Me despierta el canto de los pájaros, hace poco que ha amanecido, llevo aquí tres meses y aún me cuesta acostumbrarme a tanta paz.
Después de tres años en la ciudad, me cuesta volver a sentir este lugar como mío.
Es verdad que aquí he pasado casi toda mi vida, me fui con dieciocho a estudiar y he vuelto con veintiuno.
Al principio odie, la ciudad, el ruido, la falta de empatía de la gente. Pero poco me enamore de sus calles, de sus bares y de sus gentes tan diferentes.
Mis padres me mandaron a casa de unos familiares, así no me desconectaría de mi parte loba. Palabras exactas del sobreprotector de mi padre.
Estoy terminando de desayunar, he cogido mi portátil y mi bolsa. Aunque parezca raro aquí en medio de la nada disponemos de internet.
- Mamá, me voy no quiero llegar tarde y menos que los niños tengan que esperarme.
Porque está claro, soy la nueva maestra de la Manada y digo Manada porque los únicos que viven aquí son como yo.
El trabajo está bien pagado aunque lo mío es vocación podría hacerlo gratis, pero gracias al dinero que recibo quiero comprar un terreno y hacerme mi propia casa.
Llegó al colegio saludo a cada niño de una manera especial, cada uno puede hacer lo que desee. Unos me abrazan, otros me besan, otros bailan y otros hacen saludos divertidos con las manos.
La mañana pasa volando, me encantan oír sus risas, sus preguntas curiosas y hasta sus rabietas.
He quedado a comer con Eva una de mis mejores amigas, hemos estado separadas pero nunca hemos perdido la chispa, seguimos tan unidas como en primaria..
Llegó a la cafetería, es la única cafetería del pueblo, aunque es bastante grande y la comida es muy buena.
Busco una mesa libre, me siento al lado de la ventana, miró el trasiego de la gente mientras espero a Eva.
- Helena!! Helena... Tierra llamando a Helena estás ahí? Pregunta mi amiga golpeando mi brazo.
- Lo siento estaba distraída, por cierto llegas tarde? Le digo levantando una ceja y poniendo media sonrisa.
- Que es media hora más o menos en una vida. Dice y se sienta en frente de mi.
No se como la sigo queriendo, lleva usando la misma frase desde los siete años.
- Cuéntame qué tal con los niños? No se como eres capaz de soportar, gritos, lloros, mocos... Dice Eva poniendo cara de asco.
Yo simplemente me río, creo que su trabajo es mucho peor, es la farmacéutica del pueblo, yo lidio con niños pero ella con adultos que es mucho peor. Jajajaja..
- Sabes Dick me pidió matrimonio ayer!! Dice para después enseñarme un bonito anillo con una piedra verde.
- Sii, soy muy feliz por ti, y para cuándo es la boda? Digo entusiasmada.
- Este verano, ya sabes que eres mi dama de honor, la principal, también se lo pediré a Lydia y a Mayra. Ojalá tu también encuentres a tu mate pronto.
Me ahogo, se me ha ido el refrescó por otro lado, el ataque de tos es considerable.
- Estás bien Helena, creía que te morías.
- Nada trague deprisa y se fue por otro lado. Digo en modo de excusa.
Me niego no quiero encontrar a mi mate y menos que me encuentre, tengo miedo al rechazo y sobre todo a que mi loba pueda morir.
Desde que mi abuela me explico todo lo relativo a los mates, he evitado estar cerca de hombres de mi especie.
Nunca he tenido una relación, por lo menos algo que implique tener sexo.
Aunque si he besado y me han besado a mi.