-Moana Roberts, 21 de edad. Fichada por posesión de estupefacientes, robo a mano armada, exhibicionismo, prostitución y... Por golpear a un policías en las bolas
El comisario levanto la ceja y me miro incrédulo, a lo que yo por su puesto, respondí:
-Hey! No me mire así, el empezó. Quería toquetearme- Dije cruzando los brazos a la altura de los pechos y con la frente fruncida.
-Bien, pues aquí dice que procedía a esposarla mientras estaba alcoholizada en una vía publica y que usted empezó a gritar con que la estaba embarazando, luego llego otro policía y tuvo que usar una pistola eléctrica para que usted soltara las bolas del otro oficial- Su voz resultaba cansona, me estaba hartando de esto. Llevo 5 meses presentándome puntual en la jefatura luego de que el juez lo dictaminara de esta forma para así poder salir de la cárcel
Baje un poco la ajustada falda tubo comprada en una tienda de segunda y suspiré para calmarme.
-Es correcto oficial
-Bien, Roberts, te diré que vamos a hacer: Realmente estoy harto de verte aquí cada puto tercer martes de cada mes. El juez Mandela me debe unos favores y como pago le pediré el favor de que no tengas que volver más. Pero, si te atreves a dejarte esposar de nuevo, te prometo que te meteré en el calabozo y cerrare botando la llave.
No lo podía creer, era en serio? No me sentía ni un poco ofendida, reconozco que soy un dolor en el culo para cualquiera pero esto, de verdad no lo esperaba. Aun faltan 8 meses mas de presentaciones mensuales.
-De verdad, grac—me interrumpió
-No agradezcas nada, estudia, trabaja, deja las drogas y el mal camino, cásate, ten hijos, por favor, lo que sea menos seguir jodiendo tu vida.
Mis ojos se cristalizaron de inmediato, aquel hombre canoso y de aspecto cansado me dijo las palabras que cualquier padre le hubiera dicho a su hija rebelde, pero que yo no tuve nunca para decirme. Sin pensármelo me levante y lo abracé, tomándolo por sorpresa. Agradecí rápidamente y firmé mi hoja de asistencia antes de que las lágrimas cayeran
Lindo consejo, lástima que sea tan tarde, pensé afuera de la comisaria. Suspire y busque mi automóvil, la chatarrita mazda 323 que aun me mueve de un lado al otro. No tiene nada que envidiarle a esos autos nuevos de ahora, introduje la llave y, mientras el carro se calentaba revise mi teléfono, que no había parado de sonar durante toda la media hora que estuve adentro. Me deshice la dona que cargaba en el cabello simulando decencia y deje caer mis alborotados cabellos rojos mientras leía los 15 WhatsApp de Marissa, mi mejor amiga, y los dos mensajes de texto de Rami, el gerente del club donde trabajo
-Donde estas?
-Ira, por favor, APARECE YAAAA, es URGENTE
La curiosidad me mato y, respondiendo con unos doce emojis a Marissa, marque el numero de Rami, contesto al segundo repique
-Alo? Maldición, donde estabas?- Estaba enojado y preocupado, lo conocía muy bien. Luego de tener una veintena de meses trabajando a su lado había crecido una linda amistad entre nosotros
-Ram, es el tercer martes del mes, recuerdas? Acabo de salir de la comisaria pero te tengo una buena noticia, no me presentare mas, llegue a un... Acuerdo con el comisario.