=398d36d6584cb60581ff1021cc75f094&imageMogr2/format/webp)
/0/13867/coverorgin.jpg?v=e7643e7bdf95339354fa70782f40e2cc&imageMogr2/format/webp)
/0/14794/coverorgin.jpg?v=28168dbce294215507cfce007b14aa35&imageMogr2/format/webp)
/0/9706/coverorgin.jpg?v=960d182b13492b0c3f7703389f6b4270&imageMogr2/format/webp)
/0/14209/coverorgin.jpg?v=20251117222816&imageMogr2/format/webp)
/0/9392/coverorgin.jpg?v=a6de1fe7ca6680987b707a802314040c&imageMogr2/format/webp)
/0/9130/coverorgin.jpg?v=a41968f2f6dc521c744138ee35f45092&imageMogr2/format/webp)
/0/5000/coverorgin.jpg?v=8bfebc8ed4598758cb77e1b223df7912&imageMogr2/format/webp)
/0/1961/coverorgin.jpg?v=ecae34d8410f0ea782d3a12cb43d4fea&imageMogr2/format/webp)
/0/3565/coverorgin.jpg?v=f9622d6ffbf93ee4a435bfa30388eff0&imageMogr2/format/webp)
/0/16654/coverorgin.jpg?v=27c1732ba388946517cdbfd296c131fc&imageMogr2/format/webp)