Miró al cielo detenidamente y no puedo evitar maravillarme de la hermosa noche que en este momento se encuentra sobre mí.
Es una imagen que asombraría a cualquiera.
Un gran cielo azul oscuro completamente brillante cubierto de una infinidad de estrellas, las cuales son tantas que es imposible contarlas.
Que brillan e iluminan los rincones más oscuros de mi alrededor con una majestuosa intensidad parecida a la de un faro en medio de una oscura noche en el mar.
Fielmente, los astros acompañan a la luna como si de un par de leales y fieros escuderos se tratasen.
La reina, el satélite natural de la tierra que por milenios ha resguardado nuestro planeta como una tierna y dedicada madre, el día de hoy se encuentra recreando una perfecta circunferencia, pues, se encuentra en la fase de luna llena.
Con sus tonos blancos y plateados ilumina todo a su alrededor con ese deslumbrante resplandor que desprende en esta oscura y solitaria noche para mí.
Aún y con esa magnífica postal de la luna rebosando en todo su esplendor, no puedo evitar acechar celosamente a las estrellas que resplandecen tan efusivamente en ese oscuro y solitario cielo que en momentos logran cegarme y que el día de hoy a mi parecer brillan aún más que la propia luna.
Atisbo sin objeción alguna en esos diminutos astros celestiales que se encuentran representados ante mis ojos como meros puntos brillantes.
Continuó reflexionando mientras miro fijamente al cielo.
En mi mente creó una infinita cantidad de figuras y objetos con las estrellas que poco a poco consigo que adopten otras formas, es una magnífica forma de matar el rato en esta silenciosa velada.
Brevemente en mi mente obtienen aquellos puntos resplandecientes, adoptan formas que asemejan un sin número de objetos que van desde animales, frutas, e incluso letras.
Debo confesar que soy un gran amante del espacio y que es una de las cosas que más me maravillan en el mundo, por lo que sin problema alguno puedo pasar horas y horas dedicando mis suspiros y atención.
Gracias a esto, después de jugar a imaginar formas en el cielo de forma fascinada, me es posible ubicar algunas galaxias y constelaciones que el día de hoy me deleitan con su presencia gracias al inmaculado cielo.
Por ejemplo, en mi vista hacen presencia grupos de estrellas como el cinturón de Orión, así como las constelaciones de acuario, virgo y escorpión. Tan solo unos momentos después me divierto observando algunas estrellas como Procyon, Achernar o Betelgeuse.
El tiempo pasa lentamente en esta maravillosa noche y el entorno coopera aún más con tan exquisita atmósfera, puesto que a pesar de que me encuentro en una pequeña colina totalmente descubierta y sin algún tipo de abrigo especial, me encuentro a una temperatura bastante agradable.
La colina en la que me encuentro se encuentra rodeada justamente por una infinidad de árboles y plantas que desde mi posición pareciera no acaban y llegan a extenderse hasta el fin del mundo.
Tal es la extensa cantidad de metros que abarcan que en ciertos momentos hace parecer que me encuentro justo en el medio de la nada.
A pesar de lo despoblado, retraído e inhóspito del lugar para mí, es lo que podría considerarse un segundo hogar, pues desde que tengo memoria he caminado por sus vastas extensiones de tierra.
Este lugar en palabras simples y claras es conocido como el gran bosque de Cassiopeia que aparte de ser el lugar en el que esta prolífica extensión de tierra, reside también es el lugar en el cual nací y en el que prácticamente he pasado toda mi vida.
Regresando al bosque, en este lugar puedes encontrar fauna de todos los tipos y tamaños a lo largo de sus miles de metros de extensión, es lo que se conocería como un paraíso natural lugar el que los amantes de la soledad y de la naturaleza encuentran un lugar de pertenencia.
Gracias a esto continuamente he pasado la mayor parte de mi vida en este bosque desde que tengo cinco años.
Tantos buenos y malos recuerdos conviven en un solo espacio, me es posible decir que la mayoría de mi vida ha transcurrido por estos bosques.
