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Capítulo

Nicole lo tiene todo; belleza, dinero, el novio perfecto, la familia perfecta, la vida de ensueño que toda mortal desea. Pero en un abrir y cerrar de ojos lo pierde todo. Sin dinero, en la calle, se topará con una realidad aterradora. Todo lo que cree conocer, no existe, en sus días más negros las decepciones la golpearán una y otra vez, cuando ya no tiene esperanzas, encuentra en ese nuevo mundo, lo que había perdido, sin embrago, los errores de su pasado no le harán nada fácil el nuevo camino. Un nuevo amor y una nueva vida la llena de dicha, después de muchos años, siente que encaja en algún lado por lo que es, no por lo que posee. Pero, la oportunidad de recupera su fortuna la pondrá entre la espada y la pared. Puede quedarse en la pobreza y ser feliz con lo que ha cosechado o volver a su vida glamurosa llena de falsedad y perder lo que la hace feliz.

Capítulo 1 Prólogo

Nicole

Han transcurrido dos semanas de la supuesta muerte de mis padres, todo ha sido devastador e inesperado para mí. No sé cuándo fue la última vez que tuve tanto miedo o lloré sin consuelo hasta quedarme dormida. Desde ese día no he salido a la calle o mostrado en redes sociales. Mis amigos y seguidores han inundado mis cuentas con mensajes de apoyo y solidaridad, pero no me he sentido con ganas de aparecer ante cámaras para agradecerles. Mi habitación se ha convertido en mi refugio las 24 horas del día. Aunque la policía no da esperanzas de encontrarlos con vida, mientras los cuerpos no aparezcan, mantengo viva la esperanza.

Delia dice que me veo fatal, no sé si tenga razón o lo diga solo para molestarme, al contemplarme frente al espejo, solo veo a una niña asustada, con miedo a la soledad, con ganas de llorar y de salir corriendo y buscar a sus padres. ¿De qué sirve tener tanto dinero, si no puedo pagar un rescate?

Hoy mi abuela Camille me pide que vaya a la empresa, Its Girl Fashion. Mencionó que había algo muy importante que informar, en cuanto lo dijo salgo de volada de la cama y sin importar mi apariencia del momento subo al auto para dirigirme a la empresa.

Veinte minutos después estoy entrando a la sala de juntas. Abro la puerta y al ingresar veo a muchas personas, sentada en la gran mesa del salón de juntas; la prensa, socios, abogados, Delia, la abuela. ¿Qué está pasando? Trago en grueso e ingreso disculpándome por la demora. La abuela me indica donde sentarme, mientras daba inicio la reunión, tomando la palabra.

-Ha pasado dos semanas de ardua labor, de parte de los buzos marinos y la policía del país, agradecemos a nuestros socios por solidarizarse en la búsqueda, pero no hemos tenido resultados. Y tal como lo dispusieron mi hija y mi yerno, daremos lectura al testamento.

-No puedes decir que están muertos-, interrumpo-. El que no hallemos los cuerpos significa que siguen con vida.

-Sé que al igual que todos los presentes, deseas escuchar que siguen con vida en alguna parte del mundo, no obstante, si sus pertenencias personales se encontraban en el yate, ellos también lo estuvieron- aclara la abuela.

-Me niego a pensar que estén muertos y que, sin tener los cuerpos, estemos a punto de leer su última voluntad-. Insisto.

-Si sigues, interrumpieron, pediré que te retires- amenaza la abuela.

-Bien- me pone de pie-. No quiero formar parte de este circo- me alejo de la silla de inmediato.

-¡Detente! - grita la abuela. - vuelve a tu lugar o tendré que atarte a la silla.

Las palabras de la abuela hacen que regrese a mi lugar y me cruzo de brazos a esperar lo que sigue.

El testamento empieza a leerse, nada interesante para Delia o para mí, el reparto y propiedades era unánime, al igual que los puestos en la empresa, sin embargo, lo que dijera líneas más abajo me deja pasmada, supongo que todos los presentes nos llenamos de asombro. Aún más cuando el abogado hace hincapié en la última cláusula que mis padres dejaron estipulada.

"Para que Nicole pueda acceder a la parte de la fortuna que le corresponde, deberá vivir un año en el barrio donde su padre pasó gran parte de su vida. Sin recibir ayuda económica o favores laborales por ser una Bernhard. Caso contrario, el dinero y propiedades a su nombre serán destinados a organizaciones benéficas que aquí abajo se mencionan"

-¿Qué? - grito poniéndome de pie, e interrumpiendo la lectura del abogado-. Esto es una locura.

-Aún no se termina de leer-recuerda la abuela - toma asiento.

El licenciado Cuccitni vuelve a continuar con la lectura.

"Al licenciado Del Castillo, le pedimos hacer válido este requisito. En cuanto se dé lectura al documento, empezará el primer día del año de prueba de Nicole Bernard Dumot. Dejo a mi madre Camille Martino Rinaldi a cargo de esta petición y a Delia Bernard Dumot, en su cargo de gerente general de la compañía"

Los miro aterrada, jamás imaginé que mis padres pudiesen preparar mi destierro, alejarme de mi vida para ser solo una más del montón de chicas desafortunadas en la vida.

-Es lo mejor que hasta ahora he podido escuchar -. Murmura Delia, llevando la vista de muchos sobre él.

- ¡No! ¡No! ¡No! Esto es una locura, debe haber algún error, mis padres no pudieron hacerme esto. -Grito sumamente alterada, por no decir desesperada.

- Cálmate, Nicole. -pide la abuela.

