Jules Liz
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Libros y Cuentos de Jules Liz
¿Mi mate? ¡La odio!
Hombre Lobo -No te escaparás de mí, Sara. -dijo él, con su voz rugosa aterradora, que me estremeció los huesos.
Lo contemplé en total shock, cuando volvió a su forma humana me dejó boquiabierta. Era él, mi compañero de la escuela al que por tanto tiempo ignoré. Estaba completamente fuerte, atractivo, con el cabello azabache y los ojos penetrantes igual de oscuros.
-¿Qué es lo que quieres, Mark? -pregunté, temblando, buscando cubrir mi rostro trigueño con mis manos.
No me dio tiempo siquiera a pedir ayuda, cuando me cargó entre sus enormes brazos. Poseía una fuerza abrumadora y no tenía idea de a quien acudir para que me salvara. Yo vivía sola en mi departamento después de todo.
Desperté con los huesos entumecidos, en una cama de plumas suave. Lo vi sentado a mi lado, con el torso enseñando los tatuajes que lo hacían ver tan peligroso. El miedo recorrió mi espalda y busqué a tientas cubrirme con mis mantas, el escote de mi camisa develaba mi femineidad.
-Así es como quería tenerte, ¿Acaso no te acuerdas de mí? -preguntó Mark, pasando su mano por mi cuello, como si estuviera a punto de matarme.
Yo quería hacerme la desentendida, eso sería mejor para su furia, pero yo no era mentirosa. Aquel hombre tan guapo, había sido un adolescente tímido al cual rechacé para el baile de la escuela mil veces y le negué todas las citas. Estaba tan cambiado, aunque siguiera teniendo esos ojos profundos tan característicos.
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Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura!
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Baby Charlene EXTRACTO DEL LIBRO.
"Quítate la ropa, Shilah. Si tengo que decirlo de nuevo, será con un látigo en la espalda", sus frías palabras llegaron a sus oídos, provocando que le recorriera un escalofrío por la espalda.
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Desafortunadamente, las cosas empeoraron cuando Maia me inculpó de su pérdida del niño.
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