Continuó observando el cielo mientras en mi cabeza recreo un sin fin de historias en las que mágicamente revoloteo a través de las estrellas como un pequeño astronauta, tales invenciones, si bien no son posibles, le dan un toque bastante dulce a mi realidad.
Interrumpo mi labor simplemente para sacar un par de cosas que necesito para mi siguiente actividad.
De una pequeña mochila que llevo colgada en la espalda sacó un cuaderno de dibujo en compañía de un pequeño lápiz, mi equipo de dibujos podría ser visto como algo rural, pero en el fondo yo lo definiría como práctico y fácil de llevar a todos lados dejando a un lado los estereotipos e ideas necesarias doy paso a retratar mis alrededores.
Cada detalle que observo es finamente plasmado por mis dedos que sin dudar trazo alguno delinean cada borde, silueta o reflejo de cada uno de los árboles, plantas y estrella que se encuentran, dándole la forma al extenso plano que retrató en este momento.
Trazo por trazo, dibujó detalladamente el entorno que me rodea sin parar.
Solamente me detengo en contadas ocasiones en momentos en donde llegó a sentirme abrumado o un poco tenso como en este momento.
Me recuesto sobre el área en la que estoy dibujando y nuevamente me dedico a mirar de hito en hito la magnífica noche de manera bastante cómoda, como si me estuviera recostado en un montón de suaves y esponjosas nubes todo gracias a que justo debajo de mí se encuentra una gran cama de verde y esponjoso pasto que sirve de regazo para mi cuerpo en el cual permanezco cómodamente tendido a excepción de mi cabeza que se encuentra apoyada sobre mis brazos.
Esto es en lo que en mi vida podría considerarse la noche perfecta y más para mí, lado de artista.
Una buena musa, un bonito paisaje que retratar, así como un cómodo lugar en el cual poder descansar y relajar las tensiones.
Tan perfecta es esta velada que inmejorablemente sobre la vasta extensión de bosque solamente se puede percibir un gran silencio que en ocasiones se ve interrumpido en por el cantar de los grillos, así como el movimiento de algunos cuantos animales nocturnos que delicadamente extienden sus melodiosos sonidos por los alrededores.
El clima esta noche es exageradamente fresco y acogedor en algunos momentos, incluso podría decir un tanto cálido.
Motivo por el cual lo único que visto en esta ocasión es una delgada camiseta color negro para poder parecer uno con el entorno, prenda que combino con un viejo par de vaqueros de mezclilla que si se piensa bien no son del todo cálidos pese a esto no siento rastro alguno de frío.
Mi estancia en este momento es inmejorable y cómodamente puedo pasar las horas observando al cielo, así como dibujando en mi cuaderno sin que nada ni nadie me moleste.
Lamentablemente, la mente es un lugar bastante complejo y repleto de demonios y cosas que en fondo desearíamos olvidar y, sin embargo, forman en gran parte quienes somos, así como lo que pasamos y la forma en la que actuamos.
Es difícil comprenderlo en este estado motivo por el cual nos es prácticamente imposible el entender el cómo funciona todo este complejo sistema de engranajes en un cien por ciento
Esto es observable cuando al estar dibujando poco a poco al compás de cada trazo y línea retratada en el papel me sumerjo completamente en mi atmósfera creativa como si ya no existiera nada.
Nada más que el paisaje que retrató y yo. Tanto es mi nivel de inmersión que me es difícil incluso decir cuánto tiempo ha pasado.
Puesto que yo solamente me dedico a seguir dibujando sin interrupción alguna.
Mientras continúo con mi magistral labor repentinamente como una herida abierta y que pareciera que no ha sido sanada y olvidada por completo, en mi memoria comienza a aparecer un viejo paisaje muy bastante parecido al que en este momento estoy dibujando.
Sin embargo, al analizarla detenidamente es totalmente diferente, poco a poco el escenario en el que me encuentro cambia de forma al punto de después de un intervalo tiempo soy un mero espectador de los hechos como si de un fantasma se tratara.