- Esto es una farsa, un fraude, quiero ver con mis propios ojos ese documento- exijo- conozco la letra de mis padres, ellos nunca podrían estipular algo tan atroz... me niego a creer que planearán mi destierro.

Me acerca hasta el escritorio para ver personalmente los documentos, el licenciado Cuccitni me lo permite, entonces los toma entre mis manos y los hago pedazos, ante el murmullo de los presentes.

-Esta basura no existe-Expreso lanzando los pedazos al piso.

-Puedes hacer lo que quieras con esas copias, hija. -Habla al fin la abuela. -Respetarás la voluntad de tus padres, te guste o no.

- Soy su única hija-, expreso mirando a Delia-, la verdadera hija de Abraham Bernard, soy la legítima heredera-Insiste.

-En efecto. -Se pone de pie la abuela llevando la vista a Delia - Eres la única descendiente de Cristina Dumot; por eso, estoy de acuerdo en lo que se estipula en el testamento. Demuestra que eres digna de llevar mi apellido.

-¡Ya basta de las bromas! -, grito desesperada-. Esto no es real. Es un sueño, ¡sí!, debe ser un sueño- sonrío nerviosa-. Cerraré los ojos y cuando los abra todo desaparecerá.

Cierro los ojos y empiezo a contar en medio de la audiencia, provocando la risa de Delia.

-Qué difícil es toparse con la verdad- dice mi buena hermana de manera burlona.

- ¿Qué estás haciendo? - habla con voz fuerte la abuela. - ¡Compórtate como una mujer! Solo demuestras que la decisión que tomaron tus padres, fue la correcta.

Abro los ojos y miro a mi alrededor, fijando la mirada unos segundos en Delia, quien me mira con satisfacción y luego observo a la abuela.

-¿Por qué a mí? ¿Por qué no a la bastarda? - interroga furiosa.

-Ni siquiera la desaparición de tus padres me causa tanto dolor como tu actitud -. Refiere la abuela -. Eres mi única nieta y lo que más deseo es que un día te sientes en esta silla y dirijas la empresa como lo hizo tu madre. ¡Deja de lloriquear y actúa como la mujer que eres! Incluso una niña en pañales mostraría más valor que tú. ¿Eres una bebé? ¡Responde!

-No, abuela.

-El coche está fuera, ve a casa y recoge tus pertenencias. Elliot te llevará a tu nueva casa. Te informo que desde este momento tus cuentas bancarias quedan congeladas. Cuando salgas por esa puerta ya no tendrás una abuela, cuando dejes la mansión ya no serás una Bernard. No te metas en grandes problemas, porque no nos tendrás para limpiar tus desastres. A partir de ahora asumirás las consecuencias de todo lo que hagas. ¡Entendiste!

Sigo sin entender lo que sucede. Pero comprendo muy bien las palabras de la abuela, mis padres me destierran y ella, está echándolo a la calle de la peor manera. Me humilla frente a todos estos extraños.

-Estás contenta con este final, ¿verdad? -. Me dirijo a la abuela. Mirándola con enojo y decepción-. Ahora estoy seguro de que todo esto es obra tuya. Pensé que solo odiabas a Delia, ahora sé que es a todo el mundo. Al fin estás mostrándote tal y como eres. Te aprovechas de estas estúpidas cláusulas para echarme a la calle como a un perro sarnoso -. Mi voz tiembla, quizás por eso la abuela sonríe. -Te demostraré que puedo ser mejor que mi madre. ¡Mírame marchar!, porque volveré con la frente en alto -camino a la salida.

Delia no aparta de mí la mirada, sonríe, pero sus ojos parecen que muestran tristeza, quizás en el fondo sabe lo que en este momento siento.

- ¿Cuánto tiempo te tomará? -Expresa, la abuela al verlo llegar a la puerta -. Una hora, un día, una semana. ¿Cuándo fue la última vez que pasaste un instante sin un dólar en el bolsillo?

- ¿Crees que no puedo sobrevivir? -Me acerco furiosa a su lugar-. ¡Ah! Entiendo -sonrío con enojo-. Lo que quieres es verme regresar fracasada, quieres que te suplique y bese tus pies arrugados. Pues, no lo haré, soportaré el tiempo que sea necesario en la miseria, si es la única manera de amargarte la existencia.

-Eso es lo que sin duda harás en un par de horas, niña insolente.

- ¿Soy una niña ahora?

-Acabas de cumplir dieciocho y solo haces rabietas como una niña caprichosa.

- ¡Un año! -Muestro con el dedo índice en alto -Solo un maldito año y te echaré de la oficina de mi madre. -La miro desafiante.

La abuela sonríe, sin bajar la mirada deja su lugar y se acerca, luego toma su cartera y sacando de billetera, tomando unos dólares, los coloca en mis manos.

-No debería hacer esto, pero supongo que lo necesitarás para pagar el alquiler de la casa.

La mira sorprendida, lo único que le faltaba para humillarme más de lo que ya lo hace. Miro de reojo a Delia que sigue sonriendo como boba.

-No necesito sus limosnas, señora Martino-. Le devuelvo el dinero-. Le hará falta para cuando aparte su nicho.

Esas palabras provocan las carcajadas de Delia y las miradas de todos los presentes sobre mí, más que en la incómoda risa de mi Hermana. Doy la vuelta y abandono la oficina, en medio los murmuran que segundos a segundo se hace un eco ensordecedor.

-Te arrepentirás de no haber tomado el dinero-. Manifiesta la abuela antes de que cruce la puerta.

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