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Sueños distorsionados

Sueños distorsionados

Carolina Chibiusa

5.0
calificaciones
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59
Capítulo

Una Joven cantante emprende un viaje para empezar su carrera como una profesional, dejará atrás las cosas que la estancaban para empezar una nueva vida donde un manager bastante particular y una hermosa violinista serán sus más grandes aliados. Te invito a disfrutar de esta historia llena de Drama, romance lésbico, dónde nuestra protagonista tendrá que enfrentar un desafío tras otro... ¿Qué pasa cuando tu sueño no es lo que tu esperabas?  Descúbrelo en esta historia.

Capítulo 1 Incomprensión

Mi nombre es Josefina Fernández, tengo 20 años y estoy en primer año en la carrera de “canto y composición musical”, mis padres querían que estudiara lo que ellos llaman “una carrera tradicional” y se negaron a pagarme la colegiatura, mis notas no eran las mejores, así que tuve que trabajar y ahorrar durante dos años para llegar a este momento, fin del primer semestre, el día antes de la audición que he esperado toda mi vida, bueno, por lo menos los últimos 5 años, esta audición es la única posibilidad que tengo de optar a una beca por talento, la cual cubriría el arancel y las matriculas de l

os siguientes años de carrera hasta concluirla. Cada noche ensayaba frente al espejo la canción que escribí para la ocasión.

Fui a preparar mi desayuno con la intención de tomarlo en mi pieza para evitar las, ya habituales, críticas de mis padres, ellos no entendían que esta era una carrera como cualquier otra, desde que decidí estudiar música han estado intentando persuadirme de que estudie algo más “tradicional” que me daría la oportunidad de optar a un “trabajo seguro”.

-¿todavía vas a ir a esa cosa tuya de canto? -dijo mi padre cuando salí de la pieza.

-se llama universidad y, sí, todavía pienso ir, lo haré hasta que termine la carrera – dije algo molesta, no alcance a esconderme asi que ahora tendría que escuchar sus estupideces.

-dudo mucho que lo que hayas ahorrado te alcance para cubrir todos los gastos relacionados a este hobbie tuyo.

-bueno, ese no es tu problema ¿verdad? Nadie te está pidiendo nada – respondí, con una mezcla de rabia y pena.

Tomé mi mochila y haciéndolo a un lado, corrí al paradero, menos mal justo alcancé a subir a la última micro, durante el viaje recreaba el pequeño diálogo matutino “ese hobbie tuyo” ¿cómo podía decir eso?, ¿acaso era sordo y ciego que no notaba cuanto me esforzaba, que no se daba cuenta de lo mucho que he mejorado este último tiempo? Pasado 30 minutos estaba a 2 cuadras de la universidad, avance corriendo cuidando de no pisar los charcos que aún quedaban de la lluvia de la noche anterior, justo cuando iba a cruzar hacia la universidad pasa un auto y salpica todo el charco sobre mi, una mezcla de lodo y agua me cubría de la cabeza a los pies “lo único que faltaba” pensé… ese día no dejaba de empeorar…

Fui al baño a lavarme la cara y las manos pero fue imposible sacar el barro de mi pelo y ropa. Luego de un largo suspiro fui a mi primera clase del día “composición 1” era mi ramo favorito y no quería llegar tarde. A medida que caminaba podía sentir la mirada de todos sobre mi “¿Qué nunca los han salpicado?“ pensé irritada, entré a la sala y me senté en la última fila.

-buenos días mis pequeños compositores, hoy es nuestro último día… - empezó a decir, pero cuando me vio paró en seco – Señorita Fernández ¿pero qué le pasó?

-lo sé, perdón por esto, un auto me salpico pasando sobre uno de los charcos.

-entiendo… creo que será mejor que vaya a su casa a cambiarse, no puede estar así todo el día – suspiré, tenía su punto.

-bueno… entonces, con permiso.

Salí de la sala rápidamente, maldiciendo en mi interior… ¿cómo era posible que tuviera tan mala suerte? Tomé otra micro para volver a casa. Entré, no había nadie, mis padres estaban trabajando y mi hermana en el colegio, busqué ropa limpia, llené la tina y me di un relajante baño acompañada de las melodías de Vivaldi. Después de unos 30 minutos salí y me vestí, tenía dos clases más ese día, a una de ellas ya no alcanzaba a llegar… pero el último ramo era “armonía 1” no me gustaría perdérmelo. Así que volví a tomar la micro de vuelta a la universidad.

La profesora hablaba de no sé que cosa mientras yo solo podía pensar en la audición del día siguiente… ese sería el día que definiría el resto de mi vida ¿mi talento sería suficiente para cumplir mi sueño? O debería volver a la realidad y resignarme a trabajar en lo que más odie mientras paguen lo junto, si es que logro encontrar alguna empresa que realmente pague algo decente.

-Señorita Fernández… ¿podría decirme que función cumplen los números romanos en la creación de una armonía? – dijo la profesora con seriedad y un tono algo tosco. Desperté abruptamente de mi “trance”

-emm, sí, claro, los números romanos nos dicen a qué categoría armónica pertenece el acorde. Y las categorías de los acordes nos dicen la función que cumplen en una pieza.

-muy bien, es correcto, pensé que no estaba prestando atención.

Yo solo sonreí, ella siguió hablando, estaba haciendo un repaso de todo lo que habíamos visto en el semestre. Mientras hablaba yo re-escribía la canción que había preparado para la audición, sabía muy bien que presentarme con una buena canción original me sumaría más punto que si solo hacía un cover más de una canción conocida. Mi canción se llamaba “siguiendo mis sueños” y contaba la historia de una chica que, con todo en contra, seguía insistiendo en alcanzar lo que deseaba, con la seguridad de que, algún día, lo lograría.

Estaba orgullosa de mi canción, había estado más de un mes escribiéndola, perfeccionándola, buscando los tonos, acordes y notas adecuados para esta. Tenía partes muy agudas y otras más bajas e iba acompañada de guitarra clásica.

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