Esta situación pudiera parecer algo de lo cual asustarse, pero para mí es una constante a la cual vivo atado, no por decisión y más bien como una penitencia que se niega a absolver de mis pecados.
En palabras concisas, soy esclavo del pasado, puesto que estoy obligado a recordar una y otra vez hasta el fin de mis días una cantidad exagerada de sucesos y vivencias que han tenido un efecto traumático en mí.
Por lo que soy plenamente consciente de que este recuerdo solo regresa para perturbar la poca paz y calma que aún existen en mi ser.
Mi mente se llena de un recuerdo que asfixia y retuerce de dolor cada centímetro de mi alma, al grado de que con tan solo recordarlo sin desearlo, pequeñas lágrimas comienzan deslizarse a través de mi rostro como pequeños diamantes que resplandecen al contactocon la luz de la luna.
Aunque desee evitarlo, mi cerebro lentamente me muestra pequeñas imágenes y momentos de esas horripilantes experiencias como si estuvieran sucediendo en este preciso momento.
Mi mente es tan compleja y retorcida que el explicar el significado de este recuerdo es demasiado difícil al grado de llevarme a desear tan solo se trate de una pesadilla.
Un mal sueño y que al levantarme de la cama pueda seguir con mi vida sin tener que cargar con los demonios que me han acompañado hace años.
Lo único que confirma que no se trata de un sueño es el inmisericorde e incesante dolor en mi corazón, que parece ser bastante real para que solo se tratara de un mal sueño o alguna pesadilla.
Entre más intento convencerme de que no es real la realidad con su mano firme y un gran tubo de metal me golpea y me recuerda que es una situación que tuve que vivir cuando tan solo era un niño.
Y que todo esto que me sucede no es más que el trauma que desarrolle de pequeño, motivo por el cual hoy en día soy la persona que soy, es bastante risible el cómo la vida juega con el destino de algunos sin importarle que tan buenas o malas personas que estos sean.
Pronto todo mi entorno se ve deformado y me veo sumergido en los confines del recuerdo donde se escenifica una escena que conozco perfectamente bien.
Frente a mí se encuentra una pequeña colina la cual es bastante parecida a la que me encontraba instantes atrás retratando y como ya lo había dicho antes también es bastante diferente.
Después de fijarse detenidamente en la imagen, es posible percatarse que son completamente diferentes.
Este lugar es más pequeño, además de que justo sobre la gran capa de verde y floral pasto yacen una cantidad increíble de flores de diversos colores y tipos que varían en un sin fin de tamaños, las cuales con tan solo mirarlas deslumbran por sus impresionantes y brillantes tonos es imposible solamente mirar un tipo, puesto que hay una cantidad descomunal que volvería loco a cualquier amante de las flores y de la fauna en general.
Increíblemente, a pesar de lo llamativo de la naturaleza en cuestión de vegetación, lo más llamativo en este lugar es la poderosa tempestad que se cierne sobre ella como un poderoso diluvio, el cual va acompañado de feroces y resplandecientes truenos que iluminan cada uno de los rincones oscurecidos por las nubes.
Cada gota cae rápidamente sobre toda el área sin distinción alguna y empapa la gran variedad de fauna que se encuentra en la colina y en los alrededores, cada una de los árboles y plantas que ese encuentra en el perímetro se ve finamente bañada por las robustas gotas de agua que no paran hasta empapar completamente cada rincón dejando una suave, pero refrescante capa de brillos sobre las superficies.
En cierto sentido, es una escena hermosa que en pocas ocasiones es posible ver un gran ejemplo de la majestuosidad de la naturaleza.
Sin embargo, además de aquella gran cantidad de naturaleza que se encuentra sobre la colina, justo en el centro de aquel lugar, como si hubiese sido colocado estratégicamente y con la mayor precisión posible, se encuentra un gran árbol, un magnífico roble que sin problema alguno rebasa los catorce metros de alto y que magníficamente se extiende hasta tocar una de las partes más altas del cielo y del cual cuelgan un sin fin de ramas y hojas que con la brisa del viento y la fuerte lluvia deja caer una cantidad descomunal de hojas y ramas.
