—¿Y cuál es el plan para esta noche? Porque asumo que tienes un plan para más tarde.
Leticia, la compañera de trabajo de Olivia, le pregunta mientras dobla algunas prendes de ropa dentro de un estante. Olivia la observa, para luego continuar con su trabajo.
—Es sábado, así que esta noche debes salir y disfrutar —Agrega.
—Por favor, Leticia, ya no sigas con ese asunto.
—Amiga, en serio, debes salir más y conectarte con el mundo. Quizás tener un novio, o algo así.
—Leticia…
—De verdad amiga, no te lo digo por mal, pero necesitas urgentemente salir con un hombre. Ya sabes, una buena cena, un buen vino, visitar un lugar romántico y exótico —La morena sonríe mientras contonea el cuerpo —. Luego de todo lo trillado de una cita, viene la mejor parte, una noche llena de sexo, hasta que te dejen agotada.
En cierta parte, Olivia estaba de acuerdo con Leticia, necesitaba salir con alguien que la hiciera sentir especial, aunque sea, solo por una noche. Pero es que los hombres eran tan complicados, y lo cierto es que no lograba tener suerte con ellos. Bueno, tampoco es que tuviera muchas experiencias, pero los pocos con los que habían salido las cosas no terminaron nada bien.
Si no era porque le eran infiel antes de comenzar a tener algo serio, era porque no la volvían a llamar. O el peor de los casos, descubría que el tipo estaba bien casado. Aún recordaba cuando tuvo esa cita con aquel sujeto, la hizo meterse debajo de la mesa en plena cena porque su esposa había llegado al restaurante buscándolo como una loca desquiciada.
Sin duda alguna, esa había sido la peor de sus tres únicas citas… es más, ni quería recordarlas. ¿Para qué?, de nada ayudaba en esos momentos. Y menos cuando su compañera de trabajo le estaba soltando el sermón, como si no tuviera en que ocupar sus pensamientos.
—No tengo una cita, si es lo que estás preguntando. Y deja de molestarme con eso, sabes que el hombre indicado llegará por sí solo. No tengo que andar por allí buscándolo, las cosas no funcionan así, Leticia.
—Si funcionan, sabes que sí. Lo que pasa es que no lo quieres admitir.
—¡Claro!, como me paso con los tres sujetos con los que salí —La castaña la mira después de meter en un gancho un hermoso vestido de seda, el cual colgó en un exhibidor.
—Eso es arena de otro costal, Oliva —La morena rueda los ojos.
—Olvídalo, mejor sigamos trabajando antes de que la gerente llegue y nos regañe.
La morena niega al mismo tiempo que cierra un closet y abre otro… ambas chicas trabajaban como dependientas en la prestigiosa boutique del hotel más famoso y elegante de todo Jacksonville. Era una tienda muy frecuentada por las personas más ricas de la ciudad, y desde luego, por todos los huéspedes del mismo.
Era un buen empleo, y Olivia trataba de mantenerlo y no perderlo como todos los demás. No era mala empleada, lo que pasa es que era de las que no le gustaba que el jefe abusara de su confianza. Su último trabajo no le resulto muy bien, desafortunadamente, le toco un jefe muy mano larga. Y esa fue una razón importante para renunciar.
En cambio, en la boutique no, su jefe resulto ser mujer, y no tenía ningún tipo de problemas con ella. Era mandona, pero con eso podía lidiar.
—Olivia, hay que ir atrás para buscar algunas cajas, necesitamos llenar estos estantes.
—Si ya voy.
En cuanto la castaña se marchó al depósito, la puerta de cristal de la tienda se abre. Leticia levanta la mirada y expande los ojos de par en par. Su corazón comenzó a latir con fuerza al ver aproximarse a ese hombre.
Olivia tomó la caja que necesitaba, y se dispuso a regresar a la tienda. En cuanto lo hizo, busco con la mirada a su compañera de trabajo, y la encuentra atendiendo a un hombre que a cualquier mujer con sangre en las venas le pondría los vellos de punta.