El día soleado genera un especial contraste de luz y sombra en el paso hacia el jardín.
—¡Qué hermosa les ha quedado la decoración!, ¿no lo crees? —comenta Ángela mientras hace su entrada triunfal de la mano de su esposo.
—Mami, todos les miran —dice Laura, la hija mayor de la pareja.
—Mi mamá es la más hermosa del lugar —añade Jorge, el menor.
Todos ríen por su inocente comentario.
—Yo soy el hombre más afortunado por tenerlos—dice Ivo.
Los árboles de diferentes tonos y formas redondeadas parecen inclinarse para dar la bienvenida a los invitados. El piso del jardín compuesto por grama y cemento, similar a un tablero de ajedrez, da la impresión de estar llegando a un sitio mágico.
Los toldos de color blanco, al igual que el resto de la decoración, resaltan entre el azul del cielo y el verde intenso de la vegetación.
La cumpleañera llega en busca de los chicos y los ubica en una mesa con el resto de amigos.
—¡Bienvenidos a mi fiesta! —exclama Luisa.
—¡Feliz cumpleaños! —dicen al unísono.
A petición de la agasajada se dispone un área para los jóvenes y otro de los adultos. Cada uno de los enormes toldos está dispuesto en el espacio al aire libre.
En la mesa de los chicos no queda ningún sitio disponible, todos conversan y ríen mientras toman sus bebidas.
Ángela e Ivo siguen sonrientes hasta encontrarse con la mesa de César, el tío de este. Quien se levanta junto con su esposa a darles la bienvenida.
—Queridos sobrinos, qué honor me hacen al acompañarnos en este día tan especial.
—César, que gusto, te agradecemos la invitación —indica Ángela, mientras abraza a Magda.