Lomas despampanantes de aquel gran roble es que justo en ese árbol de gran envergadura, en lo que justamente se considera como la parte más baja del tronco, en el punto donde prácticamente comienzan las raíces, se encuentra un gran hueco de unos cuantos metros de ancho.
Que con tal solo observar una vez en tu mente es posible que surja la incógnita de que lo pudo haber causado.
Dando un paso a un sin fin de variables que hacen preguntar si tal vez fue realizado por algún animal o incluso por el mismo paso del tiempo.
En el hueco en el tronco de este magnífico coloso natural se puede observar desde la lejanía como a la entrada de ese orificio se encuentran un par de niños que se resguardan tímidamente de la tempestad que está ocurriendo afuera.
Dos pequeños niños que nerviosamente observan la vívida lluvia que con imparable fuerza golpea a todo el bosque a tan solo unos pasos del lugar
en el cual se están resguardando, la edad de los pequeños niños no es deducible a primera vista, puesto que se encuentra incómodamente acomodados dentro del árbol, pero para poder entrar en un lugar tan diminuto y escueto no deben de sobrepasar los diez años de edad.
Los infantes se encuentran en el fondo del árbol, mirando fijamente hacia el horizonte con la mirada perdida y perturbada por tan colosal fenómeno natural, el cual pueden observar en primera fila al mismo tiempo que temen por sus vidas.
Todo gracias al orificio que tiene el árbol y que tiene la función de servirles de ventana hacia el caótico y aterrador exterior.
Prácticamente en estos instantes no pueden ver más que la soledad del área en la que se encuentran, porque a lo largo de toda la zona es prácticamente imposible el observar rastro de vida alguno.
Ninguna especie animal en estos momentos se atreve a danzar despreocupadamente ante esta tempestad, pues, de hacerlo, podría costarles la vida.
Ambos infantes abrazan fervientemente sus rodillas contra su pecho para generar un poco de calor y eliminar los rastros de humedad en su cuerpo.
Sabiendo que su vida depende de ello.
Frotan desesperadamente sus manos en casi todo su cuerpo, esperando que con la fricción puedan generar algo de calor.
Lo hacen vívidamente hasta que sin advertencia alguna de manera repentina cae un gran rayo que hace que entierren sus pálidos y desnutridos rostros justo a la altura de sus muslos mirando a su pelvis, entra tanto de esta forma también intentan calentar sus temblorosas manos así como su rostro frotando ambos de manera continúa contra sus piernas.
Aquellas criaturas nerviosamente se toman de las manos mientras con sus miradas se dan mensajes de aliento y seguridad para poder soportar los feroces y crueles rayos que rugen con gran presencia justo a las afueras de su improvisado refugio y que les dificultan la simple acción de comunicarse. Aterrando sus corazones y alejando la poca esperanza que reside en sus menos, la feroz madre naturaleza arroja una estampida de estruendosos relámpagos que por momentos, gracias al fuerte resplandor que emana, hace que la vista del par de infantes desaparezca durante hermosos instantes en donde manosear desesperadamente para saber en dónde está.
De nuevo, cuando recuperan algo de paz y seguridad como burla por parte de la vida, una cantidad de estruendos exageradamente fuertes vuelve a conseguir que incluso el firme piso reverbera como si de un temblor se tratase comprensiblemente aquel par se abrazan y llora al unísono creyendo que se trata de sus últimos momentos.
Solo entonces, en su desesperación, es apreciable que aquellas dos perturbadas figuras corresponden a un par de pequeños niños de no más de diez años, los cuales por su andrajoso y empapado aspecto parecen demostrar que llevan algunas horas vagando por el vasto bosque.
Pues tan solo portan un sucio par de impermeables que impiden completamente ver tanto sus rostros así como alguna otra de sus características.
A pesar de esto, es bastante fácil saber que debajo de esos impermeables se encuentran un par de miradas cansadas y estómagos crujientes.