/0/19479/coverorgin.jpg?v=6f984eeaeacf730101a0f8b7f5e316dc&imageMogr2/format/webp)
Desperté en la cama de un hospital después de un brutal accidente automovilístico que me destrozó. Tenía un prometido poderoso, Cristian de la Garza, y un proyecto revolucionario que era el trabajo de mi vida, destinado a fusionar los imperios de nuestras dos familias.
Las primeras palabras que escuché fueron de mi hermanastra, Brenda, diciéndome que estaba embarazada de su hijo.
—Lo siento en el alma, Alia —sollozó—. Tenemos una conexión. Simplemente… pasó.
Mi propio padre entró, consolándola mientras me decía que un bebé era una excelente jugada de negocios. Luego Cristian, mi prometido, pasó junto a mi cama sin siquiera mirarme, puso una mano sobre el vientre de ella y le preguntó si el bebé estaba bien. No solo me habían robado el futuro; me habían robado mi proyecto, presentándolo como suyo para asegurar su nueva unión.
Ahí estaban, frente a mí. El retrato perfecto de la traición. Esperaban que gritara y me derrumbara. Me veían como un obstáculo que había que manejar, el trabajo de toda mi vida como un simple activo que liquidar.
Pero no conocían mi secreto. El accidente me había dado más que heridas; me había dado una visión. Un vistazo aterrador a un futuro en el que luchaba contra ellos y lo perdía todo. Así que no les di la pelea que querían. Les di una sonrisa, el anillo de compromiso y mi bendición. Creyeron que habían ganado. No tenían ni idea de que acababan de caer en mi trampa.
Capítulo 1
Punto de vista de Alia Robles:
Lo primero que escuché al despertar fue a mi hermanastra, Brenda, diciéndome que estaba embarazada del hijo de mi prometido.
Su voz era un susurro ahogado en lágrimas, abriéndose paso a través de la neblina de los analgésicos y el pitido rítmico del monitor cardíaco junto a mi cama de hospital.
—Lo siento tanto, Alia. De verdad que lo siento.
Parpadeé, intentando que los azulejos blancos y estériles del techo dejaran de dar vueltas. Lo último que recordaba era el chirrido de los neumáticos, el crujido imposible del metal y un dolor abrasador que se sentía como si mi mundo entero se estuviera desgarrando. Y entonces, un destello. Una visión tan vívida que se sentía más real que el recuerdo del propio accidente: Brenda, de pie junto a mi prometido, Cristian de la Garza, en una conferencia de prensa, anunciando no solo su compromiso, sino el lanzamiento de mi proyecto. El proyecto por el que había sangrado durante los últimos dos años.
Mi ruina.
—Alia, por favor, di algo —sollozó Brenda, su mano perfectamente cuidada aferrando la mía. Se sentía helada—. Lo amo. Nunca, jamás quise lastimarte, pero Cristian y yo… tenemos una conexión. Simplemente… pasó.
Sus palabras eran un zumbido sordo, la banda sonora del horror que se reproducía en mi mente. La visión no se había detenido en la conferencia de prensa. Me mostraba luchando contra ellos, intentando reclamar lo que era mío, solo para ser humillada públicamente, arruinada financieramente y abandonada sin nada. Una paria.
—Llevamos viéndonos unos meses —confesó, bajando la voz como si compartiera un sucio secreto—. Queríamos decírtelo, pero nunca había un buen momento. Y ahora… con el bebé… ya no podemos vivir una mentira.
Apretó mi mano con más fuerza, su pulsera de diamantes clavándose en mi piel.
—Si me obligas a dejarlo, Alia, estarás destrozando una familia antes de que empiece. No harías eso, ¿verdad? No podrías ser tan cruel.
La puerta de la habitación privada se abrió con un siseo y nuestro padre, Héctor Roldán, entró. Su mirada se posó en Brenda, su expresión suavizándose con una preocupación paternal que nunca parecía tener para mí.
/0/19744/coverorgin.jpg?v=97ecc1b0413eb5d2bb1fca9edb278163&imageMogr2/format/webp)
/0/2782/coverorgin.jpg?v=411cc15846096ec73266d3d79c5fb989&imageMogr2/format/webp)
/0/13780/coverorgin.jpg?v=593f13f7bb50dab568b36d18db0024e4&imageMogr2/format/webp)
/0/1232/coverorgin.jpg?v=4466881096737574f0cfa2ead061c46e&imageMogr2/format/webp)
/0/17679/coverorgin.jpg?v=9ee1cec7f9ba7fd458d1285ddd4ceedc&imageMogr2/format/webp)
/0/885/coverorgin.jpg?v=0709970bfecd1f5fe412002907769292&imageMogr2/format/webp)
/0/17770/coverorgin.jpg?v=0c9198fbad71acfc27cc65951cb1866f&imageMogr2/format/webp)
/0/17686/coverorgin.jpg?v=ea7aaaac027336aa7d520cba9cf00c7c&imageMogr2/format/webp)
/0/10163/coverorgin.jpg?v=f7760b193126c15b01909383c73fff86&imageMogr2/format/webp)
/0/11132/coverorgin.jpg?v=e9bf9cde72f1bc7104a15114cd73f844&imageMogr2/format/webp)
/0/9099/coverorgin.jpg?v=0b8972d7b8a80760181cb1f70bd56504&imageMogr2/format/webp)
/0/12145/coverorgin.jpg?v=0ddc78ad4a3f2139e7d3c0405b9bedf0&imageMogr2/format/webp)
/0/14751/coverorgin.jpg?v=c421ea8ae7518541bc751a2fcb9aee38&imageMogr2/format/webp)
/0/14759/coverorgin.jpg?v=daef3984aebd199ab912a1a74f08bd11&imageMogr2/format/webp)
/0/6642/coverorgin.jpg?v=0709970bfecd1f5fe412002907769292&imageMogr2/format/webp)
/0/1855/coverorgin.jpg?v=78f07a6ef5cc9ea34534c76b5238f485&imageMogr2/format/webp)
/0/13982/coverorgin.jpg?v=20250924092456&imageMogr2/format/webp)
/0/10337/coverorgin.jpg?v=16d954c3db23fb37cb13b3fd65047b67&imageMogr2/format/webp)
/0/9060/coverorgin.jpg?v=68b8c165770e3b3c65fccb9e9ea3005f&imageMogr2/format/webp)
/0/12716/coverorgin.jpg?v=95bdbd43973ef62c2a240cdb57285ed5&imageMogr2/format/webp)