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LA OTRA CARA DEL CEO

LA OTRA CARA DEL CEO

Carlota Hens

4.9
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Capítulo

Son una pareja estable, tienen un matrimonio perfecto, ella se siente la esposa más afortunada del mundo. Viviendo en la casa de sus sueños, donde han criado a sus hijos. Se casó con el amor de su vida, quien ha llegado a ser un exitoso hombre de negocios. Se conocieron desde que eran niños y han pasado juntos la vida entera. Juraron en el altar amor eterno: hasta que la muerte los separe. De forma inesperada, una explosión mata a su amado esposo. La familia queda destrozada, se propone recuperarse y salir adelante. La situación se complica porque hace muchos años que no trabaja, es ama de casa y se ve obligada a sustituirlo tomando su puesto como Directora del Grupo. Al verla sola, quieren aprovecharse de su situación y tiene que luchar contra todos los que buscan despojarla de lo que les pertenece. En medio de las intrigas, sospecha que lo que ocurrió no fue accidental, a su esposo lo han asesinado y se da a la tarea de hallar a los responsables. En un hospital ubicado del otro lado de la ciudad, un hombre despierta en la habitación. Ve su cuerpo con algunos vendajes y comienza a recordar lo sucedido. Se extraña de no ver alrededor a sus seres queridos y trata de imaginar lo que pudo haber ocurrido.

Capítulo 1 I

El día soleado genera un especial contraste de luz y sombra en el paso hacia el jardín.

—¡Qué hermosa les ha quedado la decoración!, ¿no lo crees? —comenta Ángela mientras hace su entrada triunfal de la mano de su esposo.

—Mami, todos les miran —dice Laura, la hija mayor de la pareja.

—Mi mamá es la más hermosa del lugar —añade Jorge, el menor.

Todos ríen por su inocente comentario.

—Yo soy el hombre más afortunado por tenerlos—dice Ivo.

Los árboles de diferentes tonos y formas redondeadas parecen inclinarse para dar la bienvenida a los invitados. El piso del jardín compuesto por grama y cemento, similar a un tablero de ajedrez, da la impresión de estar llegando a un sitio mágico.

Los toldos de color blanco, al igual que el resto de la decoración, resaltan entre el azul del cielo y el verde intenso de la vegetación.

La cumpleañera llega en busca de los chicos y los ubica en una mesa con el resto de amigos.

—¡Bienvenidos a mi fiesta! —exclama Luisa.

—¡Feliz cumpleaños! —dicen al unísono.

A petición de la agasajada se dispone un área para los jóvenes y otro de los adultos. Cada uno de los enormes toldos está dispuesto en el espacio al aire libre.

En la mesa de los chicos no queda ningún sitio disponible, todos conversan y ríen mientras toman sus bebidas.

Ángela e Ivo siguen sonrientes hasta encontrarse con la mesa de César, el tío de este. Quien se levanta junto con su esposa a darles la bienvenida.

—Queridos sobrinos, qué honor me hacen al acompañarnos en este día tan especial.

—César, que gusto, te agradecemos la invitación —indica Ángela, mientras abraza a Magda.

Los hombres se estrechan las manos y todos toman asiento en la mesa principal junto a los anfitriones.

Juan, el hermano de Ivo, los observa de mala gana en la distancia. Moviéndose de un lado a otro, comparte inquieto entre ambos grupos. No puede esconder que se siente mejor con los jóvenes. Cuando en realidad le corresponde estar en el otro espacio. Tiene más de treinta años y sigue conduciéndose de forma infantil.

Camina entre los mesoneros para ocupar su sitio en la mesa que le corresponde y en el trayecto se deleita de manera descarada con las hermosas piernas de su cuñada. Quien sin percatarse bate su cabello a causa del caluroso clima de verano. Dejando a la vista parte de su cuerpo que minutos antes estaba oculto por el largo mantel.

Ángela está sentada en la elegante mesa y ocupa un lugar a la derecha de su flamante esposo. Luce fantástica en un vestido negro ceñido al cuerpo que hace que destaque su delgada silueta. Ivo, en cambio, va con una combinación de traje y pantalón en el mismo tono, en contraste con una camisa blanca manga larga, sin corbata. Con un estilo elegante, descuidando algunos detalles de etiqueta que lo hacen lucir más atractivo aún.

Ambos se han arreglado acorde para la celebración familiar a la que han asistido. A sabiendas de que son una pareja que suele ser el centro de atención y tienden a causar envidia entre los que les rodean. Lo tienen todo, son felices y no se ocupan de esconderlo.

Viven en la casa de sus sueños, una lujosa propiedad al este de la ciudad capital, donde han criado a sus dos hijos, Laura de diecisiete años y Jorge de doce.

Con un matrimonio estable y perfecto, ella se siente la mujer más afortunada del mundo. Gracias a su boda con el amor de su infancia, quien es un exitoso hombre de negocios. Se conocen desde niños y han pasado juntos la vida entera, haciendo honor a su juramento ante el altar: ¡Hasta que la muerte los separe!

César y Magda son los anfitriones que han reunido a la familia y amigos con ocasión de celebrar el cumpleaños de su única y consentida niña, Luisa. César es el tío materno de Ivo, a quien adora y cataloga como su sobrino favorito.

Le encanta efectuar reuniones en su enorme casa de la cual presume de manera descarada. Nunca tuvo éxito ni dinero, su fortuna tiene un nombre redondo, Magda. Una hermosa rubia con sobrepeso que está convencida de que su matrimonio fue por amor verdadero.

Ángela es una excelente ama de casa y ha llevado, a petición de César, su plato favorito. Como amante de la cocina destaca por sus exquisitas recetas. El encargo que con tanta insistencia le hiciera el tío de su esposo días antes son sus famosas empanadillas de gambas al horno.

—Mi querida Ángela, no puedo soportar probar otra entrada que no sea lo que has traído para mí y que me veo obligado a compartir solo con los que ocupamos esta mesa. Tengo días con el antojo y espero que no lo hayas olvidado. ¿Qué me dices al respecto?

La manera jocosa que tiene de expresar sus ideas hace que todos se rían siempre de lo que habla. Aunque, en ocasiones, no sea un chiste lo que haya dicho.

—Anda mi amor, no dejes que sufra más. Dale lo que le has preparado, ¿ya están listas para comer o hay que calentarlas?

—Es lo que te iba a decir, César las he traído cocidas, pero necesitan un golpe de calor en el horno, solo diez minutos bastará. Estoy segura de que vas a felicitarme porque he mejorado la receta.

Magda la mira con mucho interés. En realidad es ella la que se muere por disfrutarlas y no lo admite. Tiene el complejo de aparentar, cuidar su salud, se dice amante de los alimentos balanceados y vive en una dieta permanente. Sin obtener resultados, es una mentira que solo ella se cree, los demás le siguen la corriente.

—Ya regreso, si me permiten voy por ellas. Las he mandado a colocar en la cocina y fui clara al pedir que no las refrigeraran. Las vi poner en la entrada, sobre el tope de granito donde dejas el pan. A pesar de que las acabo de hacer ya deben estar frías y el sabor no es tan agradable. Es un plato para comer bien caliente y si tienes picante mejor, resalta el gusto del camarón.

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